Durante el menemismo, el Plan de Convertibilidad fue llevado adelante por el ministro de Economía de aquel entonces, Domingo Cavallo, y duró 11 años hasta el 6 de enero de 2002. Luego de las duras consecuencias que sufrió la economía, el sistema fue derogado por el presidente interino Eduardo Duhalde tras el estallido social de 2001.
Qué fue la convertibilidad
El Plan de Convertibilidad del Austral fue un sistema monetario creado principalmente para ponerle un freno a la hiperinflación, que se produjo en el gobierno del expresidente radical Raúl Alfonsín. Carlos Menem asumió la presidencia de forma anticipada en julio de 1989 y en abril de 1991, Cavallo presentó el Plan de Convertibilidad, decretado el 27 de marzo de ese año.
Esta modalidad establecía una relación cambiaria fija entre la moneda nacional y la estadounidense, a razón de 1 dólar estadounidense por cada 10.000 australes o posteriormente un peso convertible. La idea inicial era frenar la inflación al "fijar" la moneda local con una "más estable" como la divisa norteamericana.
Asimismo, esta paridad exigía el respaldo en reservas de la moneda circulante, por lo que se restringió la emisión monetaria al aumento del Tesoro Nacional. El período en que duró la Ley de Convertibilidad se llamó popularmente "el uno a uno", en alusión a la igualdad de valores entre el peso y el dólar.
En un principio, los resultados fueron exitosos para el Gobierno: la inflación se redujo en un año del 1344% al 25%, logró la estabilidad en los precios y aumentó la cantidad de capitales extranjeros no productivos. Además, la apertura de importaciones permitió que la población se hiciera de productos internacionales a muy bajo precio. Sin embargo, en la sombras se gestaba la peor crisis de la historia.
Las consecuencias de la convertibilidad
Uno de los sectores que más se favoreció con la convertibilidad fue la clase media, que, con la posibilidad de ahorrar en dólares y la llegada de productos baratos provenientes de otros países, vio ampliada su capacidad de consumo, además de la posibilidad de viajar al exterior con un tipo de cambio favorecedor.
No obstante, durante el segundo mandato de Menem una parte de la clase media, junto con los sectores populares, fueron los primeros en sentir las consecuencias negativas del plan: la apertura de importaciones provocó el deterioro de la industria nacional ,ya que en precio los productos argentinos no podían competir con los extranjeros, lo que hizo que las fábricas se cerraran y, por lo tanto, que aumentara el desempleo y así la pobreza.
Según datos del Indec, la tasa de desempleo en mayo de 1991 era del 6,9%, mientras que en 1994 subió al 10,7% y para el año 2000 había ascendido al 15,4%. Lo mismo sucedió con la tasa de pobreza, que aumentó del 19% en 1990 a más del 35% en 1995.
A nivel macroeconómico, el menemismo llevó adelante una política de privatización de empresas nacionales, como fue el caso de la petrolera YPF que de Yacimientos Petrolíferos Fiscales se convirtió en YPF S.A en 1992.
Otra empresa privatizada fue Aerolíneas Argentinas. En 1990, Menem firmó la venta a un grupo comprador liderado por la española Iberia. El precio por el 85%de las acciones (un 5% quedó para el Estado y un 10% para los empleados) fue de 260 millones de dólares en efectivo, y 2040 millones en bonos de la deuda externa (que se compraban al 16% de su valor).