Dólar: por qué el Banco Central no acumula reservas

06 de febrero, 2021 | 19.00

El título refleja una preocupación recurrente de esta columna, porque se trata de un núcleo clave de la política económica que define la solvencia del sector externo.

Situamos reiteradamente la existencia de un escenario internacional favorable, caracterizado por la abundante liquidez definida por la fuerte política monetaria expansiva de los Estados Unidos y los estímulos a la demanda interna llevados adelante por China, que desembocan en una suba generalizada de los precios internacionales de los alimentos.

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Abundancia de dólares y suba del precio de los granos y la carne son pilares que debieran construir un flujo de divisas extraordinario hacia la Argentina. 

De hecho, el superávit de balanza comercial con que cerró el año 2020 rondó en U$S 12.528 millones, acompañado del cierre del programa financiero de deuda pública con el sector privado que alejó los vencimientos pesados de deuda al 2025, existiendo además un riguroso control de cambios sobre la demanda de divisas para el atesoramiento. 

Bajo estas condiciones, el año 2021 arrancó con un incremento en las reservas internacionales del Banco Central de apenas U$S 14 millones en el mes de enero.

Resultado magro si se tiene en cuenta que en dicho mes la liquidación de divisas provenientes de la exportación de oleaginosas y cereales fue de U$S 2.140 millones, un 32,6 % superior a enero de 2020.

El ciclo de flujo de divisas en la Argentina tiene una estacionalidad muy marcada. El primer semestre suele ser holgado en el ingreso de dólares, porque es el período en que se liquida el producido de las ventas al exterior por granos y otros productos primarios, en tanto que en la segunda mitad del año esa corriente se revierte por la mayor demanda de insumos para la producción que acompaña la mejora salarial de las paritarias, el aumento de consumo en primavera y las ventas masivas navideñas. 

La estacionalidad argentina revela entonces excedente de dólares en el primer semestre y escasez en el segundo, por lo que el Banco Central debe extremar recaudos para incrementar sus reservas en el inicio del año a fin de afrontar sin sobresaltos las demandas que haga la industria en la segunda parte.

Descripta esta situación, preocupa singularmente que el primer mes del año no haya mostrado un salto relevante en el nivel de reservas internacionales. 

En este sentido, es imprescindible mirar con detenimiento lo ocurrido en 2020, donde se verifica la contradicción de una baja interanual de reservas internacionales de U$S 5.429 millones a pesar del referido excedente de la balanza comercial, el cierre del programa financiero y la vigencia del control de cambios, a lo que se agrega la fuerte recesión estimada en una caída de -9% PIB con que se desenvolvió la economía el año pasado. 

La información proporcionada por el Banco Central sobre el mercado cambiario para el año 2020 permite observar que:

  1. Ingresaron 12,8% menos divisas por exportaciones en el año 2020 respecto de 2019. La liquidación descendió de u$s 57.747 millones a u$s 50.357 millones en el año que concluyó.

  2. En el año 2020, la diferencia entre las divisas por exportaciones efectivamente liquidadas al BCRA (u$s 50.357 millones) y las ventas al exterior embarcadas y registradas en Aduana (u$s 54.884 millones) alcanzó a u$s 4.527 millones. Cifra pendiente de liquidación que equivale al 8,2% del embarque.

  3. Los pagos por importaciones aumentaron un 21,5% en 2020 respecto de 2019. Pasaron de u$s 34.303 millones a u$s 41.685 millones. La suba de erogaciones por compras al exterior en u$s 7.382 millones durante 2020 no se compadece con una caída estimada en el nivel de actividad de -9% del PIB.

  4. Los egresos por cancelaciones de préstamos financieros externos fueron de u$s 11.003 millones, cifra muy elevada para tratarse de un año de reordenamiento de la deuda pública y privada en moneda extranjera.

El cuadro reseñado es complicado en varios aspectos: 

  1. El desaprovechar un escenario internacional favorable y las condiciones internas actuales para acumular reservas en el Banco Central, debilita los márgenes de maniobra del gobierno para ejecutar políticas públicas y también en la negociación con el FMI

  2. El superávit comercial proyectado en el trienio 2021/2023 es de U$S 39.000 millones (Presupuesto de la Administración Nacional 2021), volumen que de concretarse debiera generar un fuerte aumento en las reservas internacionales del Banco Central a lo largo del lapso citado 

  3. Hay una situación de objetiva injusticia social en la medida que la contracción de consumo que sufre la sociedad no se refleje en dólares que se atesoren en el Banco Central. El año 2020 fue el de menor consumo per cápita de carne en un siglo, con menos de 50Kg anuales, sacrificio que no se tradujo en mayor nivel de divisas guardadas en el Ente Rector.

El Ministerio de Economía ha iniciado las negociaciones para regularizar la voluminosa deuda heredada del macrismo con el FMI. Lo trascendido hasta ahora no difiere en nada de un acuerdo clásico de “facilidades ampliadas” (“extended facilities”), que consiste en un alargamiento de plazos para el pago de las obligaciones entre 7 y 10 años, pero condicionado a alcanzar metas fiscales que necesariamente tienden a desembocar en programas de austeridad y reformas estructurales sobre el sistema de bienestar social en su conjunto.

Sin duda, una fuerte acumulación de reservas en el Banco Central mejoraría las posibilidades de negociación con el organismo multilateral, reduciendo las presiones para imponer condicionalidades a la política económica.

Esta semana el periodista Carlos Burgueño publicó en Ámbito Financiero lo siguiente: 

“¿Cómo se pagarán el dinero en 4,5 años? El equipo de Martín Guzmán confía que para el 2025 Argentina ya haya salido de su crónica crisis fiscal y comercial, y generara la suficiente confianza en los mercados internacionales como para poder volver a tomar deuda. En consecuencia, lo que esperan los negociadores con el FMI, es que no se toquen las reservas; y que estas permanezcan en aquellos hoy lejanos tiempos futuros, acumulando divisas para mostrar solidez cambiaria y fiscal a los mercados internacionales. Se descarta entonces, cualquier etapa épica como la de comienzos de 2005, cuando Néstor Kirchner anunció el pago de toda la deuda que el país mantenía con el FMI, y que llegaba a los u$s9.800 millones. Esa alternativa, por décadas, estará cerrada. Gobierne quien gobierne.”

De confirmarse esta información, el diseño de política económica para los próximos años se centrará en crear condiciones macroeconómicas para tomar deuda en los mercados internacionales y cancelar las acreencias con el FMI con nuevos créditos.

No parece ser un buen recorrido para la recuperación de la Argentina en términos de expansión del mercado interno y del consumo popular. Ese sendero asegura a los exportadores disponer del producido de sus ventas en moneda dura, al FMI salir del atolladero en que ingresó durante el gobierno de Macri y a los fondos de inversión contar con un buen cliente por mucho tiempo.

Ahora, ¿el pueblo volverá a comer carne?

 
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Roberto Feletti

Actualmente es secretario administrativo del Senado de la Provincia de Buenos Aires. Desde 2015 hasta 2019 se desempeñó como secretario de Economía y Hacienda del Municipio de La Matanza. Anteriormente ha ocupado diversos cargos y funciones, entre los que se destacan: diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires y presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara baja (2011-2015);  viceministro de Economía de la Nación (2009-2011); vicepresidente del Banco de la Nación Argentina (2006-2009); ministro de Infraestructura y Planeamiento de la Ciudad de Buenos Aires (2003-2006) y presidente del Banco de la Ciudad de Buenos Aires (200-2003). Además es docente en la materia Administración Financiera en la Universidad Nacional de Moreno, tarea que ha desarrollado en otras universidades.