"Artículo 1°.- Establécese el dólar de los Estados Unidos de América como moneda de curso legal de la República Argentina". Lo que parecía una propuesta solitaria del ultraderechista Javier Milei, se transformó en una realidad concreta. Desde el bloque de diputados de Juntos por el Cambio formalizaron un proyecto para dolarizar la economía. Distintas voces advierten por los terribles daños que podría generarle al país.
Con la excusa de bajar la inflación a través de un golpe de efecto sideral, el diputado nacional Alejandro Cacace presentó un proyecto de ley para dolarizar formalmente la economía. El texto propone llevar a cabo un proceso de dolarización oficial que tiene como objetivo principal "estabilizar la economía y solucionar el problema de la alta inflación que afecta a nuestro país desde hace décadas". Esta iniciativa es la primera de su tipo presentada en el Congreso y plantea adoptar unilateralmente como moneda de curso legal en la Argentina el dólar estadounidense, que en un plazo de 180 días deberá reemplazar al peso.
Cuáles son los argumentos a favor
Según reza el proyecto, diversos planes de estabilización llevados a cabo por distintos gobiernos han fallado sistemáticamente. En esa línea, especifica que el mayor problema para poder lograr estabilidad monetaria es que Argentina es un país bimonetario. Esto quiere decir que los argentinos confían en una sola moneda, el dólar norteamericano, pero están obligados a usar el peso, lo que genera una "dolarización de facto".
Lo curioso es que entre los fundamentos para justificar la propuesta, hay una crítica implícita a la propia gestión macrista. Dentro del proyecto se afirma que "Argentina ha ido perdiendo terreno" ya que en 2015 tenía un salario mínimo de 589 dólares y actualmente el mencionado es de 297 dólares, "siendo uno de los países con salarios más bajos de toda América latina". Justamente, las crisis devaluatorias de 2018 y 2019 promovidas por el gobierno de Mauricio Macri fueron los motivos del desplome del poder adquisitivo de los trabajadores.
"Es por esto que los argentinos que no confían en el peso y no pueden contar con este como reserva de valor optan por ahorrar, invertir y hacer transacciones importantes (generalmente vistas como inversiones a largo plazo) en dólares, como en el caso de las operaciones inmobiliarias. Este proceso de dolarización de hecho es la contrapartida de la pérdida del rol de reserva de valor de nuestra moneda", sostiene el texto. En esa línea, agrega: "Ya hemos marcado que en Argentina hay una dolarización espontánea, ya que utilizamos conjuntamente con nuestra moneda al dólar americano. Lo que este proyecto propone es una dolarización oficial o de jure".
En este caso puntual, la dolarización se daría de forma unilateral, lo cual no requiere ningún tipo de aprobación o acuerdo con el país emisor de la moneda a adoptar. Con la eliminación del peso, este sistema se diferencia de la convertibilidad aplicada durante al década del 90, un proceso mencionado en el proyecto.
Según el principal espacio opositor, durante el plan de convertibilidad, creado en 1991, se logró controlar y reducir el proceso hiperinflacionario, con una tasa de cuatro dígitos en 1990, y que ya en 1992 se ubicó por debajo del 20%, de acuerdo a datos de INDEC. Sin embargo, a pesar de lograr la estabilidad de los precios durante un corto plazo, la convertibilidad no funcionó a largo plazo por varias razones.
"Por la crisis del Tequila en 1995, ante la caída del flujo de ingreso de capitales, la Base Monetaria se amplió, creciendo un 25% por encima de las reservas. Este episodio reveló las debilidades del Plan y de esa manera, se fue generando desconfianza en el público respecto de que sus pesos no estaban suficientemente respaldados en dólares", explica el texto. A contramano, la dolarización, "es muy difícil de abandonar, porque tiene un costo muy alto de reversión y por lo cual es improbable que suceda".
A favor, el proyecto asegura que la inflación se reduciría de forma inmediata, se expandiría el crédito hipotecario, y se convergería a la estabilidad fiscal y financiera por la imposibilidad de provocar shocks en la política monetaria. En paralelo a este cambio sistémico, el proyecto también propone achicar el Estado, y reformas de tipo laboral e impositiva. La respuesta a cualquier crítica hacia estas ideas es la supuesta ineficiencia del Estado para liderar políticas económicas, por lo cual deberían ser eliminadas estas potestades.
Cuáles son las críticas
De acuerdo al artículo 2, la transición hacia al dolarización derivaría en que el tipo de cambio de conversión entre el peso y el dólar de los Estados Unidos sería igual al cociente entre los pasivos monetarios y no monetarios del Banco Central y las Reservas Internacionales. Según pudo averiguar El Destape, esto implicaría que el dólar oficial del segmento mayorista, que actualmente se ubica en los $ 110, sufriría una brusca devaluación que lo llevaría hasta una cifra cercana a los $ 200.
En diálogo con este medio, el diputado nacional del Frente de Todos Itai Hagman sintetizó los efectos inmediatos que tendría sobre al economía: "Sería dramático porque es un remedio peor que la enfermedad. Implica una devaluación brutal y una licuación de salarios y jubilaciones. Además de frenar el crecimiento económico y dejar a la Argentina en una situación de vulnerabilidad externa absoluta, pasaríamos a depender a la política monetaria de la reserva federal de los Estados Unidos". A su vez, agregó: "En un contexto global en donde el dólar además de se va a pique es aún peor. Y la evidencia histórica muestra que son procesos muy difíciles de revertir. Es un viaje de ida, al que no queremos subirnos bajo ningún punto de vista".
Por su parte, el director de la consultora EPyCA, Martín Kalos, fue muy crítico a esta propuesta: "Esto es pésimo porque no es una solución real, sino que perderías una herramienta para poder solucionarlo: la política monetaria. Sería generar otro problema y atarse de pies y manos". A su vez, sentenció que "no traería beneficios concretos y claros" y en el caso argentino "conduciría hacia un déficit comercial que secaría a la economía de dólares, y llegaríamos a una situación similar al 2001, cuando no podíamos emitir hasta que salimos de la convertibilidad y aparecieron las cuasimonedas".
Uno de los ejemplos a favor que utilizan los defensores de la dolarización es Ecuador, que modificó su modelo económico en el año 2000. Según el proyecto, "los primeros beneficios de la dolarización se evidenciaron a partir de la implementación de este esquema monetario, pues el mismo posibilitó que todos los ecuatorianos tuvieran acceso a una moneda dura, la cual permitió mantener su poder adquisitivo, a diferencia de lo que ocurría cuando el país tenía moneda propia".
A contramano, Kalos afirmó: "A lo largo de sus propias crisis, tipos de economías como la ecuatoriana no pudieron actuar con política monetaria para contrarrestarlas. Varios gobiernos en Ecuador hubieran deseado salir de la dolarización y no es para nada sencillo, es muy difícil de revertir porque implica un cimbronazo enorme".
Cabe señalar que hay dos formas de dolarizar: una con aval de Estados Unidos y otra sin autorización, como sucedió en Ecuador. De no tener el guiño del país gobernado por Joe Biden, el flujo de la balanza comercial debería ser superavitario para mantener el equilibrio a lo largo del tiempo. De lo contrario, Estados Unidos debería tener en cuenta a la Argentina para sostener el nivel monetario. Esto sucede con naciones de ínfimo peso económico no comparables a la dinámica argentina, como islas del Caribe que funcionan como territorios no incorporados a gigante norteamericano.
Una mirada similar posee el director del Instituto de Trabajo y Economía de Investigaciones para el Desarrollo, Nicolás Zeolla, quien sostuvo: "La dolarización es un redimen de entrega de la política monetaria y cambiaria. Dos herramientas centrales para la gestión de la economía de un país. Es estar totalmente atado a lo que pase en la economía de Estados Unidos y global". Y agregó: "Ningún país que tenga una economía grande, como la Argentina, dolarizo. Aún dolarizando, eso no terminaría ni con la restricción externa, ni con la fuga de capitales y la inflación incluso podría ser importada por las variaciones en Estados Unidos".
En tanto, Juan Manuel Telechea, director del Instituto de Economía y Trabajo, expresó que la implementación del sistema "requeriría una fuerte contracción de la actividad económica, y por ende un incremento del desempleo y de la pobreza". Además, en segundo lugar, enfatizó que le "quitaría al Banco Central la posibilidad de utilizar la política monetaria para el manejo de la economía". Y sumó: "Por algo solo un puñado de países en la actualidad mantienen al dólar como moneda oficial de curso legal (Ecuador, Panamá, El Salvador y algunas islas muy pequeñas dependientes de Estados Unidos)".
Es tal el descalabro que podría atravesar la economía que hasta el exministro de Hacienda durante el macrismo Alfonso Prat Gay rechazó la idea. Según sostuvo, los que proponen este proyecto económico "no dicen toda la verdad" y lo que hacen es "es ocultar un Plan Bonex".
"Para eliminar el peso, se tiene que hacer algo con los contratos. ¿Qué vas a hacer con los cinco billones de plazos fijos en pesos que están en los bancos, que estos después los pusieron en el Central en Leliqs? No tenés los dólares para rescatarlos, ni tampoco para los depósitos en dólares que tienen los ahorristas en el sistema financiero", afirmó Prat Gay en una entrevista al canal La Nación+.