Dos hechos relevantes en el plano económico signaron la semana; la postergación de la presentación de la oferta definitiva de reestructuración de la deuda pública argentina para el 12 de junio y el encuentro del Presidente y su equipo económico con los empresarios relevantes de la Nación. Ambos eventos dirigen la mirada hacia el sector externo. El primero porque define compromisos de erogaciones de divisas a mediano plazo y el segundo porque, según lo trascendido, se focalizó en un debate sobre el acceso al mercado cambiario de los agentes económicos más poderosos.
No deja de sorprender el hecho de que una Nación esté atravesada por el riesgo de saturación de la demanda de su sistema de salud pública -impuesto por la propagación del virus- que ocurre concomitantemente con un desplome histórico de su nivel de actividad y, sin embargo, su agenda clave la constituyan la oferta de reprogramación de deuda pública y las regulaciones sobre el movimiento de divisas.
Con estos tópicos arriba de la mesa, resulta imprescindible abordar el comportamiento del sector externo, en este caso el desarrollo durante el primer cuatrimestre del corriente año, conforme a las últimas cifras disponibles que se despliegan en el cuadro que continúa:
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En el cuadro se observa que el movimiento cambiario del lapso enero/abril fue equilibrado, con un leve déficit de u$s 57 millones. La situación no presentaría gravedad sino se estuviera ante cuentas externas que se encuentran severamente tensionadas por la puja existente entre los compromisos de la abultada deuda contraída por el macrismo y la tendencia sistemática del sector privado a dolarizar sus excedentes locales y retirarlos del país.
Cuando se profundiza en las cifras se advierte que el resultado positivo del balance comercial cursado por el mercado cambiario de u$s 3.370 millones, es inferior al superávit informado por el INDEC de u$s 4.720 millones. La diferencia de u$s 1.350 millones se explica en u$s 1.222 millones de divisas correspondientes a exportaciones informadas y no ingresadas, y u$s 128 millones de pago de importaciones por encima de lo registrado en el período. En síntesis, menos ingreso de ventas al exterior y mayor pago de compras disminuyen el resultado positivo del intercambio comercial. El Gobierno ha adoptado esta semana regulaciones al respecto que fueron tema de conversación con el empresariado.
El segundo rubro de movimiento negativo de divisas lo conforman las erogaciones netas por servicios de deuda pública y privada, que ascendieron a un total de u$s 3.752 millones. Se puede aceptar la explicación del Gobierno que ese esfuerzo se justifica en la necesidad de arribar a la presentación de la oferta de reprogramación de deuda con los pagos financieros al exterior al día. No obstante la pérdida incurrida en el presente, la Argentina presenta atrasos en sus pagos que dispararon los seguros de cobertura de default (credit default swap) y no ha podido computar las cancelaciones efectuadas como parte de la oferta en curso.
Por último, continúa el egreso de dólares para atesoramiento en u$s 1.900 millones -si bien menguado significativamente- que tiende a ser compensado por un movimiento neto positivo de u$s 2.225 millones, correspondiente a rubros varios.
El primer semestre del año es el de mayor ingreso de divisas por exportaciones de oleaginosas y cereales. Además, este semestre en particular se encuentra fuertemente impactado por los efectos del virus sobre la actividad económica contrayendo de modo singular las compras en el exterior. Por ende, la holgura del resultado del mercado cambiario debiera constituir el dato relevante del período. Los datos analizados del primer cuatrimestre 2020 no reflejan esa situación y tampoco avalan los planteos empresariales de duras restricciones externas hasta el presente.
Es real que ahora las autoridades económicas han tomado nota de las cifras en curso y han avanzado en nuevas regulaciones para corregir ese sendero.
En un país donde se ha puesto en duda el pago del medio aguinaldo a los trabajadores a fin de junio, el debate sobre las restricciones del sector externo parece superfluo, pero emerge.
Sin duda el Gobierno debe avanzar en una planificación y ordenamiento del sector externo tanto en lo comercial como lo financiero, pero debe hacerlo alineado con la necesidad de reactivar fuertemente la economía nacional pos-pandemia.
La acumulación de divisas en el Banco Central y el superávit de las cuentas externas otorga una autonomía que permite administrar con serenidad otros desequilibrios más domésticos. Esto justifica el título de la nota y también la razón de su centralidad en la reunión empresarial.