El Banco Central acercó un poco la lupa sobre las operaciones especulativas con el dólar y las reservas crecieron por primera vez en el año. Tras endurecer en junio los controles en el acceso de empresas y bancos al mercado de cambios, las reservas internacionales aumentaron en 654 millones de dólares. Finalizaron el mes en 43.243 millones de dólares, un 1,5 por ciento por encima del piso que tocó en mayo previo, tras una larga sangría que se inició en enero y se aceleró con la pandemia. Durante junio, además, se redujo a la mitad la brecha entre la cotización oficial y el denominado dólar Bolsa o bursátil, pasando de una diferencia de 84 al 42 por ciento.
En el primer trimestre del año, teniendo en cuenta el enorme listado de pendientes que dejó el macrismo en materia financiera, la administración del mercado cambiario no derivó en mayores sobresaltos. El titular del organismo, Miguel Pesce, había incluso confirmado la intención de ir liberando el cepo sobre el ahorrista. Sin embargo, el stock de reservas desde que comenzó el año evidenciaba una goteo constante. Sin los ingresos de dólares de deuda con privados ni las inyecciones record del Fondo Monetario al país, las reservas del Central se mantenían en un delgado equilibrio a la espera de una reactivación de comercio que le diera ese empujón final.
Las arcas del Central finalizaron enero con 44.917 millones de dólares. Para el cierre de febrero ya habían retrocedido 126 millones (hasta los 44.791 millones). Ante la inminencia del anuncio de aislamiento preventivo para contener la propagación del Covid 19 y una oleada de especulaciones financieras, la dolarización de cartera de privados se disparó en el mes del inicio del ASPO. En marzo bajaron 1230 millones (hasta 43.561 millones); en abril se mantuvieron casi sin cambio en 43.568 millones --con un leve incremento de ocho millones--; en mayo bajaron 979 millones (hasta 42.589 millones) y recién el mes pasado subieron de forma no despreciable en 654 millones hasta cerrar el semestre con un stock de 43.243 millones de dólares.
Las condiciones económicas respecto de los meses previos no mejoraron. Por el contrario, el deterioro económico global por la pandemia se va profundizando y cada vez hay que ir más hacia atrás para encontrar una crisis con la cual referenciar los tiempos actuales; algo imposible por la diferencia de riqueza que se destruye actualmente de la que desplomó con el crac del 30. La modificación en el escenario argentino que trajo "calma" al mercado de cambios fue una mayor supervisión oficial.
En un último manotazo de ahogado el macrismo aplicó antes de dejar el poder un estricto cepo para el sector ahorrista (de 200 dólares por persona que se mantiene hasta la actualidad), pero dejando, como siempre, abierta la puerta para empresarios y especuladores accedan a la divisa mediante el arbitraje de bonos y acciones entre el mercado local y plazas extranjeras. El gobierno actual convivió con ese esquema, que se había convertido en un canal alternativo que no genera demasiadas presiones para el Central, pero terminó jugando un papel desestabilizador en plena pandemia.
La posibilidad de dejar abierta la puerta a este tipo de maniobras no solo impactaba en la cantidad de reservas que se perdían sino también en las presiones sobre las cotizaciones alternativas o paralelas. El costo de conseguir dólares a través de la Bolsa (dólar Bolsa, MEP o contado con liquidación) tocó los 130 pesos en mayo, generando una brecha de 84 por ciento respecto de los 70,72 pesos de cotización oficial. La diferencia es mayor si se lo compara con los 67,73 pesos del mayorista, al cual suelen acceder las mismas empresas que luego también juegan con el dólar Bolsa.
El 1 de junio el Central dispuso límites a la compra de dólares, en función de si la empresa que los solicitaba había accedido al mercado cambiario a través del mercado de capitales en los últimos noventa días. Es decir, si ya habían comprado por contado con liquidación, no se les abría el grifo en el mayorista. La medida tuvo impacto inmediato y de los 654 millones que aumentaron las reservas, 500 millones fueron en las primera mitad del mes.
Luego, por pedido de los industriales, se flexibilizó la norma y se tuvo en cuenta una serie de salvedades que permitían conseguir autorización al acceso al mercado oficial de cambios a pesar de haber operado con el dólares bursátiles. Entre estos, estuvieron los importadores, a los que habilitó a acceder al mercado oficial para hacer frente a las obligaciones a partir del momento que se despacha el embarque en puerto de origen. También se agilizó el acceso en el caso de compra de insumos.
Si bien se desaceleró el crecimiento de las reservas, se mantuvo a raya el mercado de dólares bursátiles y el costo del contado con liquidación se redujo 23 por ciento del pico de 130 pesos que tocó a mediados de mayo hasta los 105,5 pesos con que finalizó junio. Esta baja tuvo lugar incluso cuando la versión oficial se encareció en ese igual período un 4,7 por ciento, de 70,72 a 74,30 pesos. La brecha entre la cotización oficial del dólar y las alternativas bursátiles se redujo así a la mitad para cerrar en un 42 por ciento.