Por el registro actoral de Alejandro Awada han pasado personajes con todos los matices: desde criminales temibles como Arquímedes Puccio en Historia de un clan hasta chantas queribles como el detective privado Marcos Molero, en Los Simuladores. En la actualidad, Awada es Klaus, un hombre capaz de todo por tapar las suciedades que carga su familia, en la película Una muerte silenciosa, notable thriller de Sebastián Schindel que lo une a figuras como Joaquín Furriel, Soledad Villamil y Víctor Laplace, y gran elenco. En un mano a mano con El Destape, Awada adelanta su nuevo trabajo -que puede verse en salas de cine-y ofrece un repaso por su carrera y aspectos curiosos de su vida íntima.
Una muerte silenciosa pudo rodarse en un momento del país donde se apoyaba al cine argentino como industria de trabajo. ¿Cuál creés que hubiera sido el destino de la película si se filmaba en la actualidad?
- La película tiene una gran producción y sin el subsidio del INCAA hubiese sido imposible que se realice. Siento tristeza por mí y por todos de que el INCAA no esté haciendo lo que debe hacer, que es subsidiar el cine argentino porque es uno de los más prestigiosos en todo el mundo. Yo deseo y le pido por favor a las autoridades que vuelvan a apostar por el cine nacional.
Y que no maltraten a los artistas. ¿Viste la noticia del ataque del presidente Javier Milei a Cecilia Roth?
- Me dejó muy triste esa noticia porque Cecilia es una actriz muy comprometida con su país y veo cierta impunidad peligrosa de parte de quienes nos están gobernando. Vi la entrevista que dio Cecilia y la encontré dolida con lo que estamos viviendo hoy en Argentina. Me parece muy injusto lo que le ocurrió y no se lo merece de ninguna manera. E insisto, pido por favor a las autoridades del INCAA que sigan subsidiando el cine argentino porque es semillero de miles directores con ganas de filmar sus óperas primas.
Nueve Reinas, del recordado Fabián Bielinsky, por ejemplo…
- Sí, pero en el caso de Fabián él estaba filmando una ópera prima que parecía una décima película (risas). Nueve Reinas es una película de culto y fue una ópera prima.
¿Sentís que tu responsabilidad como actor es diferente cuando tenés que actuar en una ópera prima?
- No en el caso de Nueve Reinas, porque Fabián fue una bestia de director. Me ha tocado, sí, filmar óperas primas con directores con poco conocimiento, a los que no voy a nombrar… fueron experiencias algo lamentables.
Vuelvo a Una muerte silenciosa. Klaus, tu personaje, es muy ambiguo y oscuro. ¿Qué fue lo que más te sedujo de la película y del rol?
- El guión me encantó y el personaje es increíble, tiene una doble moral, no es una persona confiable y tiene sus matices. Klaus vive de la caza, alquila su casa para que vengan extranjeros a cazar… ahí tenemos un perfil bastante marcado. Me gusta mucho la película, deseo que vaya mucha gente a verla al cine.
¿Cuán importante fue la locación patagónica para el desarrollo del thriller?
- El lugar se llama Valle Hermoso y está a 50 kilómetros de San Martín de los Andes. Todos los días hacíamos el viaje de una hora para llegar y una hora para volver, y en esa hora de viaje me conectaba con el paisaje y con lo que tenía que hacer. Es un lugar bellísimo, pero con nieve y -12 grados bajo cero… no hay mucho espacio para la distracción, te metías sí o sí en el personaje.
También está la cuestión de los silencios, fundamental para la película. Una muerte silenciosa fue desafiante en ese sentido, hay que narrar sin narrar, que sea la mirada la que narre. Hay una escena de mi personaje con el de Soledad Villamil -trabajar con ella es un lujo- en el que ella mira por la ventanilla del auto como viene Klaus y con esa acción está contando todo, no dice una sola palabra.
No es la primera vez que encarnás un personaje oscuro en películas y series: fuiste Arquímedes Puccio en Historia de un Clan, Jorge Rafael Videla en El almuerzo. ¿Cómo es tu proceso para tratar de entender las motivaciones de estas personas?
- Yo trabajo muy de la mano de la palabra escrita, de comprender esa palabra y los pensamientos que están allí dando vueltas. Eso, sumado a las indicaciones del director, me ayuda a entrar en el personaje. No me resulta difícil ese proceso así como tampoco lo es correrme de ese lugar para ir a tomar un café al bar de la esquina (risas). Conozco mi oscuridad y si me tengo que meter ahí lo hago, pero me aseguro de salir siempre.
¿Disfrutás viendo tu trabajo?
- Sí, a esta altura de la vida trato de no criticarme. Durante mucho tiempo fui muy exigente conmigo mismo, sentía que nunca alcanzaba una meta.
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Su debut como extra en Highlander 2, la película que lo ayudó a pensar en la relación con su hija y el día que conoció a Macri como "cuñado"
Debutaste como extra en la película Highlander 2, con Sean Connery y Michael Ironside, que se filmó en Argentina. ¿Cómo llegaste hasta ahí?
- (Risas) ¡Sí! Eso fue espectacular. Crearon una ciudad en Puerto Madero, la producción era tremenda. Me había enterado que buscaban extras para la película así que me presenté al casting y quedé. Cuando íbamos a hacer la escena, Mulcahy (Russell Mulcahy, director de la película) me vio y me puso en un lugar diferenciado. Tengo dos planos para mí solito en la película, ¡te lo juro!.
¿Te acordás de cómo era la escena?
- Sí. Yo estaba viendo la tele apoyado en la barra de un bar y entra el personaje central, tiene un intercambio con el barman y una señora se levanta y le pega un botellazo.
En los últimos meses del 2024 se estrenó en cines, y luego en Netflix, la película Transmitzvah, de Daniel Burman, y tu personaje me resultó muy peculiar porque es un padre que, desde el inicio de la historia, no tiene conflictos con la identidad de género de su hija… No hay muchas paternidades de ficción que apoyen a sus hijos de esa manera.
- Sí, y por eso mismo me gustó hacer la película. ¡Es de avanzada! El padre no reniega de su hijo-hija, la ama por cómo es. Me parece muy valiente de parte de Daniel Burman meterse con ese material y la película removió cosas en mí, procesos sobre el ser padre y las decisiones que toman nuestros hijos. Nai (Awada, su hija) siempre tuvo muy claro siempre que quería estar en este medio y yo, por supuesto, la apoyé antes y ahora. Con Nai he aprendido a ser menos prejuicioso.
Me acuerdo que habías entrado en conflicto cuando Nai participó en el reality Bailando por un sueño…
- Tenés razón. Yo no aceptaba que interviniera en los realities, pero claramente Nai era feliz así y entonces me tuve que correr del centro y apoyarla, observando su camino.
¿Con Juliana, tu hermana, se amigaron?
- No hubo una pelea. Yo opiné en un momento sobre su marido y no fue una opinión valiosa de mi parte. Pero ella nunca me cuestionó. Al poco tiempo nos abrazamos y es una mujer que adoro, quiero mucho, mucho, y conmigo se porta siempre de manera sensacional.
La pregunta obligada: ¿cuál fue tu reacción cuando te dijo que estaba saliendo con Mauricio Macri?
- Sorpresa. Cuando me enteré que Juliana estaba saliendo con Macri al poco tiempo me invitaron a la Quinta de Macri (risas)... y ahí estaba yo observando, escuchando, viendo dónde agarraba y la verdad es que él fue muy correcto conmigo. Siempre lo es.
¿Se juntan a comer en familia?
- Para el Día de la madre, esas cosas. No se habla de política en la mesa, no hay ninguna chance (risas). Sí hablamos de películas y él (Mauricio Macri) es un gran lector. En las comidas solemos hablar de libros, películas, hijos. Yo nunca he hablado con Juliana de temas vinculados a la cultura y la política. Me interesa preservar los vínculos y jamás le pedí nada, porque le generaba presión que le pidieran cosas.
¿Qué se viene para tu futuro?
- Comencé a ensayar ayer, con mucho entusiasmo y muy contento, una obra que se llama Match for love, que es la adaptación de una novela de Jorge Dyszel dirigida por Miguel Ángel Sola. En la obra actúo junto a la actriz Clara Alonso. La obra trata sobre los enganches por Tinder y esas cosas, es la historia de una relación muy despareja de mucho amor entre una mujer joven y un hombre grande.
¿Nunca usaste Tinder?
- No, te lo agradezco (risas). Yo no soy amigo de la tecnología, uso el teléfono para lo elemental. En situación de citas me enganchan amigos que me quieren presentar una mujer o conocidas de hace tiempo que me preguntan en qué ando.