En la primera mitad del año, quien realizó un plazo fijo logró ganarle a la inflación, una situación tan impensada entonces como la pandemia. Un depósito bancario realizado en enero otorgó una rentabilidad de hasta el 35 por ciento anual (Banco Nación), que en el semestre se traduce en una ganancia de 17,5 por ciento. Fue superior a la inflación del período, la cual se estima de hasta 13,1 por ciento. El último dato oficial fue el 11,1 por ciento hasta mayo inclusive. El plazo fijo también logró empardar el movimiento del dólar, que se apreció de enero a junio 17,6 por ciento.
Con un piso de 30 por ciento de tasa para los plazos fijos que dispuso el Banco Central, sobre el que las entidades privadas no agregan ni un punto, parece difícil que se logre la misma performance en la segunda mitad del año. La apuesta para captar ahorro en el mercado local es crear mayor oferta de fondos comunes de inversión en base a dólar, inflación y ladrillos.
Tras un 2019 con inflación récord en casi tres décadas y un sistema financiero completamente desregulado, la posibilidad de mantener el poder adquisitivo del dinero a través de medidas convencionales como un depósito a plazo parecía utópico. Los aumentos en las tasas de interés que se aplicó como política monetaria, que llegaron a superar el 70 por ciento anual, habían quedado ineficaces ante una inflación que se espiralizaba. Además, la falta de controles evitaba que la rentabilidad que ofrecía el BCRA a los bancos se trasladara en mejores rendimientos al público.
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En enero los bancos continuaban con una amplia dispersión en la rentabilidades que ofrecían a los ahorristas y el Banco Nación buscaba convertirse, sin éxito, en una guía para el resto de la banca. En ese mes el Nación ofrecía una tasa (media del sistema) de 35 por ciento anual, mientras que en entidades de segunda línea los extremos se ubicaban en 29 y 38,5 por ciento, según los relevamientos diarios publicados por la autoridad monetaria en su página Web.
Con la necesidad de reactivar la economía, se inició un proceso de reducción de la tasa de interés rectora. Sin controles, el traslado al público fue mayores tasas a cobrar por los préstamos y menores tasas para los depósitos, ampliando la brecha para obtener mayores resultados. Finalmente, se reestablecieron los pisos y techos de tasas y actualmente se ubican en 30 por ciento para los plazos fijos.
Los rendimientos de la primera mitad del año se comparan con una atípica situación de pandemia. El congelamiento de la actividad por las medidas de aislamiento social para prevenir la propagación del Covid 19 se convirtieron en un freno artificial para la inflación, que cerrará a junio en valores de 13 por ciento acumulado interanual, ya que las estimaciones privadas anticipan que en junio fue de 2 por ciento. La expectativa es que luego de que se liberen los precios congelados durante la pandemia y se reactiva la demanda habrá una aceleración de precios en la segunda mitad.
Los participantes del Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA (generado a partir de una encuesta dirigida a analistas especializados locales y extranjeros) anticipa que este año la inflación será en torno al 40,7 por ciento. Esto implica más de 25 puntos porcentuales de inflación para la segunda mitad del año, lejos de lo que un plazo fijo al 30 por ciento anual entregue al ahorrista. "El promedio de las variaciones mensuales esperadas por el REM entre junio y diciembre de 2020 es de 3,3 por ciento mensual", señala el último relevamiento conocido este viernes.
Estará lejos de ganarle al dólar. Según la misma encuesta entre consultoras y bancos locales y extranjeros, el dólar a fin de año se ubicará en 88 pesos, 18,5 por ciento respecto de los 74,32 pesos en que se ubica la cotización nominal. En cuanto a las tasas de interés, para julio los analistas prevén un sendero mensual estable hasta cerrar en 30,8 por ciento en diciembre.
Las alternativas tradicionales dependerán entonces de si se cumplen o no estas proyecciones, sin comparar el arbitraje de comprar dólares en el segmento formal para ofrecerlo en canales paralelos, ya que la brecha de precios entre ambos hoy alcanza al 42 por ciento.
Las alternativas para el pequeño ahorrista se enfocan entonces en colocaciones a plazo indexadas por el índice de precios, como los depósitos UVA, que permiten sumarle el efecto de la inflación sobre el dinero inmovilizado. También los instrumentos dollar-linked (atados a la cotización del billete verde). Son instrumentos para inversores no sofisticados y a los que pueden accederse a través de los bancos.
Para quienes puedan arriesgar más, están los fondos comunes de inversión, con una variedad de monedas y rentas (fija, variable o mixta). La Comisión Nacional de Valores comunicó esta semana un período de trabajo conjunto para crear "un régimen especial de vehículos de inversión colectiva para el sector inmobiliario".
"La iniciativa busca instaurar ciertas novedades y cambios al régimen vigente de los Fondos Comunes de Inversión y de los Fideicomisos Financieros, con una doble finalidad: por un lado dotar al sector inmobiliario de una herramienta de financiamiento acorde con la particular naturaleza del sector y a la situación económica y financiera global y, por otro, acercar al mercado de capitales un nuevo menú de productos", detalló la entidad que conduce Adrián Cosentino.