Argentina y Brasil no solo comparten puntos técnicos en común, como el libre flujo de capitales, de comercio y de trabajadores y trabajadoras, sino que ambos ciclos económicos suelen ir de la mano, salvo en pocas ocasiones. Por eso, ahora las dos potencias sudamericanas buscan profundizar su relación bilateral en el intercambio comercial, abandonando el dólar para esas operaciones; en materia energética, con la posibilidad de exportar gas desde Vaca Muerta y reconfiguración de la coordinación regional, y con acuerdos que tengan mucho de político. Hacen esta apuesta porque la relación positiva entre el PBI brasileño y el argentino está probada. En los últimos 20 años, cuando Brasil creció, también lo hizo Argentina en el 71 por ciento de los casos.
Brasil es nuestro principal socio comercial. En 2022 concentró el 17 por ciento de los flujos comerciales externos y se constituyó en el principal destino de las exportaciones argentinas por casi 12.000 millones de dólares, representando las mismas un 14 por ciento del total. Las compras a ese país, por aproximadamente 15.000 millones, representaron el 20 por ciento de las importaciones argentinas, ubicándose en el segundo lugar después de China. "La relación comercial bilateral fue históricamente más favorable para Brasil, pero también fue tomando diferentes matices y evolucionado de distinta forma de acuerdo al contexto internacional y la línea conceptual seguida por los proyectos gubernamentales de turno en cada país", remarcaron desde el CEPA en un informe preparado para la Cumbre de Presidentes que se lleva en Buenos Aires..
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Se puede identificar una primera etapa de fuerte integración regional entre los mandatos de Lula da Silva (2002-2010) y Néstor Kirchner y Cristina Kirchner (2003-2015). En el marco de la agenda de producción y desarrollo de ese entonces, se verificó el fuerte crecimiento del comercio bilateral entre los años 2003 y 2011, con un aumento sostenido en los flujos comerciales sólo suspendido por el impacto de la crisis financiera internacional durante 2009.
En 2011 se registró el máximo intercambio comercial entre ambos países, con una cifra anual que rozó los 40.000 millones de dólares entre exportaciones e importaciones. Este período estuvo signado también por el crecimiento económico de ambos países: Argentina promedió un crecimiento del 6,5 por ciento de su PIB y Brasil un 4 por ciento del mismo. El período 2011-2015 estuvo caracterizado por un crecimiento más moderado del PBI y del comercio mundial, trasladando sus efectos también a la región. El menor crecimiento del PBI brasileño hizo que las ventas hacia ese país cayeran en términos de volúmenes, que, combinado con el ciclo de precios de los commodities más bajos, redujeron gradualmente el valor exportado.
"Las exportaciones se mantuvieron en niveles históricamente elevados, mientras que las importaciones cayeron a un ritmo más acelerado gracias a una administración más balanceada del comercio exterior", explicó el CEPA. Ambos comportamientos permitieron reducir el déficit comercial durante este período (en promedio fue de 2000 millones de dólares frente a 3100 millones de la etapa previa).
Durante la gestión de Juntos por el Cambio (2016-2019) se abrió una nueva etapa en la política comercial externa con una mayor liberalización de los flujos comerciales y la eliminación al cepo cambiario. El sesgo aperturista se reflejó en el crecimiento de las importaciones y el estancamiento de las exportaciones, siendo el año 2017 el peor registro de déficit comercial bilateral de la historia (- 8700 millones de dólares).
La crisis económica que atravesó la Argentina en 2018 y 2019, con la correspondiente contracción de la demanda agregada producto de ella, redujo notoriamente las importaciones de productos desde Brasil, retrotrayendo las mismas a los valores del año 2005. Se registró así el primer superávit comercial bilateral desde 2002, pero no como resultado de un proceso de aumento de las exportaciones o de un cambio del perfil exportador del país, sino a causa de la parálisis productiva que generó la crisis y el deterioro del poder adquisitivo de la población.
Sobre ruedas
Durante esta etapa se destacó la agudización del déficit comercial del complejo automotriz. De 2016 a 2019 se verificó un aumento de la participación de automotores importados en las ventas al mercado doméstico: en promedio fueron el 68 por ciento del total de patentamientos, cuando a lo largo de todo el período 2011-2015 este guarismo rondó el 60 por ciento. En el año 2017 tocaron un récord histórico las importaciones totales del sector con más de 20.000 millones de dólares (42 por ciento vehículos y 58 por ciento autopartes), de los cuales más del 80 por ciento tuvieron como origen Brasil.
Los vehículos terminados importados ese año desde Brasil sumaron casi 4900 millones de dólares, un 85 por ciento desde los 2600 millones de dólares de 2015. El año 2017 también fue el del déficit más profundo, superando los 13.300 millones de dólares, la cifra más elevada desde el déficit de 2013 por 8.400 millones. En 2018 y 2019 el déficit se morigeró por los efectos de la crisis y caída de la demanda ya señalados (-14.000 millones de dólares entre ambos años).
"El desprestigio a la integración regional de la gestión de Jair Bolsonaro, la restauración del modelo productivo con el regreso del peronismo a nuestro país y los efectos de la pandemia sobre la configuración del comercio a nivel internacional, volvieron a afectar las relaciones comerciales entre ambos países. En 2020, 2021 y 2022 Brasil dejó de ser nuestro principal socio comercial y fue reemplazado por China, al tiempo que se redujo sensiblemente nuestro déficit comercial con el país vecino", señaló el informe de la consultora que conduce Hernán Letcher. El déficit promedio de 2016-2019 fue de 4400 millones de dólares, mientras que el de 2020-2021 fue de solo 710 millones, influenciado por las restricciones al comercio derivadas de la pandemia.
La recuperación económica de los últimos dos años permitió que la situación se revierta en el 2022, pero cabe advertir que las exportaciones de Brasil reaccionaron con más fuerza de lo que lo hicieron las exportaciones argentinas, llevando el déficit bilateral a valores más similares a los del período 2011-2015 (3400 millones de dólares) respondiendo al perfil de exportaciones de cada uno de los países.
"Un punto que merece ser destacado en esta etapa es la significativa reversión del déficit comercial del complejo automotriz, que se sostuvo por debajo de los 2000 millones de dólares en los últimos tres años", agregó. El éxito radicó en una administración más eficiente del comercio, centrada en una mayor integración de la rama y la priorización de la industria nacional, como así también el crecimiento de las exportaciones argentinas. Actualmente el intercambio comercial con Brasil mantiene un margen de crecimiento con relación a los máximos de 2011 (de unos 10.000 millones de dólares).
El perfil del comercio bilateral entre la Argentina y el Brasil es preponderantemente manufacturero, las manufacturas de origen industrial son significativas e involucran cadenas de alto valor agregado. A su vez, al igual que en otras economías emergentes, los productos primarios y de su primera transformación ocupan un lugar relevante en las exportaciones totales del Brasil y de la Argentina.
Durante el último año del mandato de Lula (2010) las exportaciones a Brasil se caracterizaron por ser en un 69 por ciento manufacturas de origen industrial, destacándose automóviles y productos químicos. Con Macri y Bolsonaro se volvieron a primarizar las exportaciones argentinas.