En las últimas semanas se especuló con que la invasión rusa a Ucrania impacta económicamente en dos niveles para Argentina: uno favorable vinculado a la suba de los productos agrícolas que el país exporta, y otro negativo relativo a la suba en el precio de la energía que Argentina necesita para continuar el crecimiento económico iniciado en 2021. Si bien se trata de un fenómeno dinámico, el último informe de la Fundación FIDE desmenuzó los datos y arrojó un primer diagnóstico: el balance será deficitario.
De acuerdo a este prestigioso centro de estudios, los impactantes aumentos operados por la guerra entre dos países que explican casi el 30 por ciento del total de las exportaciones mundiales de trigo, casi el 20 por ciento de las de maíz, y más del 80 por ciento de aceite de girasol, así como en el caso ruso el 40 por ciento de las exportaciones de petróleo y 25 por ciento de gas natural a Europa, provocarán al país un saldo negativo de 1.000 millones de dólares. Un número no menor, si se tiene en cuenta que representa cerca del 20 por ciento de los 4.200 millones que el gobierno se comprometió con el FMI a bajar su déficit fiscal.
Desde FIDE, llegan a esta conclusión al señalar que el valor del gas natural licuado (GNL) europeo que importa argentina creció más de un 150 por ciento respecto del invierno anterior, y agregan, que “los precios de la energía seguirán altos, ya que existen factores estructurales como el daño a la infraestructura de distribución de gas a Europa y las sanciones a Rusia”. Así, proyectan que a nivel general, tanto por la necesidad de mayor energía para sostener el crecimiento como por el precio de la misma, el país tendrá un déficit energético cercano a los 6.000 millones de dólares. Sin embargo, balancean esta realidad con el hecho de que los commodities exportados por Argentina, especialmente sus Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA, los productos procesados de materias primas como el aceite o la harina), sumarán 5.000 millones de dólares al saldo favorable proyectado antes del inicio de la guerra, con lo cual el balance no será tan desfavorable, aunque sí negativo.
Con todo, desde este centro de estudios remarcan que en la actual dinámica marcada por la incertidumbre, estas proyecciones podrían variar. De hecho, señalan que no se podría descartar que los precios de las materias primas exportadas por Argentina disminuyeran su valor, tanto por una mayor oferta de granos del hemisferio sur, como por una suba de las tasas por parte de la Reserva Federal (el Banco Central norteamericano) para contrarrestar la inflación. Concretamente, dicha suba de tasas aumentaría el valor dólar, con lo que los precios en dólares de las materias primas descenderían.
Un panorama eléctrico
Sin embargo, el foco de la cuestión está puesto en la importación energética, dentro de un contexto de amplia restricción externa, es decir carencia de dólares en el país luego del mega endeduamiento en moneda extranjera al que lo sometió la alianza Cambiemos entre 2016 y 2019. (Ver cuadro).
Sucede que si bien entre 2020 y 2021 el país tuvo un saldo comercial muy favorable, de más de 27.000 millones de dólares, el mismo debió ser utilizado en gran medida para pagar deudas contraídas durante la etapa macrista, al punto que hoy prácticamente no cuenta con reservas disponibles para importaciones.
Citando a la consultora Economía y Energía, desde FIDE señalan que cada 10 dólares por millón de BTU que aumenta el GNL importado, los subsidios a la energía se elevarían en 1.600 millones de dólares, con lo que para un escenario base de 20 dólares por millón de BTU la tarifa eléctrica debería subir un 80 por ciento solo si se buscan sostener los niveles de subsidios del año pasado, cercanos a los 11.000 millones de dólares.
El escenario descripto, plantea dos problemas. El primero de ellos es que significarían subas mayores a las anunciadas por el gobierno, que en su principio de acuerdo con el FMI buscaba que lo aumentos se liguen por el índice salarial antes que por el costo energético, y donde se comprometió además que por lo menos en un 30 por ciento de usuarios, los de menores recursos, tengan subas que no sean mayores al 40 por ciento. Pero además, el escenario base de 20 dólares propuesto por FIDE, es hoy lejano a los 60 dólares por millón de BTU en los que cerró la cotización del GNL en el día de ayer, más allá de que la fluctuación puede hacer descender este precio en los próximos días.
En cualquier caso, nada parece variar la conclusión a la que llegan desde FIDE, en la que estiman que “el efecto agregado sobre el balance comercial y las cuentas públicas será adverso”, pues “la magnitud del aumento de las importaciones energéticas superaría el crecimiento de las exportaciones agropecuarias”, lo cual “implicará una reducción del superávit comercial para este año y sumará una mayor exigencia a la cuenta de subsidios de tarifas”.