“Bondy, ciudad de posibilidades”. En Bondy, suburbio del oeste de París, Departamento 93, Siena-Saint-Denis, está la mayor proporción de inmigrantes y la tasa de pobreza más alta de Francia. Es la “banlieue”, como se llama a la periferia parisina, una inversión coloquial de “lieu du ban” (literalmente: “lugar de destierro”). La periferia que estalló en violencia en 2005. “Escoria”, llamó a esos jóvenes el entonces ministro de Interior de Francia, Nicolas Sarkozy, poco después elegido presidente de la nación. Allí crecieron dos cracks de la selección francesa que hoy por la tarde debuta contra Austria en la Eurocopa de Alemania (William Saliba y Randal Kolo Muani). Pero allí en Bondy, en ese “lugar de destierro” nació también Kylian Mbappé. Su imagen acompaña la pintada mural con la frase con la que iniciamos este artículo: “Bondy, ciudad de posibilidades”.
Campeón mundial con la selección de Francia en Rusia 2018, con apenas 19 años de edad, y subcampeón en la Copa siguiente de Qatar 2022 (anotó tres goles en la final contra Argentina), Mbappé, negro de padre camerunés y madre argelina, “politizó” la Eurocopa, dicen algunos, porque ayer domingo, un día antes del debut, dijo a los jóvenes de su país que Francia vive “tiempos sin precedentes y cruciales” y les pidió en tono claramente apasionado y personal que tomen “la decisión correcta” y que voten “en contra de los extremos”. Fue un claro mensaje a votar en contra de Marine Le Pen, líder de una ultraderecha que se suavizó con los años, para diferenciarse de Jean Marie Le Pen. Su padre, más radical, lideraba el Frente Nacional que cuestionaba a la selección que terminó siendo campeona en el Mundial de 1998. No la cuestionaba por su rendimiento. Sino porque tenía demasiados hijos de inmigrantes, algunos de los cuales “ni siquiera” sabían cantar La Marsellesa.
Era la selección multicolor que lideraba el capitán Didier Deschamps, hoy DT en la selección de Mbappé. Era la selección, así la bautizó la prensa, “Black-Blancs-Beur” (negros, blancos y árabes). Imposible olvidar una viñeta que salió en portada del diario Le Monde en pleno Mundial 98. Un votante de Le Pen preguntándole a otro votante de Le Pen qué opinaba de esa selección que casi no cantaba La Marsellesa. La respuesta: “Mientras sigan haciendo goles” no habrá problemas. Esa Francia ganó la final 3-0 a Brasil con dos goles de Zinedine Zidane, hijo de argelinos. Los analistas afirmaron apresurados que esa selección campeona representaba a la nueva Francia integrada. Sin embargo, una elección siguiente desplazó al tercer lugar u dejó afuera del ballotage, al oficialismo socialista de Lionel Jospin. El segundo lugar fue ocupado por Le Pen. El papá de Marine.
La conferencia de prensa del domingo de Mbappé fue tapa en todos los portales. Porque el presidente de Francia, Emmanuel Macron, tras su pobre resultado en las últimas elecciones europeas, decidió convocar a elecciones legislativas anticipadas el 30 de junio, menos de un mes antes de los Juegos Olímpicos que comenzarán en París el 26 de julio. Hay encuestas que sugieren un posible triunfo de Marine Le Pen. La posible ganadora que no quiere Mbappé. Antes que Kylian, otros dos jugadores de la selección francesa también se pronunciaron en contra de ella. Fueron los delanteros, ambos negros, Ousmane Dembelé y Marcus Thuram. “La situación es triste, muy grave. Tenemos que decirle a todos ‘vayan a votar, luchen todos los días para que no pase RN (Agrupación Nacional, el partido de Le Pen)’”.
Marcus es hijo de Liliam Thuram, justamente uno de los líderes de aquella selección campeona del 98, nacido en Guadalupe, pequeño archipiélago de las Antillas, en el Caribe, crecido con cuatro hermanos y madre empleada doméstica y, como Mbappé, él también hijo de la banlieue. Cuando en el ’98 Le Pen se inquietaba por el color de su piel y de muchos de sus compañeros campeones, Liliam Thuram le respondió al político racista: “Personalmente, no soy negro, soy francés”.