La Temporada 2023 de la Sala Casacuberta en el Teatro San Martín abrió con el estreno de Las ciencias naturales, segunda obra de la La Saga Europea -nombre que lleva el proyecto de la Compañía Teatro Futuro, que se propone explorar la relación entre Latinoamérica y Europa a través de la literatura y que se inició con Las cautivas, estrenada en 2021 en el Teatro de la Ribera- dirigida por Mariano Tenconi Blanco. En ella, un naturalista alemán viaja a América junto a su secretario español con la misión de hallar el origen del ser humano y encallan en el Río de la Plata, un territorio del que nada saben y poco esperan.
Rudolph Weiss, el alemán encarnado por el enérgico Agustín Rittano, es uno de los personajes que llevan adelante esta historia de aventuras y delirio que explora las bases de la teoría de la evolución darwiniana y la clásica historia del Fausto, ese hombre infeliz que pacta con el diablo para lograr sus máximas aspiraciones. En diálogo con El Destape, el intérprete -cara conocida entre habitués del teatro y con crecimiento popular en formatos audiovisuales- adelantó el electrizante desafío laboral que lo tiene brillando en el circuito oficial.
- ¿Cómo te sentís haciendo Las ciencias naturales?
Este trabajo en particular requiere mucha disciplina porque no lo sacás de taquito. Es una pieza muy particular, compleja, que en principio iba a durar como 3 horas y después tuvo algunas modificaciones hasta el estreno. A la vez, el universo y los personajes son muy atractivos aunque, me sucede, en principio pueda ser complejo encontrarle un devenir a la historia ya que el formato es casi de collage e idas y vueltas. A nivel energético, hay veces que no paro. Me sirve para mantenerme en frecuencia. Estoy acá y en todos lados, hablo con todos, me muevo, en verdad no paro.
En materia de público, a medida que pasan las funciones la obra va tomando una dinámica más fuerte. El domingo después del estreno tuvimos una función en la que sentí que por primera vez entrábamos en zonas peligrosas, no solamente comedia y risas. Ingresar a ese código con la platea es fantástico y no muchas veces sucede.
- Sucede que parte del público teatrero de Argentina tiene la necesidad imperante de reírse de todo y no permitirse estar incómodos.
Es algo que digo y pienso todo el tiempo. Me retrotraigo al ‘99, año en que vine a vivir a Buenos Aires, y al excelente nivel de dramas y comedias que había en la Avenida Corrientes: había una necesidad de experimentación en todos los circuitos teatrales de Buenos Aires, era un gran momento para disfrutar la escena. No es que extrañe eso pero sí veo que hoy el interés de la gente es reírse. Entiendo que hay una gran cantidad de público que quiere venir al teatro a distraerse pero, por ejemplo, cuando hacíamos la obra Todo tendría sentido si no existiera la muerte (de Mariano Tenconi Blanco) en el Metropolitan Sura y se le comunicaba a la gente que duraba 3 horas y media, mucha se desesperaba y se iba.
- ¿Sos actor de voz?
No, ¿por?
- Tenés buen registro vocal.
Lo he hecho mucho, más de caradura, pero me llaman. Durante la pandemia sobre todo. Me gusta mucho inventar voces para publicidades, en el teatro también aplico ese juego. Lo que es la técnica de los doblajistas no la tengo.
- ¿De dónde sos?
Me crié en Tilisarao, un pueblito del noroeste de San Luis, casi en el límite con Córdoba. Fue increíble poder haberme criado entre todo ese campo, sabiendo que tenía todo el espacio para jugar y que podía volver a cualquier hora a casa porque nada iba a pasar. La adolescencia fue diferente, ahi algo se estanca y tenés hambre de más.
- ¿Hambre de actuar?
Durante mucho tiempo ni lo pensé como un trabajo, aunque me encantaba el cine. Era la cita obligada de todas las noches: El mundo del espectáculo. Con esas películas dobladas que vi en televisión, más los VHS y el hecho de que en mi etapa de estudiante me encantaba actuar, disfrazarme y convertirme en otro, por un rato fue moldeándose un poco ese chip actoral que más tarde se activaría. Igual, hasta que empecé a trabajar como actor estudiaba Periodismo.
- Podríamos haber sido colegas.
¡Sí! (risas) A los 17 años viajé a Córdoba para estudiar Periodismo, Comunicación Social, y luego seguí los estudios en Buenos Aires. Me arrepiento de no haber terminado la carrera, me encantan ese mundo y los periodistas. Pero no es casual que mientras estudiaba ya había una demanda por parte de los que me rodeaban, de decirme que tenía que ser actor.
- ¿Y qué te trababa como para no seguir ese camino?
Nada. Simplemente creía que me estaban jodiendo. En Buenos Aires, mientras seguía con Periodismo en paralelo me anoté en el Conservatorio Nacional y ahí empecé a entusiasmarme. Encima había una pequeña demanda de actores por lo que no me fue demasiado complicado empezar a tener algunos trabajitos. Fue un gran momento, hace mucho tiempo ya. En esos años tenía rastas.
Como estudiante de actuación, el aprendizaje más grande que tuve fue buscar mi poética. Cuando empezaba sentía que todo ese bagaje cultural que traía de mi pueblo debía erradicarlo para fundirme con la masa porteña y conseguir empleo en Buenos Aires; estaba equivocadísimo. Grandes maestros me enseñaron que justamente eso es lo que me distinguía de otro, mis raíces.
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- El 2020 fue un año importante en tu carrera gracias a la película Tóxico y el boom mediático que generó su historia pandémica.
Eso fue una locura. Cuando filmamos la película en 2018 -que fue como una especie de presagio de lo que vendría- con Jazmín Stuart (compañera de protagónico) estábamos mucho tiempo con barbijo y era una rutina, en ese entonces, imposible de sostener. De repente en el 2020 estalló la pandemia, íbamos a estrenar en cines pero terminamos haciéndolo en la televisión, en el canal Cine.ar, y empezó la ola mediática. 'Ya se avivaron', 'mirá la viveza argentina', dijeron algunos, reacciones increíbles.
Lo fantástico fue que la película había sido pensada desde el absurdo y la ciencia ficción, y terminó siendo una historia de terror realista, casi costumbrista, con escenas muy posibles en la vida común.
- ¿Te gusta la exposición que da el cine?
No me acostumbro, es muy raro. Siempre me gustó el teatro, la posibilidad de hacer cine siempre fue algo que quedaba para más adelante, para llenar baches. Recién con la post pandemia empecé a entusiasmarme más con la lógica de lo audiovisual. Por supuesto, el efecto masivo y a gran escala del cine te inmortaliza.
- Y las redes sociales se llenan de nuevos seguidores
Soy medio aparato con las redes sociales (risas). Debería empezar a ponerme más activo con eso porque sino te quedás out del sistema. Pasa que no tengo la costumbre, ni la adicción, de agarrar el teléfono salvo cuando estoy en una sala de espera de hospital. Ahí miro el Instagram. Soy medio friki.
- ¿Cuál es tu película preferida?
El ocaso de una vida (Sunset Boulevard), de Billy Wilder. La vi en una televisión de 14 pulgadas por primera vez y no podía creer lo que estaba viendo. La escena de Norma Desmond bajando la escalinata toda loca es fascinante.
- Las ciencias naturales. Dramaturgia y dirección: Mariano Tenconi Blanco. Elenco: Agustín Rittano, Ariel Pérez de María, Juan Isola, Marcos Ferrante, Andrea Nussembaum y Gabriela Ditisheim. Música en escena: Ian Shifres. Funciones de jueves a domingos a las 20 horas en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530, CABA).