El hall del Teatro San Martín se convirtió en un estudio de televisión y el debate acalorado sobre las responsabilidades de un suceso originado en una protesta ambientalista acapara la totalidad del informativo. A partir de lecturas y recortes de la obra de Jean-Paul Sartre, la directora Eva Halac crea un híbrido teatro-audiovisual muy cercano a la realidad en "Esto no está pasando". Osmar Núñez, actor de vasta trayectoria en cine, teatro, televisión, timonea con solidez un gran elenco de artistas que se lucen en lo nuevo del Complejo Teatral Buenos Aires.
En el currículum de Núñez figuran grandes proezas artísticas, aunque quizás la más popular lo conecta con el General Juan Domingo Perón ya que fue el actor que más veces lo interpretó (3 veces en total). Recientemente, se lo pudo ver encarnando a Marlene, la madre trans de Emma (Mariana Genesio Peña) en la tira diaria "Pequeña Victoria". “Me encantan los personajes que están al borde, los pecadores, los marginales, los contradictorios. Los héroes son el ideal idiota de lo que quisiéramos ser y la verdad es que los seres humanos naturalmente somos perdedores”, reflexiona Núñez, en diálogo con El Destape.
- Antes de que cayera la pandemia estabas protagonizando en La Carpintería la obra “Algo de Ricardo”, ¿cómo asimilaste la noticia de que los teatros iban a cerrarse por la crisis sanitaria?
Cuando empezaron a pasar los meses transité una depresión compleja y pasé por todos los estados por los que estuvo casi todo el mundo. No me puedo acostumbrar a que no vivamos como antes. La verdad, quiero volver al pasado donde el teatro era presencial y sin barbijos. Podemos hacer híbridos por el momento, pero no son más que un paliativo. El streaming es lo que hay. No es teatro.
- Debe ser chocante grabar una obra desde un escenario y que no haya público que te aplauda. Podría citar “Puzzle”, pieza del ciclo Nuestro Teatro que estrenaste por modalidad virtual.
En ese caso no fue chocante, como tampoco lo que hice en el Teatro San Martín porque lo sentí como una pieza audiovisual. Trabajamos por zoom, ensayamos poco de forma presencial y, cuando fuimos al teatro había que poner tanta atención al texto y las grabaciones, que la puesta fue casi un mecanismo de relojería. Ahora bien, si tuviese que hacer esa misma obra en directo vía streaming no sé qué pasaría. Sería raro.
- Ya volverán las viejas sensaciones.
Ojalá. Porque si tuviera que repetir estas modalidad todos los días o una vez por semana, ahí sí que no me gustaría ya que sentiría con dolor la ausencia del otro.
- Se multiplicaron las noticias de artistas que tuvieron que salir a reinventarse por problemas económicos, ¿fue tu caso?
Por fortuna tenía ahorros para subsistir. No me hubiese gustado tocarlos pero no me quejo, soy privilegiado. Hay gente que no tiene ni para comer. Y si bien ahora estoy reactivando algunos proyectos, extrañé mucho trabajar. Me llena el alma de gratificaciones. Así que bueno, imaginate, después de los dos meses de pandemia di vuelta la casa, la biblioteca, tiré papeles, regalé ropa.
- ¿Un descubrimiento de la cuarentena?
¡La cocina! Hice algunas cosas, engordé y después tuve que empezar a adelgazar porque ya no era saludable.Subí unos cuantos kilos. Después empecé con una dieta rigurosa porque sino se alteran todos los valores, los colesteroles se disparan.
- Sobre la propuesta del Complejo Cultural San Martín, “Esto no está pasando”, ¿qué te sedujo para formar parte?
La idea era hacer la pieza de Sartre “Las manos sucias” el año pasado, que por razones obvias no pudo hacerse, así que se readaptó tomando algunos temas claves del autor como la justicia, la responsabilidad individual, la libertad. Son palpables. Desde el primer momento me interesó el enfoque de Eva Halac (directora) para abordarlos.
- Justicia, responsabilidad individual, libertad. Son palabras que dialogan muy bien con la actualidad.
Es impresionante la vigencia que tiene “Las manos sucias”, es muy política. En el híbrido de Eva el enfoque gira más en torno a la responsabilidad y los actos que uno comete. Forjar el presente y el futuro con las cosas que hacemos.
- Causas y consecuencias. Llevado a hoy: voy a una fiesta clandestina, me contagio coronavirus.
Sin lugar a dudas. Además, siendo conscientes. Porque hay cosas que a veces suceden y que se hacen sin pensar que se está cometiendo un daño. Y en el caso puntual que exponés, la situación es demencial. Es una sociedad absolutamente asesina y suicida.
- En declaraciones pasadas mencionaste el impacto que causaron tus interpretaciones como Juan Domingo Perón, ¿cómo reaccionaste la primera vez que te ofrecieron el rol?
¿Perón?, ¿yo?, ¿cómo? No me veía ni ahí en el personaje. Me acuerdo que me atajé y dije: mirá que no soy peronista. La respuesta del otro lado fue reveladora: ¿quién te preguntó si sos o no peronista? Estoy agradecido de haber aceptado. Es fuerte pasar por la experiencia, pero fue lo mejor que me pasó en la vida en sentido humano y laboral. “Juan y Eva” (2011) fue un antes y un después en mi carrera.
- Quiero detenerme en uno de tus últimos roles en cine, “Punto muerto” (2018). Es una película que coquetea con el terror y no hay demasiados actores que se le animen al género, ¿creés que prevalecen los tabúes?
Demasiados prejuicios. No solo acá sino en todo el mundo. Se lo considera cine basura, “Clase B”. Pese a que con los años me alejé de las películas de género, considero que “Punto muerto” me abrió la cabeza para descubrir otras cosas del terror. Empecé a comprenderlo y disfrutarlo en su totalidad.
La película es del maestro del género Daniel de la Vega, quien me dirigió también en “Al tercer día” (2020) en un rol menor. Los personajes de Daniel son muy complejos. Puntualmente en este último trabajo profundiza en la historia de una madre que pierde a su hijo en un accidente, pero no recuerda si está muerto o si está vivo. Ahí arranca un viaje de penurias intenso. Se puede cortar tela y tela de análisis.
- ¿Qué cosas te dan miedo?
Le tengo mucho miedo a la indiferencia, a la desmemoria.
- ¿Soñás con interpretar algún rol en especial?
Me gustaría que se homenajeara a los grandes creadores del terror. Podría volver a hacerse ficción como la de Narciso Ibáñez Menta o recurrir a clásicos de la literatura como Edgar Allan Poe. Incluso podrían adaptarse textos de Horacio Quiroga, autor extraordinario y olvidado. Sería interesante recurrir a estos maestros para producir capítulos de 20 o 30 minutos para antes de irse a dormir. Ese suspenso era el que daba miedo de verdad, tenía cierto romanticismo.
- Proponés algo similar a lo que fue “Cuentos de la cripta”.
Sí, aunque podríamos bucear en los horrores presentes también. Volviendo a Quiroga, siento que “El almohadón de plumas” podría ser una excelente historia para adaptar. Y también, por supuesto, darles espacio a nuevos escritores del género que todavía no se conocen.
- Volviendo al teatro, ¿te pasaron situaciones vergonzosas arriba de un escenario?
Accidentes. Hace algunos años me caí con una silla en medio de una función. Estábamos sobre una rampa muy peligrosa. La gente hizo ‘oooh’. Volé en el aire, caí de traste y sentí una vergüenza tremenda.
- Si pudieses viajar en el tiempo y cambiar algo de tu vida, ¿adónde irías y qué sería?
Es muy difícil esta respuesta porque me toca la luz de duelo. Tiene que ver con mi padre, me hubiese encantado abrirme más. A mamá también. Fueron viejos fabulosos y los extraño muchísimo. Me encantaría retroceder el tiempo, sentarme a charlar largo y tendido de varias cosas que me quedaron en el tintero.