Carlos Gardel, el ícono del tango y una de las figuras más emblemáticas de la música argentina, es recordado no solo por su inigualable voz, sino también por su vida personal, que ha estado rodeada de misterio y especulaciones. Aunque muchos conocen las historias de amor y las posibles relaciones del cantante, ningún romance logró encender una pasión desbordante ni permanecer de manera pública y constante. Algunas de estas mujeres dejaron una huella imborrable en la vida de Gardel, aunque siempre en la discreción y, en algunos casos, en la ambigüedad.
Isabel del Valle
La relación de Carlos Gardel con Isabel del Valle es posiblemente una de las más comentadas y controvertidas. Se conocieron en 1921, cuando Isabel, cuyo nombre completo era Isabel Martínez del Valle, tenía solo catorce años. La joven fue presentada a Gardel por Francisco Martino, y desde entonces mantuvieron un vínculo cercano y discreto. Isabel, quien estudió canto con la reconocida profesora Gianna Russ, no alcanzó gran notoriedad en el ámbito artístico, pero se convirtió en alguien importante en la vida del cantante.
A pesar de que esta relación no fue conocida en su época, algunos amigos íntimos sabían de su existencia. Gardel, que era veinte años mayor que Isabel, evitó publicitar su romance, y con el tiempo la diferencia de edad y las distancias en sus respectivas vidas se convirtieron en un obstáculo. Ya en 1927, desde Barcelona, Gardel le escribió a su amigo Razzano pidiéndole que desalentara la relación, aludiendo a que estaba por cumplir cuarenta años y aún sentía "espíritu de dar vueltas". La ruptura con Isabel fue uno de los episodios más difíciles en la vida del ídolo del tango.
Mona Maris
Mona Maris, la famosa actriz de origen argentino, también fue señalada en varias ocasiones como una posible relación amorosa de Gardel. Aunque no existen pruebas concluyentes de que hayan sido pareja, ella misma, en entrevistas ofrecidas años después, dejó entrever la profunda atracción que sintió por el cantante. En una entrevista de 1990, Maris recordaba a Gardel como un "ser encantador y muy buen mozo", describiendo que ambos tenían personalidades complementarias.
Durante sus declaraciones, Maris también defendió la hombría y el respeto de Gardel hacia las mujeres, explicando que él era un hombre "muy respetuoso, nada agresivo en el terreno del amor", y afirmando su virilidad sin reservas. Estas palabras de Mona Maris alimentaron la leyenda y dejaron una impresión clara de una amistad cargada de atracción mutua, aunque ella jamás confirmó explícitamente un romance.
La Ritana
En los primeros años de su carrera, Carlos Gardel frecuentaba el salón de La Ritana, un espacio de bailes y encuentros en el que conoció a una mujer conocida como La Ritana, o Madame Jeanne, también llamada Jeannete. Esta mujer, dueña del salón, se dice que fue una de las figuras más polémicas en la vida sentimental de Gardel, quien, según algunos relatos, le tenía una profunda devoción.
El romance con La Ritana fue tan intenso que casi le cuesta la vida. En 1915, Gardel fue baleado, y, según se rumorea, la razón habría sido la relación amorosa con esta mujer, quien estaba casada con un hombre de nombre Juan Garesio. La historia sugiere que Garesio habría ordenado el ataque contra el cantante por celos, convirtiendo este episodio en uno de los más conflictivos y arriesgados en la vida de Gardel.
Baronesa Sally de Wakefield
Otra de las relaciones menos conocidas, pero de gran impacto en la vida de Gardel, fue la que mantuvo con la Baronesa Sally de Wakefield. Esta relación fue distinta a todas las anteriores, ya que la baronesa, junto a su esposo George Wakefield, tenía una posición económica muy elevada y, en lugar de un romance apasionado, su vínculo con Gardel parece haber sido de gran utilidad para el cantor. Se dice que la baronesa fue una figura clave en la carrera internacional de Gardel, financiando sus primeras películas en Francia y facilitando su llegada a Estados Unidos, donde el cantante lograría un reconocimiento mundial.