(Por Marina Sepúlveda) Los relatos breves sobre el Go, las artes marciales, así como la medicina y caligrafía o la tradición de tomar el té en una delicada taza de porcelana son contados desde una prosa sutil y delicada por los filósofos chinos Ye Lang y Zhu Liangzhi en el libro "Miradas sobre la cultura china", un texto en el que entretejen la tradición cultural china y sus más de 4.000 años de historia con el presente para las jóvenes generaciones y el mundo occidental
A pesar de los tratados comerciales, el desarrollo tecnológico o "La Ruta y la Franja" -el proyecto económico que rememora la antigua Ruta de la Seda y que contempla la creación de dos grandes rutas comerciales que unirán al gigante asiático con el corazón de Europa, África y América Latina- así como su aporte al turismo mundial y la migración, muy presente en Argentina, la actual República Popular China parece aún lejana y exótica. Pero no solo eso caracteriza ese mítico país con 1.400 millones de habitantes y 55 etnias.
De exquisita edición, la Editorial de la Universidad de Buenos Aires (Eudeba) acaba de publicar un libro que invita a sumergirse en "todo eso que siempre quiso saber sobre la cultura China", en un solo lugar, un conjunto de textos alejados de lo lineal histórico que analizan entre otros aspectos las políticas que llevan al país de Asia a disputar su lugar en la escena globalizada y a plantear un mundo multipolar, sin destrucción, según se desprende del pensamiento volcado en el texto. ¿Cómo llegar a comprender la sutileza de sus decisiones, valores y tradición que inexorable se desliza en un presente siempre contemporáneo, e influye, no solo a sus jóvenes, sino también a occidente?
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Dividido en cuatro secciones que provocan un índice profuso de temas aglutinados en títulos como "Sabiduría y creencias", "Creatividad e intercambio cultural", "Arte y estética" o "Folclore y costumbres", "Miradas sobre la cultura China" ofrece más de 280 páginas con hermosas ilustraciones a color. Cada eje temático cierra con una breve cronología de referencia histórica que ubica los tiempos de las dinastías gobernantes, la época de los Tres reinos combatientes -tiempo plagado de leyendas y enseñanzas y guerras-, el período del país unificado bajo el emperador de Qin en el 221 (a.C.) -el del ejército silencioso de terracota descubierto en Shaanxi en 1974- y la China contemporánea: una guía que va desde el 2070 (a.C.) hasta el año 1949.
Como toda cultura en relación con otras, la china fue permeada por las distintas corrientes religiosas desde el cristianismo temprano al zoroastrismo, teniendo como gran influencia el budismo. Una cosmovisión que pregona "poseemos un único hogar bajo el cielo" y convalida tres características de la región: la creación de un mundo pacífico, las relaciones humanas armónicas y la introspección, parate de lo que transversalmente aparece en los distintos puntos que como un puente conecta pasado y presente.
Al principio los autores introducen el pensamiento de Confucio (551-479 a.C.), un gran observador dicen, que equiparaba el cielo con la naturaleza porque la vida humana formaba parte de la naturaleza como un todo. Luego se detienen en la filosofía de la no-acción de Laozi, las energías del Yin y el Yang, y avanzan sobre "El arte de la guerra de Sunzi" para luego detenerse en el budismo zen de la iluminación, la sabiduría y la belleza. Todos temas tan complejos como apasionantes, de gran influencia en la actualidad.
"El libro Laozi" (siglo VI a.C.) conocido como "Clásico del Dao" atribuido a Lao Dan o a Laozi, texto que es un punto de partida del taoísmo, la escuela filosófica paralela al confucionismo que plantea la "naturalidad", un acomodarse a la naturaleza y no querer controlarla, y la no-acción. De Sunzi rescatan máximas como "Planifica antes de ir a la guerra", "Conócete a ti mismo y conoce al enemigo y saldrás siempre victorioso" o "Gana la guerra sin librarla".
Las contribuciones de China al mundo son muchas, desde la pólvora -producto de la búsqueda alquímica de las inmortalidad- que modificó el modo de las guerras, la brújula para la navegación, el té, la seda, el papel "inventado" por Cai Lun, o la porcelana tan apreciada por los europeos. Otras son los caracteres chinos, la caligrafía, la imprenta de tipos móviles, las artes marciales, la ópera de Pekín y la medicina tradicional.
Los autores de "Miradas sobre la cultura china" son profesores de filosofía. Ye Lang es autor de "Breve historia de la estética china" y "La estética de la novela china", además de decano de la Escuela de Artes de la Universidad de Beijing, mientras que Zhu Liangzhi enseña en la Universidad de Beijing y ha publicado "Diez conferencias sobre el arte chino" y "El espíritu de vida en el arte chino".
En el texto, los filósofos repasan el nacimiento de la imprenta como "gran difusor de conocimiento" desde el uso de los sellos y calcos hasta los tipos móviles ideados a mediados del siglo XI por Bi Sheng, su exportación a otros países, y explican como llegando a Europa de la mano de Gutenberg (1398-1468) redefinió "una nueva era" de acceso al conocimiento, "hasta la llegada de la computadora", aclaran los autores.
Los investigadores se detienen en la apertura al conocimiento de otras culturas, los viajes marítimos de Zheng de la dinastía Ming entre los siglos XIV y XV, que llegó a la Ciudad de La Meca y a Mozambique, en África, entre otros viajes.
Pero como legado están la monumental Gran Muralla China y sus más de 2.000 años de construcción compleja que dejó sus pérdidas humanas para preservar el sur agrario del norte nómade y las incursiones de tribus como los Hunos y Mongoles, pero también como lugar de intercambio comercial.
La arquitectura, con la Ciudad Prohibida de Beijing (Pekín) donde reinaron sus 24 emperadores hasta comienzos del siglo XX, es otro de los puntos sobre los que se explayan: edificios rojo bermellón, el color símbolo de la felicidad, y techos dorados, amarillos, símbolo del poder imperial.
El libro explora la cocina china, ampliamente difundida en el mundo, su variedad ante una geografía diversa. Y entre breves anécdotas y explicaciones señalan lo irrisorio de la génesis de algunos nombres de platos enigmáticos, transmutados por el tiempo, como del famoso "Buda salta el muro", de Fujian. A diferencia de occidente, puntualizan, la importancia de la comida radica, sobre todo durante las fiestas, en "compartir a la hora de comer una determinada atmósfera y unos sentimientos".
Luego vendrá el capítulo dedicado al alcohol y su historia milenaria con su aguardiente de arroz o "vino amarillo" (hace más de 3.000 años), el "licor blanco", los vinos y la cerveza. "Para los chinos, una bebida alcohólica no solo deleita al gusto sino al alma misma", porque se bebe respondiendo a "ciertas inquietudes del alma", destacan los autores.
"Cuando vuelan las flores que caen con la lluvia, se ve el verdadero mundo. / Con un buen sorbo de licor, uno se gana la libertad", citan a los ancestros. La referencia es a una libertad que desanuda lo que hace "sufrir al alma", como las pérdidas y ganancias, por lo que plantean: "Para los chinos, el licor puede reconfortar la vida", así como puede ser un liberador para los pintores como alguno de la dinastía Tang o para los poemas de Li Bai, el gran poeta que vivió en el siglo VIII, al que recurren como ejemplo.
En cuanto a la medicina tradicional china, los ensayistas indican que se basa en la búsqueda de un equilibrio general, donde la armonía es la norma, no los excesos, y donde lo esencial para prevenir enfermedades está "en el equilibrio entre la vida humana y la naturaleza donde habitan los seres humanos, y de la cual proviene la vida", algo que sintetizan en la idea de "tener un horario de vida regular" que dé cuenta de las distintas estaciones, como aquellas en las que el cuerpo se dilata y expande hacia afuera al llegar el calor de la primavera o su proceso inverso, en otoño, porque como señalan, "hay que moverse al ritmo de la naturaleza".
Entre las contribuciones del pueblo chino al mundo está el té. Sus hojas en infusión, difundidas por los habitantes de los Países Bajos en Europa durante el siglo XVII, llega a nuestros días como una bebida muy apreciada, desde Gran Bretaña con su célebre ingesta de las 5 de la tarde al "chai" ruso.
"Al dar un trago al té, la mente se tranquiliza como si fuera un lago en una noche profunda y sin viento, cuando la luna brilla iluminando el mundo. Una taza de té abre un mundo nuevo, sin fronteras", puede leerse como síntesis poética.
Bajo el título "La vida con un té fragante" los autores rastrean su producción hace unos 4.000 años, la infusión cuya voz inglesa "tea" translitera "la pronunciación del dialecto de Fujian".
"Las casas de té siempre han sido un lugar esencial para la vida de los chinos", comentan, estableciendo un paralelismo con los cafés de la cultura occidental.
Célebres son las ceremonias del té con su cosmovisión asociada. El acto de saborearlo alivia la sed y "proporciona consuelo y placer" ante el ajetreo cotidiano; sirve para expresar respeto y hospitalidad. "Para los chinos beber té es una forma más de arte, que incorpora un amplio ámbito de conocimientos".
Y como último tema, el texto trata el juego de mesa go, "un juego de inteligencia" cuyos orígenes se remontan a más de 40 siglos atrás cuyo objetivo prima la armonía sobre la competencia, a diferencia del ajedrez, escriben los autores, donde las fichas no son comidas sino que se busca "ganar un espacio mayor de terreno". Aunque competencia, entretenimiento y estrategia, el go se trata de "un juego sobre la paz", reflejan.
El propósito del juego no es solo ganar, dicen, sino la búsqueda de sabiduría en el proceso, porque "ganar o perder es sólo una cuestión temporal. Nadie puede salir siempre victorioso". Según los autores, esta frase resume "el concepto central de la filosofía china de evitar la lucha".
Con información de Télam