Santos: "Considero muy importante que a pesar de los anacronismos los lectores conozcan su pasado"

10 de mayo, 2022 | 14.36

Como un viaje en el tiempo al Mediterráneo del Siglo XVI, entre musulmanes, judíos y cristianos, el escritor portugués Alberto S. Santos vuelve a sumergirse en la Historia con su última novela, "La profecía de Estambul", un libro de más de 500 páginas en el que se exponen las tensiones de las miradas que trazaban las divisiones y religiones del mundo a partir de personajes íntimos, batallas cruentas, amores y una profecía: "Me gusta ver el tiempo como una espiral, en la que nada se repite, pero todo se toca", dice el autor a Télam, de visita por estos días en la Argentina.

Para Alberto S. Santos (Portugal, 1967), la Historia es un combustible para la ficción. Celebrado por sus novelas históricas, su obra cosecha lectoras y lectores en todo el mundo con libros que son considerados bestsellers, como "Amantes de Buenos Aires" (publicada en Argentina) o "A Escrava de Córdova", "Segredo de Compostela" y "Para lá de Bagdad". En cada una de sus novelas, el autor retrata una época, una geografía y desde allí construye personajes, historias, vínculos, sin perder de vista la pintura del tiempo que decide narrar, al que accede a través de muchas lecturas y de investigación. Ese "romance" con algún tramo histórico que luego despliega en su literatura puede nacer de "la manera más impredecible", confía. En el caso de "La profecía de Estambul" (Editorial El Ateneo), de sus habituales recorridos por librerías cuando visita un lugar nuevo. "Es un impulso natural. En Luxemburgo encontré un libro que narraba la investigación de autores franceses sobre los renegados españoles y portugueses en la cuenca del Mediterráneo, en el siglo XVI, cuyas historias se encontraban en los archivos de la Inquisición".

Así llegó al tiempo de su última novela: el siglo XVI, el llamado Siglo de Oro, al que sitúa en el Mediterráneo. Es época de Inquisición, de una cosmovisión antagonista entre Bien y Mal, de batallas, de murmullos y prohibiciones en un mundo plagado de conquistas violentas y en expansión. "Siempre me ha fascinado el crisol cultural que, a lo largo del tiempo, ha sido el Mediterráneo", dice el escritor en entrevista con Télam, antesala de lo que será su visita al país: el viernes 13 de mayo a las 19 presentará su libro en El Ateneo Grand Splendid, mientras que el sábado 14 a las 18 firmará ejemplares en el stand de Editorial El Ateneo de la Feria del Libro. "La relación que tengo con Argentina es como la de una novia nueva. Todavía no hemos descubierto todos sus secretos, no nos hemos dado cuenta de sus defectos y adoramos sus virtudes. Y deseamos que la pasión nunca termine", dice a propósito de su segunda visita al país, mientras espera que el "el noviazgo lleve al matrimonio".

Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

¿Por qué el Mediterráneo? "Fue cuna de grandes civilizaciones, en sus costas nacieron grandes imperios, en sus aguas se libraron grandes batallas y se llevaron los mensajes de las tres grandes religiones abrahámicas reveladas. En su cuenca se crearon los mitos que aún hoy nos influyen. Muchos sabios, pensadores y estadistas que influyeron en la historia nacieron y vivieron en estos lugares. Todo ello me llamó a contar esta historia, ambientada en el siglo XVI, el llamado Siglo de Oro, cuando esos temas cobraron mayor intensidad, en el enfrentamiento entre las cosmovisiones ibérica, cristiana y occidental, y otomana, musulmana y oriental", responde.

- Télam: "La profecía de Estambul" es una novela de aventuras y amor, de gente que lucha por abrirse caminos o por no terminar en la hoguera; de personas que apuestan por la amistad, dispuestas a la lealtad en un tiempo histórico de traiciones, conquistas, divisiones. ¿Cómo la definiría?

- Alberto S. Santos: Sí, es todo eso. Y creo que también es un excelente pretexto para sumergirnos en medio de un siglo lleno de acontecimientos extraordinarios, de un mundo en transformación. Siempre me ha interesado el mundo interior de personajes desconocidos que vivieron grandes momentos de la Historia. Es lo que traté de retratar con los héroes, antihéroes, traidores y villanos que vivieron aquellos tiempos, en el contexto de la efervescente caldera mediterránea, con el enfrentamiento hispano-otomano, la diáspora ibérica sefardí a Estambul y Tesalónica y la prisioneros y renegados de las ciudades del Magreb.

-T: ¿Cómo cree que se conjugan en su obra el encuentro entre la Historia y la literatura?

-A.S.S: La Historia es un excelente combustible para escribir una novela, porque nos da una sensación de profundidad en el tiempo. Me gusta ver el tiempo como una espiral, en la que nada se repite, pero todo se toca. Cada época vive de acuerdo a sus valores y normas, pero considero muy importante que, a pesar de los anacronismos, los lectores de hoy conozcan su pasado. Comprender que el estado de evolución al que hemos llegado ha tenido sus héroes y protagonistas, muchos de ellos desconocidos. Y que, al fin y al cabo, todavía estamos a medio camino de algo que no sabemos adónde nos llevará. En otras palabras, nuestra vida no comenzó el día que nacimos porque heredamos el pasado histórico y genético de nuestros antepasados y no terminará cuando muramos (porque dejaremos nuestra huella para las generaciones futuras. De ahí la importancia de tener una mayor conciencia del paso del tiempo.

En mis relatos trato de encuadrar a los personajes en hechos reales de una época determinada. Pero más importante que relatar literalmente estos hechos, es adentrarse en el corazón y la mente de las personas que lo vivieron, con sus dramas, sueños y pasiones, sus miedos, sus dolores y sus logros. Mientras la historia sea creíble y cuente algunos de los rostros de la condición humana, no me hago más ilusiones.

-T: En esta novela está el componente del amor con su pasión y fraternidad. El amor toma forma de deseo, como el caso de Rosa, o de amistad, como el de los tres amigos que sellan su vínculo con lealtad. ¿Por qué tienen este lugar?

-A.S.S: Son rostros de la condición humana. En una época tan intensa, en la que el hilo de la vida puede cortarse en cualquier momento, por mero capricho o por suerte, por convicciones religiosas o por la guerra, estos sentimientos pueden ayudar a la salvación del individuo, a la superación psicológica y emocional de las más duras penas.

-T: Con la presencia de la Inquisición, la novela expone la censura y el odio al otro. Aunque se trata de otro tiempo, esa cancelación no parece estar muy alejada al paradigma actual de las redes sociales donde muchos usuarios a través del anonimato humillan y persiguen. ¿Tiene la Historia una función pedagógica para pensar el presente al advertir las consecuencias de los fanatismos?

R: Como decía, entiendo la Historia como una especie de espiral que no se repite, sino que toca ciertos paradigmas. Los miedos, las alienaciones o las psicopatías no acaban, aunque pueden tener otros matices. Seguimos teniendo tiranos incapaces de vivir con respeto a los demás, inventando pretextos para perseguir, matar, subyugar o manipular la mente de sus propios ciudadanos y de los pueblos vecinos o extranjeros. A veces es religión, a veces es economía, a veces narcisismo y otras psicópatas y siempre la necesidad de poder y más poder. Las redes sociales, por ser un territorio que favorece el anonimato, son terreno fértil para que los tiranos mezquinos humillen a los demás. Aquellos que por fuerza del destino acaban teniendo funciones de poder, ciertamente acaban humillando y persiguiendo a muchos más.

-T: ¿Por qué cree que siguen teniendo éxitos los libros de muchas páginas en un mundo que parece tender a lo breve?

-A.S.S: Vivimos en una época en la que la gente busca consumir estímulos rápidos, sin mucha profundidad. Es lo que ocurre con las historias de las redes sociales, la búsqueda rápida en Google, las series en streaming. A diferencia de este tipo de estímulos, un libro con historias más extensas, más profundas y complejas nos ayuda a conectarnos con nosotros mismos, con nuestro mundo interior, entrar en nuestro subconsciente y sincronizarnos con el subconsciente colectivo. Este momento de abstracción es muy importante para ayudarnos a formar conciencias capaces de generar un pensamiento crítico más autónomo, porque nos da tiempo para reflexionar, adquirir conocimientos y formarnos una opinión más sólida. En los estímulos rápidos, normalmente consumimos acríticamente lo que nos dan, sin tiempo para separar el trigo de la paja. Aceptamos normalizar nuestros pensamientos y comportamientos con lo que cada uno consume, sin criterio. Quizá por eso muchas personas todavía quieren resistir, buscando su propia libertad, prefiriendo desconectarse como los estímulos fugaces y conectarse con su mundo interior, formando por sí mismos sus convicciones.

Con información de Télam