"Barroco de trinchera", las cartas de Perlongher como testimonio de una lengua política

14 de marzo, 2023 | 19.33

(Por Milena Heinrich). Testimonio de una amistad y de una época que fue de la represión a la primavera democrática, "Un barroco de trinchera" reúne las cartas que Néstor Perlongher le envió a su amigo el escritor Osvaldo Baigorria durante más de una década -entre los setenta y los ochenta-, y refleja las discusiones culturales y sexuales de esos años, a partir de una escritura que muestra la arquitectura de un lenguaje propio en el que intervienen búsquedas poéticas y políticas.

Desde el partido de La Matanza, al que rebautiza "Le Tableau, Parti du la Massacre", juego semántico en plena dictadura militar, o desde la tropicalidad de su exilio en Brasil, fascinado por la libertad que podían vivir las disidencias en Sudamérica, Néstor Perlongher (Buenos Aires, 1949) estableció una correspondencia epistolar con su amigo Osvaldo Baigorria y le habló de proyectos, de amigos en común, de plata, de fiestas, de deseo, de literatura.

Las cartas reunidas comienzan su derrotero en 1977, en plena dictadura cívico militar. Perlongher, poeta, escritor, antropólogo y activista pionero en el Frente de Liberación Homosexual, las escribió sabiendo que eran sometidas al censor del correo argentino y ese lenguaje cuela el temor de una época también. De hecho, ya exiliado en San Pablo, en 1981, el autor de "Alambres", "El fantasma del Sida" y "Parque Lezama" le confesó a su amigo: "Muchas veces acaricié -o sobé- la idea de, amparado en las tropicalidades, en sus blanduras, narrarte sin vanos arcaísmos, sin barroquismos de trinchera, los avatares que en este largo tiempo me han sucedido, y cuya crónica la sistemática curiosidad de los chasquis llevaba -lo has, pobre, padecido en ojo propio- al hermetismo, al jeroglífico".

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Dice Baigorria en el prólogo que la lengua que habla Pelongher es una lengua política: "Barroco de trinchera: una lengua que se habla bajo fuego, en medio del combate, en una posición más subterránea que la oración de barricada. Una lengua menor pero urgente, apremiada por sacarle el cuerpo a la posibilidad de captura o destrucción en manos del enemigo".

"Un barroco de trinchera" (Blatt & Ríos) es una edición ampliada del libro que se publicó en 2006 pero que reunía apenas una docena de cartas: ahora, Baigorria incorpora nuevas -en total son 28- y aporta datos y notas al pie que contextualizan los textos que le envió su amigo entre 1977 y 1986 dirigiéndose a él como "Osvaldo" o como "Osw", muchas veces bajo la firma de Néstor o Rosa, seudónimo alusivo a Rosa Luxemburgo o Rosa L.de Grossman. Baigorria recibió la mayoría de esas cartas mientras vivía en Argenta, un asentamiento de la Columbia Británica del Canadá.

De esa época, cuenta a Télam, "recuerdo ir a buscar cada tanto las cartas hasta la cabaña que hacía de oficina de correos donde llegaba un camión con correspondencia un par de días por semana. Y cada vez que recibía carta de Néstor irrumpía, junto a la alegría por saber de él y comprobar que seguía literalmente vivito y coleando, el desafío de responder esa escritura de dos o tres carillas a interlineado simple desde Buenos Aires o San Pablo con mis sencillas postales y referencias sintéticas a la vida rural, casi bucólica, en la que yo estaba inmerso. Bosques, ardillas, osos, gallinas, trabajo en la huerta. Quizá me equivocaba, pero sentía que casi no tenía noticias para darle".

-Télam: Este libro expande la primera edición del volumen publicado en 2006, ¿qué incorporan esas cartas que no esperabas encontrar?

-Osvaldo Baigorria: Aquí hay cinco cartas de 1977-78 anteriores a las de la primera edición y otras más de distintas fechas que se habían perdido, en total unas catorce cartas nuevas. Aparece el deseo de huida urgente de Perlongher a otro país ante el terror inaugurado por la flamante dictadura, la amenaza de terminar en la cárcel por su orientación sexual, las referencias elípticas a llamadas telefónicas que podían ser escuchadas o grabadas, las complicaciones para enviar o recibir cartas a alguna casilla de correos para que no quedaran registrados los domicilios y otras peripecias de esos años de plomo.

-T: De La Matanza a Brasil, de la censura represiva a la democracia ¿qué crees que le imprimen estas marcas de época a la correspondencia de Perlongher?

-O.B: Están las discusiones en torno a las identidades sexuales y políticas de la época: el rechazo de Perlongher al nacionalismo fascista que llevó a aplaudir la masacre de jóvenes en la guerra de Malvinas, sus debates con militantes gays que apoyaban y contribuían a ese clima bélico, sus opciones por todo lo que fuese alternativo, contestatario, nómade, underground, palabras que habría que ver cuáles son sus sentidos hoy. También aparecen los comienzos de Néstor Perlongher como poeta más o menos público, su deriva desde el activismo hacia la literatura, sus dudas y vacilaciones de principiante que irrumpía tímidamente en sus primeras publicaciones.

Pero sobre todo está la potencia de su lenguaje en cartas escritas como parte ineludible de un proyecto poético, con tachaduras, correcciones y descartes como si no quisiera enviar sus borradores sino solo los textos terminados, pulidos y con el mayor brillo posible. Todo lo posible dentro del trabajo que le diera esa escritura mecanografiada en una máquina portátil, como la Hermes Baby que usaba en esos años.

-T: Esas marcas aparecen en la forma como también en el contenido, por ejemplo cuando habla de su situación financiera y esto refleja el panorama económico, o cuando firma como "Rosa". ¿Es esto la trinchera de la palabra para Perlongher, una trinchera híbrida, movediza, astuta cuando se pronuncia?

-O.B: En una entrevista de la revista Babel de 1989 menciona al "barroco de trinchera" como cable a tierra. Y en la carta que me envió desde San Pablo en septiembre de 1981 habla de narrar "sin barroquismos de trinchera, sin vanos arcaísmos" los avatares y peripecias que tuvo que atravesar en la Argentina represiva antes de refugiarse en Brasil. Por esas alusiones podría inferirse o sospecharse que el hermetismo, el jeroglífico, la opacidad en su escritura estaban motivados por la censura y la autocensura ante la vigilancia de las comunicaciones.

Pero aun cuando esta censura no existiese, se advertía cierto goce en no decir nada "como viene", no escribir con ningún esfuerzo por comunicar ni "ser claro" sino complicar el texto hasta la contorsión, perdiéndose en la marea de las letras. Cuando ese embarrocamiento se volvía "de trinchera", cuando echaba un cable a tierra, es decir a la realidad y la actualidad sociopolítica, sin embargo esa tierra era siempre un suelo inestable, que se hundía en el estuario rioplatense con toda su historia sangrienta, y sobre ese suelo los textos de Perlongher chapotean, saltan, brincan y brillan para no hundirse en el testimonio o en la poesía social. Entonces su escritura podía ser política en el sentido más amplio posible, el que llevaba al poeta a hacer pasar su aullido, en el sentido beat, como Ginsberg, atravesando todas las barreras y todos los límites ideológicos, estatales, institucionales y convencionales. Por eso incluso su poema más conocido, "Cadáveres", no puede ser leído sólo como testimonio de las desapariciones en Argentina sino que una lectura atenta verá que se dispara en múltiples referencias cruzadas a las familias y a la moral, a la gauchesca, al psicoanálisis, a la represión sexual en la lengua y en los cuerpos y a toda una maroma de figuras históricas.

-T: En uno de los textos escribe "esta carta no dice muchas cosas, pero pasa mucho por ella. Se me ocurre que salió linda". ¿Qué cosas "pasan" por estos textos?

-O.B: En esa carta específicamente, pero también en otras, "pasa" el afecto, el amor y la amistad. Expresiones de deseo recurrentes en casi todas sus cartas. Pero sin sentimentalismos desabridos, incluso con auto ironía, como cuando escribe "os amo" y aclara que emplea "el solemne os para escribiros sin olvidar que la amistad era una de las virtudes más admiradas por la caballería andante". Desarmar la solemnidad y la seriedad también era una de sus formas de búsqueda de belleza.

Con información de Télam