El arte y la ciencia se entrelazan en un itinerario a través de los siglos plasmado en las obras de la colección del Museo del Prado que propone la astrofísica Montserrat Villar en la muestra "Reflejos del cosmos", donde se expone cómo la percepción y el conocimiento sobre el cosmos tuvieron influencia en la representación artística.
Con una selección de 20 obras de autores tan relevantes como Patinir, Rubens, El Bosco, Murillo, Zurbarán o Tiepolo, la diversidad y riqueza del acervo del Prado posibilita esta nueva aproximación amparada en el itinerario creado por Montserrat Villar, doctora en astrofísica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
"Reflejos del cosmos en el Museo del Prado" muestra la relación de cómo la percepción y el conocimiento sobre el cosmos fueron variando "a la par que avanzaba la ciencia y cómo esos avances encontraron plasmación visual en el arte del pasado", indica el museo a propósito de esta muestra que puede visitarse hasta el próximo 16 de octubre.
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El itinerario propone una aproximación diferente a la selección de obras de la colección del Museo Nacional del Prado que reflejan "la fascinación por el cosmos -la necesidad de interpretar sus señales, de comprenderlo y predecirlo"-, y la evolución de la percepción del universo plagado de mitos e historias, alegorías e investigación científica, desde la Grecia clásica con todas sus controversias.
La exposición se articula en cuatro recorridos temáticos independientes y complementarios entre sí, como "El mito de la Tierra plana", "Mitos en las estrellas", "Cuando la Luna perdió su pureza" y "La revolución del telescopio".
En la selección de las obras, por ejemplo, están "El paso de la laguna Estigia "(1520-24) de Joachim Patinir, donde el pintor traza una línea del horizonte que marca el fin del mundo, más allá del cual se abría un abismo desconocido, como se concebía contrariamente a lo planteado desde el pensamiento griego (siglo VI antes de nuestra era), en la Europa medieval cristiana.
O "El tercer día de la Creación" del exterior del famoso "Tríptico del jardín de las delicias" (1490-1500) de El Bosco, que representa las "´tierras secas´, planas que flotan sobre las ´aguas de debajo del firmamento´, mientras que en "Las siete Artes Liberales" (1435), Giovanni dal Ponte reafirma el modelo de cosmos de Ptolomeo, con una Tierra esférica inmóvil como centro.
En el segundo momento, los mitos cobran vida en la bóveda estrellada plasmada con héroes, dioses, animales y criaturas mitológicas, con obras seleccionadas inspiradas en estos personajes de la mitología clásica que fueron convertidos en estrellas o constelaciones. Así están "Perseo liberando a Andrómeda" (1639-41 ) Pedro Pablo Rubens y Jacques Jordaens, "Diana y Calisto" (1635) de Rubens.
En el segmento "Cuando la Luna perdió su pureza" se toma la idea de una luna concebida como perfecta -hasta el siglo XVII-, con las diosas griega Artemisa y la romana Diana que representaban la castidad, y entre cuyos atributos estaba la alegoría de la pureza del satélite. Esta idea se refleja en las distintas versiones de la Inmaculada Concepción de la Virgen, como la de Rubens -el único que no pintó lunas perfectas-, que toma a esa Virgen de pie sobre una luna con forma de "bola maciza y opaca, como hecha de plomo", alejada "de la visión cristalina e impoluta de los defensores de ´su esencia pura´, destaca DPA.
En el siglo XVII la luna pierde su pureza, señala el museo. Es el siglo de científicos como Galileo Galilei -que defendía una Luna áspera, opaca e imperfecta vista a través del telescopio- y Johannes Kepler (1571- 1630), y artistas como Ludovico Cigoli, Zurbarán, Pacheco, Murillo, y el alemán Adam Elsheimer, quienes reflexionaron sobre su esencia.
Y por último, a partir de la publicación en 1543 de "Sobre las revoluciones de las esferas celestes" del matemático y astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473-1543) que postula el modelo heliocéntrico del sistema solar, y con la introducción por Galileo del uso del telescopio como instrumento científico en 1609, obras como "El nacimiento de la Vía Láctea" y "Saturno devorando a un hijo" (1636-38) de Rubens y "Ceres en casa de Hécuba" (1605) de Elsheimer, dan cuenta de un cuarto capítulo.
"Este itinerario es un viaje en el cosmos para poder ver determinadas obras a través de las gafas de una astrónoma. Nunca he intentado dar una visión desde la historia del arte, sino mi propia visión con un proceso intenso de documentación mediante", ha señalado la astrónoma, según lo citado por la agencia DPA.
Montserrat Villar es doctora en astrofísica e investiga las galaxias activas, y es impulsora del proyecto 'Cultura con C de Cosmos' del Centro de Astrobiología del Centro Superior de Investigaciones Científicas, cuyo objetivo es divulgar la astronomía y la astrobiología a través del arte, la poesía y la música.
El Museo Nacional del Prado invita a esta nueva mirada fuera de la habitual sobre su colección con el apoyo de American Friends of the Prado Museum y The Arthur and Holly Magill Foundation.
Con información de Télam