(Por Emilia Racciatti). El poeta, narrador y ensayista Mariano Peyrou trabaja en su novela "Lo de dentro fuera" los bordes difuminados entre ficción y realidad, desde una narradora que gana potencia a partir de reflexiones sobre su perspectiva como actriz pero también sobre los roles que asume en su vida; y de esas dimensiones de la verdad y de su obra habló con Télam el autor argentino radicado en Madrid, en su visita a Buenos Aires por la 47 Feria del Libro.
Alojado en un hotel a pasos de Plaza de Mayo, el también músico y antropólogo dice que su vínculo con esta ciudad es intermitente, desde que se fue a vivir a España con su familia teniendo sólo cinco años tuvo épocas en las que venía muy seguido y después pasaba largas temporadas sin pisar su país natal. En este 2023 lo trajo a Buenos Aires una invitación a participar de la Feria y un viaje que hará en agosto cuando venga por primera vez con su hijo
"Cuando tenía ocho o 10 años mis padres me traían mucho, después vine a los 16 y por última vez hasta los 20 y muchos. En mi primera juventud perdí el interés, lo recuperé en torno a los 30 y empecé a venir más, me publicó un libro de poesía Bajo la luna y entonces vine como dos años seguidos entre 2004 y 2005 y dejé de venir de nuevo cuando tuve a mi hijo. Es absurdo pero pensaba 'mejor voy cuando sea más grande, lo va a disfrutar más'. Cuando iba a viajar, vino la pandemia. Así que finalmente vuelvo con él en agosto", repasa el autor de libros de poesía como "Niños enamorados" o "Posibilidades en la sombra".
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El más reciente es la novela "Lo de dentro fuera", publicada por Sexto Piso, en la que, a través de la voz de una joven actriz, crece el vaivén, la vacilación y la incertidumbre ante la posibilidad de un futuro y la reflexión sobre su historia familiar. La protagonista se explaya, su docente la interrumpe y la lectura toma un ritmo original en el que hay conversaciones en distintos planos pero sobre todo con ella misma, que se anima a pensarse y mostrarse frágil.
-Télam: Hay algo del ritmo que hace que uno pueda leer por separado los textos que componen la novela y pueda encontrar un sentido propio. ¿Ese ritmo que está presente en tu escritura viene de la poesía, de la música?
-Mariano Peyrou: Hay diferentes tipos de ritmos en la música, hay uno que tiene que ver con los golpes, cosas que ocurren sobre un pulso fijo y otro que tiene que ver con el ritmo relacionado con la escritura que es la armonía, los acordes cambian cada mucho o en poco tiempo. Es decir, el ritmo puede ir a toda velocidad, pero tener un ritmo armónico lento. Si hacemos la analogía con la literatura, el ritmo va con las frases y la métrica pero hay otra cosa que va por debajo que son los temas de los que se van hablando, los cambios. Acá hay un ritmo bastante acelerado porque son capítulos muy lentos pero es ágil en cierto modo.
-T: Hay un diálogo que la protagonista establece consigo misma por ejemplo en torno al recuerdo y al relato. "El recuerdo se convierte en relato", dice en un momento y después dice "que el recuerdo no se convierta en relato". Justamente, ¿puede la literatura convertir al recuerdo en relato o es al revés y logra que el recuerdo vuelva y sea un nuevo relato?
-M.P: El recuerdo tiene algo vivo que se mueve, que puede cambiar, lo podés reinterpretar mientras que el relato queda fijo. Eso podría aplicar a lo que pasa con mi relación con Buenos Aires y el país, no quiero que haya relato, quiero que haya recuerdo.
-T: La protagonista dice que la música y el olfato tienen la capacidad de ayudarnos no a recordar un momento, sino ir a la vivencia. ¿La música ayuda a eso más que la poesía?
-M.P: Si, sin duda. Tiene una capacidad de evocación que ninguna otra disciplina artística tiene. La poesía quizás es la que le sigue porque tiene mucho en común con la música, me viene a la cabeza una frase de Diderot que se preguntaba ¿cómo puede ser que de todas las artes la que tiene la menor capacidad de representación es la que más nos evoca? Y la respuesta que le da el romanticismo es "por eso, como no concreta un mensaje, te permite interpretar de muchas maneras". O como es tan sensorial y tan poco racional, comparado con un texto escrito, nos conmueve de otra manera. Entonces la poesía sí está muy cerca de la música.
-T: En este juego de dentro y fuera, el monólogo lleva a los devaneos de esta mujer con sus pensamientos pero también a qué implica la ficción y la idea de verdad, ¿te interesa pensar desde esa ambigüedad la ficción?
-M.P: Sí, es una especie de clave o camino que el mundo necesita: menos rigidez conceptual. La realidad es como el relato y el recuerdo, no está fija. Si pensamos que algo es imposible tal vez no intentemos hacerlo, y si lo pensamos de otra manera quizás sí. No me interesa la autoayuda pero sí pensar que hay un límite que me parece importante y lo de dentro fuera es eso también. Es una primera aproximación pero no es verdad: lo que está afuera está entrando todo el tiempo, lo que hay dentro es producto de lo que hay fuera. Si durante toda la vida mi mundo me estuvo diciendo que soy de una manera, eso me hace sentir de una manera. Así nos socializamos. Por otro lado vemos la realidad y pensamos que es algo externo y objetivo pero sabemos también que está super condicionada por la mirada, entonces el límite entre dentro y fuera se puede ver de otras maneras.
-T: ¿Cómo empezaste a construir esa voz, fue ella primero o fue el profesor?
-M.P: Lo que surgió primero fue el deseo de crear una estructura, un formato que me resultó atractivo para investigarlo: una narradora que va contando su vida, que va cambiando con el tiempo y una historia que es la de Occidente o un resumen ultra breve de eso. Y son historias paralelas en alguna medida. Otra cosa que me pareció interesante fue la de construir una voz femenina. En un libro que publiqué hace muchos años había un relato narrado desde la voz de una chica y una amiga me dijo algo de cómo había construido esa voz femenina que me dio ganas de construir otra. Me interesó probar por ahí. También hubo una persona que me interesó que fue inspiradora, por su fragilidad.
-T: Es una fragilidad de la que se hace cargo. Es como construir algo sólido sobre una base frágil. Se permite cuestionarse lo que plantea.
-M.P: Sí, hay un elemento más y es que este personaje tiene mucho que ver conmigo también. Hay algo que no podría decir desde un ensayo o desde un personaje más parecido a mí en el sentido de un hombre de cierta edad, con cierta condición socioeconómica. Este personaje me permitió explorar eso. Fue como si me permitiera salir desde adentro y mirar hacia afuera. Cambiar de lugar.
-T: Al momento de escribir, ¿la narrativa y la poesía tienen más presencia en tu vida cotidiana? ¿Hay un género que se impone?
-M.P: Cuando publiqué mi primer libro de poemas uno de mis mejores amigos me comentó que había descubierto cosas nuevas que no sabía de mí, cuando publiqué el primero de narrativa otra amiga me dijo "es como estar hablando contigo". Yo a eso me lo tomo como que la poesía es un espacio en el que doy lugar a voces, a cosas que no caben mucho en mi cotidianidad, mientras que en la narrativa hay muchos elementos que proceden de la vida real. Leés una novela mía y se parece a mis intereses, en cambio la poesía tiene que ver con zonas menos públicas.
-T: ¿Cómo ves este momento de la conversación sobre literatura con el protagonismo de las redes sociales?
-M.P: No sé si es un momento muy distinto de otros. Leo lo que dice Flaubert del periodismo literario y no sé si hay mucho cambio a nivel general. A nivel superficial sí. La mala lectura no es privativa de las redes sociales. Hace poco en El País me pidieron que escribiera un texto para un suplemento de ideas y salieron unos comentarios planteando que mi texto pretendía igualar a Rosalía con Mozart. Y no, no es esa mi tesis. El mundo de las redes superficializa todo, es un mundo que no me interesa pero para quienes estamos en la periferia de las cosas, a nivel comercial, de distribución o tendencias, está bien que existan las redes, antes los principales periódicos tenían su suplemento cultural y ese era el canal de circulación y ese modelo beneficia al escritor mayoritario, solo pueden salir cinco en un suplemento que sale una vez por semana. Hoy hay libros míos que creo que se venden en Instagram. Comentan, toman una foto, hay ahí una democratización, con la parte mala de la democratización pero a algunos nos da un lugar.
Con información de Télam