La "novia robot", una respuesta corporativa del poder mundial a los movimientos feministas: la misoginia detrás de las nuevas tecnologías

El ritmo acelerado de crecimiento y consolidación de las propuestas de la ultraderecha y la ruptura con algunos consensos en materia democrática abrieron la puerta a debates y agendas con sed de venganza que parecen sacados de una serie distópica.

25 de enero, 2025 | 19.00

La llegada de Donald Trump por segunda vez a la Casa Blanca se concreta en una realidad política y sociocultural completamente diferente a su primer mandato. El ritmo acelerado de crecimiento y consolidación de las propuestas de la ultraderecha a nivel mundial y la ruptura con algunos consensos en materia democrática y de derechos humanos, en el contexto de la post pandemia y el alineamiento de sectores mayoritarios con ideas más conservadoras y tradicionales, abrieron la puerta a debates y agendas con sed de venganza que parecen sacados de una serie distópica pero que encajan como pieza de lego en el modelo de subjetividad actual.

El punto clave y diferencial del nuevo armado republicano es el apoyo explícito de las empresas tecnológicas que hoy concentran el poder y la riqueza e influyen directamente en el funcionamiento de las democracias, la economía, la geopolítica y la privacidad global. Esta alianza se hizo evidente el lunes 20 de enero cuando el magnate neoyorquino inició oficialmente su gestión y sentó entre las primeras filas de sus invitados a los cabecillas de la burguesía digital como Jeff Bezos (Amazon), Mark Zuckerberg (META), Elon Musk (X), Sundar Pichai (Google), y Shou Zi Chew, CEO de TikTok, a quienes les garantizó menos impuestos, más libertad y más poder político y económico.

La comunión entre estos líderes de las Bich Tech y la nueva administración no es casual, ya que están en juego acuerdos millonarios. Las firmas tecnológicas son las más valiosas del mundo y acumulan más poder de lobby que la mayoría de los países u organismos multilaterales. En su segundo día en el cargo, por ejemplo, Trump anunció la firma de una acuerdo con OpenAI, SoftBank y Oracle,  tres empresas gigantes de tecnología que implica una inversión de 500.000 millones de dólares en cuatro años en infraestructuras de inteligencia artificial que sería utilizada para  la sanidad y otros campos que servirán para impulsar el crecimiento económico, sin las exigencias de transparencia y seguridad de la gestión Biden que imponía “ideas de izquierda radical en el desarrollo de esta tecnología".

Pero además el respaldo a Trump significó por primera vez un inusual desempeño activo, no solo por el apoyo económico en toda la campaña, sino por la posibilidad de que ocupen directa o indirectamente alguna oficina del círculo chico en Washington y tengan influencia directa en la gestión pública. El caso de Elon Musk, otro de los mayores inversores en inteligencia artificial, es paradigmático teniendo en cuenta estará al  frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) y buscará aplicar prácticas empresariales para optimizar el funcionamiento del gobierno.

El vínculo estrecho con estos sectores no se limita al paradigma de desregulación y las decisiones tomadas tendrán un impacto desproporcionado en diferentes lugares y regiones del mundo. Lo que buscan consolidar es el germen del futuro de un modelo tecnológico con el objetivo de fortalecer los sesgos conservadores en los productos y contenidos que consumimos, y tener mayor capacidad de control sobre los sujetos. La gallina de los huevos de oro es la información y los datos personales que van dejando los usuarios de Meta, Amazon o X  en su uso diario. Luego a través de los dispositivos, los algoritmos, plataformas digitales, y las IA constituyen las herramientas más permeables y efectivas de influencia sociocultural, que bajo el manto de la “libertad de expresión” amplifican mensajes con fuerte contenido político de derecha, misógino, xenófobo y discriminatorio.

Parte de la iniciada guerra cultural republicana se basa en la eliminación de políticas de género y protecciones para las personas transgénero, el desmantelamiento de programas de diversidad, inclusión, y equidad, y el desconocimiento al derecho a la identidad de las personas. Para ello Trump estableció en sus primeros días al frente que “la política oficial del Gobierno de Estados Unidos será que solo hay dos géneros, masculino y femenino” y “protegerá a las mujeres de la ideología radical de género”.  Como él mismo denominó a la era que comienza como “la completa restauración de Estados Unidos y la revolución del sentido común. Todo es cuestión de sentido común”.

Pero el apoyo de las tecnológicas en esta avanzada contra la equidad de género no se queda en la discusión política o ideológica en temas administrativos, y pasa a la acción concreta en medio de un clima de época que parece habilitarlo. A diferencia de quienes creen que las herramientas tecnológicas son universos neutrales y por ende inofensivas per se, el mundo de las empresas Tech y las IA esta hiper masculinizado, entre sus trabajadores y sus consumidores, y profundamente misógino. Sus productos replican y reproducen problemáticas sociales como la desigualdad de género, los discursos de odio y la discriminación racial, socavando avances en materia de convivencia democrática y derechos humanos.

El universo IA se caracteriza por la falta de mujeres en los puestos de liderazgo, una marcada brecha salarial de género, y sobre todo la existencia de techos de cristal inamovibles que limitan el crecimiento y desarrollo profesional que termina perjudicando la carrera de las mujeres y minorías sexuales y vulnerabilizadas. Las voces femeninas están subrepresentadas y las miradas críticas hacia los sesgos patriarcales siguen siendo menospreciadas.  El informe del Alan Turing Institute "¿Dónde están las mujeres?", advirtió a principios de 2024 que solo el 22 por ciento de las y los profesionales en IA en el mundo son mujeres; solo el 14 por ciento son autoras; entre el 10 y 15 por ciento de las y los investigadores en aprendizaje automático son mujeres; y solo un 18 por ciento de quienes disertan en conferencias de IA son mujeres.

Además en los últimos años se han conocido cientos de casos de mujeres y personas negras que denuncian maltratos, discriminación y acoso sexual en compañías como la ex Twitter, Apple, Oracle, Google y Tesla. En  estos entornos tóxicos de trabajo, controlados principalmente por hombres blancos, jóvenes y poderosos, quienes son denunciados, lejos de recibir llamados de atención o advertencias, son protegidos y premiados por sus jefes. En el libro "Brotopia, Breaking Up the Boys' Club of Silicon Valley", publicado en  2018 por la revista Vanity Fair, la periodista Emily Chang denuncia  que en estas empresas “las mujeres se enfrentan a lugares de trabajo tóxicos plagados de discriminación y acoso sexual, donde los inversores se reúnen en jacuzzi y hacen networking en sex parties". La cultura misógina y manosferica que se extiende en estos espacios repletos de privilegios blancos, riqueza y poder se asemeja a lo que ocurre en una hermandad, la sensación de impunidad, de estar por encima de las leyes.

Los robots humanoides, el nuevo avance de la derecha en las tecnologías

En su afán por avanzar sin límites en la acumulación de poder y riqueza, y su necesidad de quebrar los paradigmas que cuestionan el sistema de producción y consumo capitalista y patriarcal, ya no alcanza con controlar datos y algoritmos, sino que el próximo  gran paso del mercado tecnológico es avanzar más en la vida social, afectiva y vincular de las personas a partir de robots humanoides.

Así como ya existen en la mayoría de las casas las asistentes de voz femeninas, como Siri, Cortana, Alexa, y Google Assistant, que cumplen con el estereotipo de una mujer servicial, la última tendencia son las sex-robots y las novias robots. Estas últimas fueron presentadas en el famoso Consumer Electronics Show en Las Vegas como un invento de IA que promete “conexiones íntimas” para combatir la "epidemia de la soledad" de los varones. Estas robots realistas creadas con inteligencia artificial nacieron de la empresa Realbotix que se presenta como “Robots humanoides realistas e inteligencia artificial basada en relaciones”. Es la misma compañía creadora de Harmony, la primera muñeca sexual realista con cabeza robótica y una inteligencia artificial que responda a estímulos verbales y físicos.

“Aria”, el modelo presentado en 2025 tiene un costo de 175 mil dólares y responde a los modelos de belleza hegemónica: rubia, blanca, occidental, delgada y con un cuerpo sexualizado. Según sus inventores, tiene más "ventajas" que las mujeres de carne y hueso, porque se pueden personalizar, tanto su físico como personalidad, a gusto de cada cliente; mantienen su belleza eterna; y son mucho más rentables que tener una pareja real. El director ejecutivo de la empresa, Andrew Kiguel, afirmó además que Tesla, otra de las empresas de Musk, está trabajando en el perfeccionamiento de acciones humanas: "Dejaremos que personas importantes como Tesla trabajen en ello. Pero la otra parte clave son las expresiones faciales, por lo que estamos interesados en crear robots que puedan generar emociones y mostrar lo que sienten”, dijo.

Lo que se vende como un avance fenomenal y un experimento social futurista en materia tecnológica, representa el modelo ideal de cosificación y sexualización con un efecto perjudicial sobre la vida real de las mujeres de carne y hueso. El concepto de poder elegir y diseñar una compañera a medida de uno mismo, el ejercicio de moldear las características de las mujeres según un patrón algorítmico, es la negación total de la diversidad humana y la normalización de la sumisión de las mujeres para satisfacer las necesidades personales y deseos de posesión y control de las mujeres por parte varones Incels desinteresados o imposibilitados de crear vínculos sexoafectivos reales, cuidadosos y responsables.

Los feminismos y la problematización de los roles de género estereotipados han generado una profunda herida narcisista al varón con pretensiones de dominante, alfa, supremacista y  proveedor que recibe los cambios sociales como una suerte de intimidación, amenaza a los privilegios. Así como los proyectos de ultraderecha le dan expresión política a esta emoción, el diseño de IA como la novia robot constituyen la creación de un mercado  y una respuesta corporativa del poder económico y tecnológico a la rebelión de las mujeres, que simbolizan el objeto de deseo y aquello que compran porque no han podido dominar.

Una vez más se confirma que, salvo excepciones, el mundo de las Big tech y la Inteligencia Artificial no es un terreno apolítico, libre de sesgos, o que busca mejorar las condiciones de vida de las personas. Se trata de un dispositivo que viene con la ideología incorporada. En la práctica implican la profundización de las desigualdades económicas y estereotipos de género, ya que al riesgo que ya existe de desplazamiento laboral por la automatización del trabajo, se suma la posibilidad de reemplazar a las mujeres en los vínculos humanos. El sueño húmedo del patriarcado y una suerte de restablecimiento del orden que los feminismos vinieron a romper.