La relectura Benjamin Lacombe sobre "La sirenita": una identidad atormentada en clave queer

03 de mayo, 2023 | 15.52

(Por Milena Heinrich) De visita al país para participar en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y en una charla en el Malba, el ilustrador francés Benjamin Lacombe presenta una relectura gráfica del legendario texto de Hans Christian Andersen "La sirenita" y recupera así la sutil ambigüedad que propone el manuscrito original en diálogo con la biografía del autor danés, quien alguna vez confesó que sentía el mismo dolor que su personaje, forzado a renunciar a su identidad por amor: "Ilustrar viene de la palabra lustrar, que es iluminar, y lo que decidí es poner luz sobre algo que durante 180 años quedó acallado y no me explico por qué sucedió", dice el ilustrador.

En la versión original del cuento publicado en 1837, la sirenita no se casa con el príncipe ni vive feliz para siempre en el mundo de los humanos. Vive en las profundidades del mar, es hija del rey Tritón, es la menor de sus hermanas, y sí -también- renuncia a su voz y a su cola de sirena a cambio de dos piernas que le permitan estar cerca de su amor, el príncipe. Pero el final que eligió Disney para la adaptación estrenada en 1989 que sirvió de disparador para la curiosidad de Lacombe no es trágico, como lo imaginó su autor Hans Christian Andersen, aunque a pesar del guion cinematográfico edulcorado la exigencia de la renuncia a la identidad sigue allí y con guiños muy claros al "ambiente queer underground neoyorquino", apunta Lacombe.

Los ojos de la sirena son dagas de penas: grandotes, definidos, tristes. En verdad, la iconografía visual de Benjamin Lacombe (París, 1982), uno de los ilustradores más destacados a nivel internacional, autor de montones de libros bellísimos, lleva esa marca del gesto en la mirada, del color potente, algo caricaturesco y a veces monstruoso. Lacombe publicó muchos libros de ilustración, dirige la colección "Enciclopedia de seres maravillosos" -coinciden dos nuevos títulos en esta visita al país, entre ellos uno de él sobre brujas y otro de Sébastien Perez, con quien forma pareja creativa en varios textos-, pero también es un artista que aborda figuras o ficciones clásicas para devolverles algo de la profundidad que se evapora con el tiempo, como hizo con "Alicia en el país de la maravillas", Frida Kahlo o María Antonieta.

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En un café de una librería porteña, Lacombe saca su tablet para mostrar con imágenes lo que quiere decir sobre su sirenita, esa mujer con cola de pez que quedó dando vueltas desde que vio la película estrenada en 1989 y con la que luego trabajó diez años para meterse en la cabeza del autor y pulir su interpretación. Publicado por Edelvives, el libro maneja una paleta de colores definida, una elección que el ilustrador explica mientras hace pasar las ilustraciones de su pantalla. Rosa casi fluorescente, azul y violeta, la paleta que predomina.

"Quise jugar con la indefinición del personaje y tenemos los colores que han sido fundamentales: rosa para las niñas, azul para los varones y la mezcla de estos dos colores en esa cola de la sirena, que es la que va a ser mutilada y que es de color violeta, como símbolo de lo trans, de lo transgénero", argumenta el ilustrador, que se presenta mañana a las 12 en el Malba con la conferencia "El enigma del origen: La sirenita".

Con traducción directa del danés, la versión ilustrada por Lacombe presenta el manuscrito original de Andersen, más tres aportes fundamentales: otro final que escribió el autor y tachó dos veces; las cartas que se envió con su amigo Edvard Collin; y prólogo y epílogo de Jean-Baptiste Coursaud, quien presenta las derivaciones del texto original en relación a la vida del autor y analiza el canon danés que plasmó sus lecturas para guardarlo "en el seno de la especie heterosexual".

"La sirenita" fue leído como "camuflaje literario" del autor, aunque esa pena y dolor por amor no es por una mujer -como han orientado la mayoría de las interpretaciones y el canon literario de este autor asociado a cuentos infantiles- sino por un varón: su amigo Edvard Collin. En más de 180 años de existencia de este relato, no se leyó -o no se lo quiso hacer- como un cuento de desamor homosexual o como el relato de un cuerpo que no corresponde amar a quien ama, tal como revelan las cartas, el diario o la vida de Andersen que pocas veces se ha querido iluminar.

En la correspondencia con su amigo Edvard, por ejemplo, Andersen le pide que por favor lo tutee, le declara su entrega -"mas como son mi ternura y mi semifeminidad las que me han permitido encariñarme con usted una vez que descubrí en su persona muchas otras maravillosas cualidades" y se despide: "Suyo, entregado con todo su corazón". En el epílogo, Coursaud se diferencia de otras interpretaciones que ubican a Andersen como príncipe y a Louis Collin como sirena (la hermana de Edvard), y en cambio, postula: "tras la figura del príncipe se esconde Edvard Collin; Henriette Thyberg es la princesa con la que este (al igual que el primero) se casó; mientras que Andersen, que se enamoró perdidamente de Edvard, sobre todo de 1835 a 1836, año de su boda, se identifica con la sirenita".

-Télam: Esta edición ilustrada de la Sirenita recupera su dimensión política en el sentido de que potencia una interpretación que dialoga con lo que dijo el propio Andersen sobre este cuento vinculado a la idea de una renuncia de identidad por deseo. ¿Lo ves así?

-Benjamin Lacombe: La idea no es politizar el discurso ni estas obras, sino abrir cabezas y tratar de explicar o de poner sobre la mesa algunas problemáticas. "La sirenita" es parte de una investigación fáctica, se han leído los cuentos de Andersen y sus cartas que hablan de su autor, de sus temores, que hablan de él mismo y su entorno en una época en particular.

Y trabajé con el manuscrito original, o sea, que es exactamente palabra por palabra escrita por Anderson. El desafío de ilustrar no es hacer una paráfrasis, sino dar una visión, una lectura que es obviamente la propia. Ilustrar viene de la palabra lustrar, que es iluminar, poner en luz, y yo lo que decidí es poner luz sobre algo que durante 180 años quedó acallado y no me explico por qué sucedió.

Por ejemplo, lo primero que hace el príncipe cuando la sirenita se ha mutilado su cola y ya tiene las dos piernas, con toda la situación por la que ha pasado, es vestirla de hombre con una vestimenta como de paje y luego se van a cabalgar por bosques perfumados. Pero, sin embargo, en estos 180 años no hay una sola imagen que muestre a la Sirenita vestida de esta manera.... Cada cual con su interpretación, cada ilustrador con su librito.

-T: Sin embargo, más allá de las adaptaciones o las ediciones que no iluminaron esta perspectiva, también la investigación en torno a Andersen se orientó en silenciar algunas de estas cuestiones.

-B.L: Si, exacto y están las cartas, los manuscritos, un final que es muy sorprendente porque jamás fue publicado ni siquiera en danés y esta es la primera vez que se publica. Con todo este corpus fue que yo decidí ilustrar esta Sirenita.

La idea fue este personaje ambiguo, hablamos de un cambio de cuerpo, de sexo, de hecho Andersen dice que le hubiera gustado ser mujer para que lo pueda amar, se lo dice a su amigo en esas cartas. Andersen dice 'yo siento el dolor de mi personaje'. En definitiva es algo así como 'la sirenita soy yo'. Quise jugar con esta identificación del personaje. Los colores han sido fundamentales: rosa para las niñas, azul para los varones y la mezcla de estos dos colores, el violeta, en la cola que va a ser mutilada, como ese símbolo de lo transgénero.

-T: Así como la Sirenita se vio obligada a renunciar a su identidad con un final trágico porque el deseo no es correspondido ¿creés que la ficción se vio obligada a renunciar a su identidad, como por ejemplo se podría pensar que ocurre con su adaptación más popular hecha por Disney?

-B.L: Toda adaptación supone una traición y, es más, las buenas adaptaciones son traidoras en sí mismas, lo que se obtiene va a ser algo diferente. Se pueden poner o se pueden sacar cosas y eso no es necesariamente malo. Muchas veces se critica a Disney y yo no estoy de acuerdo con esas críticas. Me parece que Disney hace lo que hace desde su prisma de lectura y sin embargo aporta.

Si bien en el caso de la Sirenita toma el punto de vista de la crisis adolescente y el pasaje al mundo adulto, en la película tenemos todo un mundo gay y queer. Ese mundo es retomado en la representación de Úrsula que se inspira en la transgresora drag-queen de culto Divine; está el rey Tritón, con sus pelos largos, sus músculos, su diadema, es un ícono gay. Y el cangrejo Sebastián, color rosa, amante de la ópera, que asusta a las mujeres.

Howard Ashman era gay y fue el compositor de "La sirenita" y también de "Bella y Bestia", que son dos de las películas donde realmente hay mayores referencias al universo queer gay.

Y en el cuento de la sirenita hay algo que toca este mensaje de Anderson, aunque no se hayan visto las cartas, aunque no se haya leído el manuscrito original. Lo que transfunde, lo que transpira el texto es ese dolor de vivir en un ser que tiene que dejar de ser quien es para poder ser alguien, y finalmente poder ser amado por esa persona.

-T: Proponés un montón de capas de lectura que revelan la potencia metafórica del original. ¿Frente a tanto estímulo a la literalidad perdemos ese ejercicio de volver a leer de a capas, a buscar esos intersticios de sentidos distintos?

-B.L: Otra lectura posible es la de un ser que va a pasar de un mundo a otro. En este sentido, la sirenita abandona su mundo, su mundo marino y cruza el océano para llegar al continente a vivir en otro lugar en donde no es aceptada. Recordemos que lo primero que hace el príncipe, aparte de vestirla como había dicho de varón, la pone en una almohadoncito a dormir como si fuese un perro. Y esta es una idea que podemos asociar con la migración y con los migrantes: la idea idea de partir de tu mundo, llegar a otro, sin voz, sin poder expresarse y no ser reconocido en tu identidad.

Y hay algo de Andersen en esto porque él nace en un mundo pobre, él vino de una clase social pobre y luego hace un salto, transita hacia una clase social más elevada, donde finalmente encuentra su éxito profesional. Y por último está esta idea también de haber nacido en un cuerpo incorrecto ¿no? En ese cuerpo que no te representa y esto Andersen lo ha trabajado en distintos cuentos como en el patito feo.

Con información de Télam