(Por Leila Torres) El poemario "Un método del mundo" de la escritora argentina Marie Gouiric se detiene en elementos sutiles como "los tarros vidriosos del dulce" o "el aire a barniz que sale de las carpinterías" pero también en lo complejo de las relaciones humanas, la hambruna en la infancia, el abandono y la violencia de género para recordar, según señala la autora, cómo la poesía puede ser "un lugar en el cual crear bases intelectuales para las revoluciones, para los cambios, para la propia vida".
Gouiric nació en Bahía Blanca en 1985 y se mudó a la Ciudad de Buenos Aires en el 2010. Es licenciada en Enseñanza de las Artes Audiovisuales y da talleres de poesía en su casa.
La reedición del poemario a cargo de Blatt & Ríos coincide con la publicación de su última novela titulada "Ese tiempo que tuvimos por corazón" y lo interesante es que uno y otro se retroalimentan. "Voy armando un universo. Si vos lees este poemario y después la novela, hay muchísimos ecos. Los personajes vuelven a aparecer", dice a Télam la escritora, durante una entrevista en un cálido departamento de la ciudad de Buenos Aires.
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El poema inaugural de "Un método del mundo" fue escrito en 2012. Se llama "Ley 26.485" y hace referencia a la legislación que previene, sanciona y erradica la violencia contra las mujeres en los ámbitos interpersonales. Esta temática aparece en varias ocasiones en el libro a partir de poemas que reflexionan sobre los estereotipos impuestos a las mujeres que resultan opresores y la desigualdad en la distribución de las tareas domésticas.
Sobre la creación del poemario, la autora cuenta que desde entonces "pasaron un montón de cosas a nivel propio", pero también "a nivel colectivo". "La ley esa tenía dos años nada más, era muy nueva. Después hubo un furor precioso -hasta mediático- del feminismo, de las leyes. Empezó a haber políticas públicas en relación a muchos temas, entonces cambió", plantea.
Otras escrituras se anclan en inquietudes como la familia y el hecho de dejar el nido. "Era una chica que se había ido de su ciudad y la poesía claramente me estaba sirviendo para acompañar cierta tristeza de no estar más en contacto con un paisaje y de ese desprendimiento que hacemos de la familia de origen", cuenta.
¿De qué se trata escribir para Gouiric? "Pienso que en la vida tenemos cinco imágenes que nos interesan y las repetimos todo el tiempo. No creo mucho en la originalidad o en tener que estar siempre escribiendo algo nuevo. La complejidad es ir generando un mundo y preguntas y sostenerlas; bancarlas a través del tiempo", señala.
-Télam: ¿Cómo trabajas la construcción de los poemas?
-Mariela Gouiric: Trabajo con imágenes visuales y también trato de incluir imágenes perceptivas: sensoriales, el tacto, los perfumes. Me gusta mucho decir "el perfume de los eucaliptos". Lo que quiero decir me gusta mostrarlo a través de imágenes. Es la manera en la que puedo encontrarme con el lector. Creo en la escritura como un acto de comunicación. ¿Viste que hay personas que dicen 'no, yo escribo, soy críptico'? No me interesa ser críptica, me interesa ser entendida. No me interesa que estén de acuerdo conmigo, para nada. Me gusta discutir, pero sí me interesa que se entienda lo que estoy diciendo y la severidad de la palabra.
Me parece que la literatura tiene esa capacidad y la poesía, que comúnmente se la asocia a lo críptico y a lo que no se entiende. A mi me gustó pensar que la poesía es algo simple y cercano. Es algo que sucede en la poesía de los '90. La poesía puede ser comprendida por cualquier persona. Siempre hay capas de sentido pero hay un significado, por lo menos superficial, al que todo el mundo puede acceder. Después variará la sensibilidad, las ganas y el deseo de ir más profundo. Pero sí me interesa que suceda esa comunicación y creo que la imagen es clave.
-T: Mencionas mucho a tu profesión en el poemario. ¿Hay un pedido porque haya una educación más libre e inclusiva?
-M.G: Este libro está lleno de pedidos. Eso ni hablar. Pide y reclama, también. Es un libro que parece que está atravesado por un sentido de justicia. Un poco me sorprende, porque yo estoy más vieja. Del primer poema pasaron diez años. Pienso que hay un deseo de justicia muy grande. Eso me conmueve. A veces pienso sobre qué se está escribiendo ahora, qué escriben "les pibis" de poesía y pareciera que la poesía es un poco stand up, un poco superficial, para la foto de Instagram.
Cuando escribí este libro, no tenía Instagram. No era algo tan absorbido por las vidas las redes sociales. Entonces, realmente yo pensaba que la poesía y lo recordé cuando releí el libro, a veces uno mismo se olvida de lo que cree, pero yo acá estaba muy segura, sentía fervientemente que la poesía era un lugar en el cual crear bases intelectuales para las revoluciones, para los cambios, para la propia vida. La revolución para una ama de casa, mi propia revolución; que fue irme de mi ciudad y correrte de cierto destino, que es seguir un caminito más marcado. Casarte con un hombre, tener hijos. Este libro fue escrito para mi pequeña revolución, para mi vida. Pero también pensaba que la poesía podía afectar a otros. Por eso, el primer poema le habla a las mujeres: "Nadie sola, ni mucho menos solita". Realmente creía que la poesía, no yo, podía hablarle a las mujeres y una mujer podía tener cierto despertar. La poesía y el arte en general siempre acompañó las luchas y acompaña. La poesía la pienso como una compañera y también como un espacio al cual habitar y hay que pelearle un poco a la época esa entrega a la superficialidad, y a la foto de Instagram, para que la poesía siga teniendo ese movimiento en quienes la escriben.
-T: ¿Pensás que puede circular poesía en la redes sociales?
-M.G: Sí, circula. Me refiero a cuando todo ya está hecho para la aceptación absoluta. No pensaba eso, pensaba si iban a pensar si estaba loca, si me había zarpado mucho. En ese momento ya conocía a Damián Ríos y a Mariano Blatt y ellos me bancaron mucho siempre. Cuando escribí el poema de la ley, pensé qué van a decir, cómo le vas a poner a un poema el nombre de una ley. Cuando lo mostré, ellos se conmovieron mucho. Y Damián se lo mandó a algunas escritoras que conocí a partir de eso, como Gabriela Cabezón Cámara. Ahí yo empecé a conocer a escritoras más grandes y la literatura empezaba a hacer burbujitas.
-T: ¿Cómo se relaciona el poema "Por dónde saltar" con la perspectiva de género?
-M.G: Ese poema lo escribí porque cuando era chica una vecina en mi barrio se pegó un tiro con el arma del marido que iba al campo, en el corazón. No se murió. Una imagen muy fuerte. En ese momento, había empezado a pensar los lugares de resistencia de las mujeres en ciertos momentos como la tristeza, la depresión, incluso el suicidio, donde ante tanto poder y no poder hacer otra cosa que obedecer decís "Bueno, me dejo caer, no te voy a entregar mi vida, prefiero perderla". Había empezado a mirar con otros ojos a mujeres de generaciones anteriores a mí para pensar cómo resistían al patriarcado: algunas fueron super luchadoras y se organizaron y otras lo que pudieron hacer fue tirarse al piso y decir "yo no voy a hacer nada". Usé la poesía para eso.
-T: ¿Pensás que escribís poesía incluyendo recursos de la narrativa, como los diálogos?
-M.G: Estos poemas son muy narrativos, quizás más que otros que escribí después. Hay historias dentro de los poemas. Incluso este libro lo usé como libro de consulta para escribir las novelas que siguieron. Hay poemas que están pasados a la última novela. "Ojalá siempre seas mi amiga" está dentro de la novela. Lo puse en prosa, pero está.
Después "Las dos juntas", que es una prosa poética que cuenta cómo me ponen el nombre también está en "De dónde viene la costumbre". Trabajé con este libro para generar las novelas. Hago mucho eso. Además, este libro tiene algo que para mí es muy especial y es que está escrito con mucha libertad, hacía lo que se me cantaba, escuchaba algo e iba y lo probaba. Hay un poema que se va construyendo haciendo cuentas matemáticas y en un momento pongo la tabla del 7. Eso es algo que yo hoy diría "Eso es un montón". Para mí, la poesía es un espacio de mucha libertad y de mucha experimentación. Un lugar en el que no tengo miedo y en ese libro, eso se nota.
-T: En el poema "Ahujero", ¿hay un juego con el lenguaje desde el error de escribir mal la palabra agujero?
-M.G: No, en ese realmente cuando era niña me equivoqué y escribí así la palabra agujero en el pizarrón. El poema está hablando de querer adelantarse al error. Está muy construido desde mi memoria. También hay uno que se llama "¿Estás?" que era un mensaje que le escribía a alguien y después lo pasé. O escribirle un poema a Karina o a las rubias que se decoloran el pelo. O "Moyano agárramela con la mano" sobre un paro que le hizo Moyano a Cristina. Hacía lo que quería.
-T: ¿Hacés lo que querés ahora?
-M.G: Hago lo que quiero, sí. Por suerte siempre tengo buenos editores y hago lo que quiero. Los editores siempre te van a acompañar, te van a dar un consejo pero jamás me corrigieron cómo mirar.
Con información de Télam