González Monte: "Hay cierta resiliencia humorística en los argentinos, reírnos donde otros lloran"

28 de mayo, 2023 | 14.26

(Por Claudia Lorenzón) En su ópera prima "El silencio de Hemingway", Lucas González Monte construye un corpus de cuentos donde temas como el poder, los ritos de las comunidades originarias o los ecos de la última dictadura se despliegan atravesados por el humor, la magia, lo onírico y la intriga en espacios tan diversos como la Argentina actual, la Francia del siglo XX o la América precolombina.

La desesperación por sostener la estirpe de un presidente fallecido, un hombre capaz de captar todos los olores mientras viaja en subte, un relato que hace eje en la aversión que provoca la pestilencia del Riachuelo, un narrador que sorprendentemente se inspira en la lectura de un diario, y un cuento en el que un escritor se debate entre la inspiración y los rituales literarios, forman parte del libro del escritor editado por Página Blanca, donde la ambigüedad en el devenir de las historias suma potencia a los relatos.

Nacido en 1981, González Monte, periodista especializado en política, considera en diálogo con Télam que "lo literario es un terreno vecino al periodismo, son campos donde los alambrados están caídos, para seguir con la metáfora". Y agrega: "si pensamos en eso que llamamos realidad, la materia con la que trabajamos los periodistas, García Márquez cuando recibió el Nobel de Literatura dijo que la realidad latinoamericana ha sido tan 'desaforada', que los que escriben en estas tierras han tenido que pedirle muy poco a la imaginación".

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- Télam: El primer cuento, "El héroe nacional", trabaja sobre la necesidad de que un político deje descendencia de cualquier manera. ¿Hasta dónde creés que se puede llegar para perpetuar a alguien en el poder? ¿Qué inspiró este cuento?

- Lucas González Monte: No se inspiró en ninguna figura real, al menos no conscientemente. En cambio, sí hubo una idea que sirvió como disparadora: la vocación de poder que tienen algunos dirigentes, que se convierte en una especie de droga de la que es difícil siquiera evadirse. Probablemente nuestros antecedentes de dictaduras y autocracias nos hagan pensar que ese es un fenómeno sólo latinoamericano. Pero no está de más recordar que las monarquías siguen en pie en Europa y que han llegado a nuestros días a fuerza de siglos de "hacer lo que haya que hacer" para que un apellido siga en el trono. En el cuento trato de ir más allá y redoblar la apuesta: la intención es que ese héroe nacional siga escribiendo la historia aún después de haber muerto.

-T: El cuento "Nasal" aborda el mundo de los subterráneos. Pero su desenlace tiene que ver con el olfato para el amor. ¿Está en algún punto relacionado con los subtes porteños?

- LGM: Durante muchos años, la estación Río de Janeiro olió distinto al resto. Era un aroma que no pasaba inadvertido, justamente, por contraposición a los olores más habituales de la red. En el cuento, ese hombre se convierte en una nariz, pasa a ser "todo olfato". El protagonista es un oficinista agobiado.

- T: "Solsticio" aborda un ritual indígena a partir de la alteración de la señal de la naturaleza que termina con una tremenda acción sacrificial. ¿Por qué te interesó abordar esta temática?

- LGM: En su primer borrador, "Solsticio" había sido escrito copiando las voces típicas de las crónicas de indias. Algo de eso quedó en la idea de un narrador ajeno a la tribu que llega a un lugar y, por azar, presencia un rito. Esa ceremonia no es la de un día cualquiera. Es también un azar, que no vamos a contar, aquello que altera lo esperable y desencadena una acción terminante. Si esa acción es o no efectiva a los fines de lo contado, quedará en manos del lector.

- T:"La caída de Marie", aborda el declive de una mujer. Más allá del escenario parisino en el que ubicás el cuento que me parece muy bien logrado hay un deseo de venganza en esta mujer, un deseo irrefrenable de autoaniquilación a través del placer?

- LGM: Marie vive una crisis total: está con un hombre acabado al que nunca amó, jubilada, aburrida, distanciada de su hija. Más que una venganza, inicia un camino de rebeldía, de búsqueda de liberación. En su cosmovisión esa rebeldía es pecaminosa, pero, aunque se podría esperar que viva con remordimiento, lo que encuentra es placer. A mí me pasa que termino sintiendo cosas por los personajes y Marie es la más humana de todo el libro ¿Cómo no quererla?

- T: En el cuento "Tatuajes, cangrejos, ballestas" el protagonista está leyendo un diario y a partir de las combinaciones de las noticias se va construyendo la ficción. ¿Como periodista hasta qué punto este procedimiento narrativo te acompaña en la elaboración de un relato?

- LGM: En el libro sólo hay dos cuentos que refieren a noticias y este es uno de ellos. Me pasó que estaba leyendo un diario y en tres páginas consecutivas había notas inverosímiles del estilo de "Una plaga de cangrejos puede asolar Bélgica". Ese personaje es un escritor que termina redactando una ficción sobre noticias que parecen ser una ficción pero fueron publicadas por un diario real. Casi una de esas muñecas rusas de realidades y ficciones.

- T: "Cabrera sabía" resulta interesante sobre todo porque abordás el tema de la muerte, y de los secretos relacionados con la dictadura.

- LGM: Fue muy difícil darle voz a Cabrera y a sus camaradas de andanzas, represores de la última dictadura. En este cuento son tipos duros, pesados que hacen lo que consideran que es su trabajo: matar gente. Pero lo que pasa en el cuento es que aparece una duda. Cabrera se pregunta si pueden "perder". Tiene miedo. Para estos tipos ¿Perder era morir? ¿Era que volviera la democracia? ¿Que los enjuicien? Tiene miedo a perder y va a hacer cualquier cosa para esquivar ese destino.

- T: "El silencio de Hemingway" es un cuento íntimamente relacionado con la creación literaria, con los bloqueos, las rutinas y los rituales. Teniendo en cuenta que este es tu primer libro, ¿Cómo te situás ante la creación literaria?

- LGM: Lo literario es un terreno vecino al periodismo. Son campos donde los alambrados están caídos, para seguir con la metáfora. Suena bastante natural pasar de uno al otro o, incluso, estar con un pie en cada uno. Sobre todo si pensamos en eso que llamamos realidad, la materia con la que trabajamos los periodistas. García Márquez, cuando recibió el Nobel dijo que la realidad latinoamericana ha sido tan "desaforada" que los que escriben en estas tierras han "tenido que pedirle muy poco a la imaginación". ¿Eso quiere decir que somos simples relatores? Tal vez seamos eso. Y no es poco. Porque contar una historia es, al fin de cuentas, un trabajo desafiante y hermoso.

- T: El humor es un recurso muy presente en varios de los cuentos.

- LGM: En general no es algo premeditado. Hay cuentos que nacen con ese objetivo, con el de contar algo que se inicie, que se desarrolle o que tenga un final con humor. No me refiero a chistes, sino a comicidad. Creo también que el registro de lo que escribo no es del todo puro: más que en el humor, yo me siento cómodo en lo tragicómico, algo bastante extendido en la argentinidad contemporánea.

- T: ¿A qué situaciones te referís en cuanto a lo tragicómico?

- LGM: Hay una reaparición de discursos que uno creía desterrados y siempre están volviendo. La apología de los 90, por ejemplo, me parece triste y trágica. Como contrapartida, hay cierta resiliencia humorística en los argentinos, aquello de reírnos donde otros estarían llorando. En los medios y en la cultura popular tenemos toda una tradición: de Discépolo a Capusotto.

Por otro lado pienso que, durante al menos dos décadas, otro gran relator de esa idiosincrasia fue un escritor, Osvaldo Soriano. En "No habrá más penas ni olvido" un bando usa un avión para fumigar al otro con mierda; en "A sus plantas rendido un león" recrea la guerra de Malvinas en la figura de un funcionario argentino que había sido olvidado por la diplomacia en África; en "Una sombra ya pronto serás" señala el fin de la primavera democrática con un personaje que se pierde porque se robaron los carteles de las rutas. Que nunca nos falten.

- T: ¿Qué situaciones de la realidad política actual, sobre la que trabajás como periodista, te inspiran para la ficción?

- LGM: La inspiración aparece de cualquier lugar, en la política también. Por ejemplo, la elección de las imágenes en los billetes, un debate que se profundizó en los últimos gobiernos. Esa situación se podría llevar a un cuento en donde los partidos tomen las armas para dirimir el problema, portando banderas de animales o de próceres. El regimiento Yaguareté contra el de San Martín. Habría que ver si los de Roca quieren pelear codo a codo con los de Evita ¿no?.

Más allá de ese ejemplo improvisado, hay un problema: para escribir ficciones sobre la política o sobre políticos hay que tener muñeca, ya que el riesgo de terminar haciendo un panfleto siempre es grande. Por eso, por ahora, aunque no es un tema que evite, siempre lo pienso dos veces.

- T: Hay una gran intertextualidad en tus cuentos. ¿Qué lecturas fueron fundamentales en tu formación literaria y de incentivo para la escritura?

- LGM: Tengo bien claro quién fue el primero que me deslumbró. En primer año de la secundaria se leían los clásicos del Siglo de Oro español, obras difíciles de disfrutar a los 12. Pero al año siguiente, la profesora de literatura leyó un cuento de dos páginas. El libro era "Final del juego" y el cuento "Continuidad de los parques". Cortázar hace un acto de magia, de prestidigitación literaria, en dos páginas. Alguna vez lo escuché a Pedro Mairal decir algo parecido respecto de los cuentos de Cortázar. Yo no sabía que se podía hacer algo así con la palabra. Quedé deslumbrado, con ganas de leer y de escribir.

Con información de Télam