Un equipo de biotecnólogas de la Universidad Nacional de Quilmes busca desarrollar un material que acelere la curación de heridas dermatológicas, más específicamente, de quemaduras. Mirna Sánchez, investigadora del proyecto, cuenta a la Agencia de Noticias Científicas UNQ: “Buscamos que sea traslacional, es decir, que se pueda aplicar en pacientes y otorgarles así una mejor calidad de vida”.
La investigación surge a raíz de los estigmas que giran alrededor de las personas que han sufrido quemaduras. “En términos estéticos, las cicatrices por quemaduras no quedan para nada bien y esto afecta la calidad de vida de las personas. Muchas veces la piel queda tirante lo que obliga a los pacientes a tener que acomodar su cuerpo en función de esa tirantez”, explica Sánchez.
Y continúa: “Si la quemadura ocurrió en el cuello, la piel tirante hace que el paciente tenga que agachar la cabeza para ese costado, y eso complica su calidad de vida, a la vez que es estigmatizado”. La investigadora detalla que muchos de estos estigmas los sufren los niños, que son “los más afectados a nivel mundial en quemaduras debido a los accidentes domésticos”.
Tras la cicatrización, los más chicos quedan expuestos a burlas de sus pares o sienten vergüenza de su cuerpo y se esconden. Sánchez ejemplifica: “Mi mamá se quemó el dedo del pie cuando era chica y ni siquiera hoy, que es mayor, se anima a usar sandalias porque le da vergüenza. Sucede que, como los niños o las personas no mueren, directamente no se le presta atención a los estigmas alrededor de este tipo de curación. Es por eso que con este equipo queremos lograr mejorar estas cicatrizaciones”.
La clave es desinflamar
En este marco, la investigación está dirigida a disminuir rápidamente la inflamación que sucede cuando hay una herida. La biotecnóloga plantea que, al ocurrir una quemadura, las células del sistema inmune se dirigen hacia el lugar lastimado para evitar que haya una infección. “Estas células están en un estado proinflamatorio, es decir, generan el cuadro inflamatorio para proteger al cuerpo. Sin embargo, si este estado permanece, la herida pasa a ser crónica. Es lo que le pasa, por ejemplo, a la gente diabética: cuando los diabéticos tienen una herida, la misma está en estado inflamatorio y por eso no se cura, se vuelve crónica”, desglosa Sánchez.
Para lograr esto, el equipo científico busca generar un biomaterial sólido que pueda aplicarse sobre la herida y distribuir drogas –lo que se conoce como “delivery de drogas”–, cuyo objetivo final es que las células del sistema inmune pasen de un estado proinflamatorio a uno antiinflamatorio. “La idea, entonces, es acelerar la desinflamación y mejorar así el proceso de cicatrización”, subraya la científica.
De Quilmes al mundo
La investigación es llevada a cabo por las biotecnólogas de la UNQ, Mirna Sánchez, Nieves Peltzer y Ximena Hildebrandt, y el proyecto surge del encuentro de las argentinas en Alemania, tierra que habitan en la actualidad para desarrollar sus estudios. Así, Sánchez cuenta que si bien todas viajaron por separado y con distintos objetivos, allá se reunieron para conocerse y dieron origen al proyecto actual.
“Cuando llegué a Europa, busqué gente de Argentina para ponerme en contacto y no estar tan sola. Ahí fue que dí con Peltzer y Hildebrandt, y nos propusimos llevar adelante esto”, afirmó. El proyecto es financiado por el Conicet y el Instituto de Biomateriales de la Universidad de Erlangen-Núremberg, en colaboración con la Universidad de Colonia, espacios donde trabajan actualmente las tres científicas. También colabora el investigador argentino Aldo Boccaccini. “Nos une la identidad de la UNQ y esa fue la clave para trabajar juntas. A donde vayamos somos de Quilmes”, enfatizó Sánchez.