Durante los años 70, obreros soviéticos realizaron excavaciones en el desierto del actual territorio de Turkmenistán. Su objetivo era encontrar recursos naturales, como gas y petróleo, pero terminaron creando un cráter conocido como "La Puerta del Infierno". Este cráter arde hace más de 50 años y alcanzó una temperatura de más de 1000 °C.
El error de los obreros fue incendiar el perímetro con la esperanza de que el fuego consumiera todo el gas antes de continuar con su trabajo. Sin embargo, lo que crearon fue un problema sin solución. "La Puerta del Infierno" sigue ardiendo hasta el día de hoy, expulsando constantemente gas metano. La temperatura dentro del cráter oscila entre los 400 °C y los 1000 °C, convirtiéndolo en un posible riesgo para la población.
A pesar de los esfuerzos del gobierno de Turkmenistán, no se encontró una manera efectiva de apagar las llamas de este cráter. Las dificultades se deben a la propia naturaleza del cráter y a los desafíos técnicos que representa. El oxígeno y el metano en cantidades abundantes hacen que el fuego sea imposible de extinguir. Cualquier intento de apagarlo debía eliminar al menos uno de estos elementos, lo cual es una tarea complicada.
Además, existe el riesgo de que los métodos incorrectos generen una mayor liberación de metano, lo que aumentaría la posibilidad de explosiones. A pesar de los desafíos, el cráter fue durante muchos años una atracción turística debido a sus llamativos colores naranjas y rojos, que evocan la entrada al infierno.
Sin embargo, en 2022, el gobierno de Turkmenistán decidió prohibir el acceso de turistas debido a dos razones principales. En primer lugar, el escape constante de gas representa un peligro para los habitantes de los pueblos cercanos. Además, la economía del país depende en gran medida de la explotación de combustibles fósiles, por lo que la pérdida de estas reservas sería millonaria y amenazaría la estabilidad económica de la nación.
En el año 2023, un grupo de investigadores descendió al interior del cráter con el objetivo de tomar muestras de tierra y analizar si existe vida que pueda soportar las extremas temperaturas. El encargado de la exploración fue un canadiense, llamado George Kourounis, quien se adentró al cráter tomando todas las precauciones necesarias. Su compañero, el microbiólogo Stefan Green, comentó que el suelo del cráter estaba "completamente anaranjado por el brillo de las llamas" y afirmó que era similar al paisaje de Marte, transmitiendo una "sensación terrenal" completamente distinta.
Cómo es la Puerta del Infierno en su interior
"Estar de pie en el fondo del cráter fue asombroso y aterrador a la vez. Llamas por todas partes. Llevaba un equipo de protección engorroso y una máscara con aire autónomo, por lo que también me sentía un poco como un astronauta en un planeta alienígena", reveló Kourounis tras la asombrosa expedición. "Pese al traje protector, sentí el calor en mi cuerpo en todo momento, así que tuve que trabajar rápido. Solo tuve unos 17 minutos para recolectar muestras de suelo del fondo, tomar algunas medidas y salir", indicó el investigador, en diálogo con Infobae.
"El único ruido que escuchaba era similar al de un motor a alta presión. Y me llamó la atención que no hubiera humo. Se quemaba todo muy limpiamente y te permitía observar todo con nitidez, las llamas y las piedras", sostuvo el explorador canadiense y añadió: "Cuando por fin terminé, mi equipo me levantó y me sacó del infierno".
Además, indicó que los últimos logros de los geólogos de Turkmenistán hacen posible la ilusionarse con la extinción definitiva del incendio. Según explicó, si los especialistas logran extraer la mayor parte del metano de la fuente del cráter, deberían poder apagar completamente el fuego.