Máxima Zorreguieta, reina consorte de los Países Bajos, atraviesa un momento tenso debido a los recientes cambios que sufrió la vida familiar de la realeza neerlandesa. Se trata del síndrome de "nido vacío", que se genera cuando los hijos abandonan el hogar en busca de nuevos horizontes. Expertos aseguran que esto puede llevar a profundas pérdidas y generar problemas como la depresión, crisis de identidad o conflictos matrimoniales.
El síndrome del "nido vacío" se caracteriza por no ser un diagnóstico clínico, sino que, por el contrario, es un fenómeno en el que los padres sienten tristeza y pérdida cuando el último hijo se va de casa: el Palacio Huis ten Bosch, ubicado en La Haya. En el caso de Máxima Zorreguieta, sus hijas Amalia y Alexia dejaron el hogar para seguir sus estudios.
Amalia, la heredera al trono, estudia en la Universidad de Ámsterdam, con la intención de concretar una licenciatura en Política, Psicología, Derecho y Economía. Por otro lado, Alexia optó por estudiar Ciencias e Ingeniería para el Cambio Social en el University College de Londres.
Mientras que la menor, Ariane, transita su último año de secundaria. Pero también está alejada del hogar de la realeza, ya que asiste a un exclusivo colegio italiano en el pintoresco pueblo de Duino. Allí la princesa vive en un entorno más relajado y cercano a los habitantes locales, gracias a los cursos obligatorios de lengua italiana.
Qué es el síndrome de nido vacio
El síndrome del nido vacío en psicología es el conjunto de pensamientos y emociones que experimentan los padres cuando sus hijos se van de casa, es una respuesta emocional ante la ausencia del hijo adulto que abandona el hogar. Según el Instituto Europeo de Psicología Positiva, cada persona puede vivir el síndrome del nido vacío de acuerdo a sus características de la personalidad, por lo general los padres sienten que los hijos ya no lo necesitan, aparecen sentimientos de tristeza, sensación de soledad, vacío, aburrimiento, poca autorrealización, recuerdos de cuando sus hijos eran niños, sensación de pérdida del sentido de la propia vida.
El síndrome del nido vacío (SNV) no deja de ser un duelo, por lo que incluye sus clásicas etapas: negación, ira, negociación, depresión y finalmente aceptación.
Los síntomas de este síndrome se agravaron o durante los últimos tiempos –en las sociedades occidentales, sobre todo–, coincidiendo con la paulatina desaparición de las familias extendidas y el incremento de personas de la tercera edad que viven solas. No obstante, existen estudios que subrayan no solo que la evidencia empírica sobre su existencia es inconsistente y contradictoria, sino que además el nido vacío genera sensaciones ambivalentes en los padres, que sienten tristeza y alivio al mismo tiempo.
Una investigación reciente realizada por psicólogos alemanes de la Universidad de Heidelberg demostró que los adultos que son padres experimentan una mayor satisfacción con su vida en comparación con aquellos que no tienen hijos. Sin embargo, este aumento en la satisfacción solo se observa después de que los hijos se independizaron.
Este hallazgo fue respaldado en Estados Unidos por las investigaciones de Karen Fingerman, profesora de Desarrollo Humano en la Universidad de Austin (Texas) que publicó más de 200 trabajos sobre los vínculos sociales e intergeneracionales. La experta concluye que la mayoría de los padres disfrutan de la liberación que conlleva la partida de los hijos. Un hecho que les permite reconectar emocionalmente con sus parejas y tener más tiempo para dedicarse a sus propios intereses y pasatiempos. Además, en muchos casos, la relación entre padres e hijos mejora al desaparecer los pequeños conflictos que caracterizan la convivencia en el día a día de una familia.