En el mes de agosto un cosmonauta ruso llamado Iván Vagner, compartió un video en donde se podía observar una aurora polar desde la Estación Espacial Internacional. Lo más particular fue cuando distinguió al menos cinco objetos que se desplazaban en conjunto sobre el espectáculo de luces. Finalmente el sábado pasado se reveló el misterio.
"Una vez más nuestros objetos extraños pasaron en formación en los segundos 00:24-00:30 del nuevo video espacial. ¡El misterio parece estar resuelto! Son satélites", escribió Iván en su cuenta de Twitter. Y agregó: "Cada vez hay más y más. ¡Pronto el cielo estará lleno de naves espaciales!".
Vagner forma parte de la 63ª expedición de la EEI, donde acompaña a su compatriota Anatoli Ivanishin y al astronauta de la NASA Christopher Cassidy desde el pasado mes de abril. Los tres regresarán a la Tierra el próximo mes de octubre.
La Estación Espacial Internacional debió maniobrar para evitar una colisión
En un intento por evitar una fuerte colisión con un conjunto de restos de un viejo cohete japonés, la Estación Espacial Internacional (EEI) debió realizar una maniobra de reposicionamiento y despertó la preocupación de la NASA, que pidió mayores recursos para controlar el aumento de objetos que circulan sobre la órbita terrestre.
Según el astrónomo Jonathan McDowell, los restos de una parte de un cohete japonés lanzado en 2018, que se desintegró en 77 piezas en febrero de 2019, amenazó a la ISS. Los restos habrían pasado a 1,39 kilómetros de la EEI (una distancia mínima, en términos espaciales), según informó la NASA, por lo que se decidió elevar la órbita de la estación como medida de precaución.
Los tripulantes, dos rusos y un estadounidense, tuvieron que ser ubicados temporalmente en la parte rusa de la EEI para poder hacer una evacuación urgente con la cápsula Soyuz en caso de peligro, pero finalmente esa medida no fue necesaria.
Según el sitio web de la Agencia Espacial Europea, la EEI estaba a unos 421 kilómetros sobre los océanos antes de la operación y 435 kilómetros después de ella. Se movió a unos 27.500 kilómetros por hora, una velocidad en la que un objeto pequeño podría dañar gravemente o incluso destruir un panel solar u otro elemento.