El asteroide (99942) Apophis es objeto de estudio en la ciencia de las posibles colisiones catastróficas con la Tierra después de una nueva estimación de su trayectoria. Los científicos calcularon que la probabilidad de que impacte con nuestro planeta en una nueva fecha es de una entre 150.000. En caso de que impactase, el estallido sería similar al de miles de bombas atómicas.
Descubierto en 2004, este cuerpo espacial preocupó a los astrónomos durante un tiempo porque preveían que podría acercarse a nuestro planeta en 2029. Sin embargo, ahora se sabe con mucha exactitud que el 13 de abril de ese año el asteroide pasará a 31.000 kilómetros de la Tierra, una distancia más pequeña que la que nos separa de algunos satélites artificiales, pero que no implica ninguna colisión.
Los expertos se tomaron varios años en descartar la posibilidad de un impacto dentro la próxima década y también en 2036, cuando el Apofis volvería a cruzar la órbita de la Tierra cerca de la posición previsible del planeta para ese momento. No obstante, en 2068 el asteroide volverá de nuevo, también en abril, y los astrónomos abordaron en un taller internacional virtual a principios de este mes las maneras de aprovechar las próximas oportunidades para conocerlo mejor y prepararse para ese reencuentro.
Dave Tholen, uno de los descubridores del asteroide que presentó un taller de estudio a la Universidad de Hawái (EE.UU.), comentó en declaraciones a al portal web Gizmodo en los días previos al taller que "el escenario de un impacto en 2068 todavía está en juego" y que el riesgo es "pequeño, pero distinto a cero".
El Apophis tiene forma elíptica y mide más de 300 metros de largo. Si chocara contra la Tierra, liberaría el equivalente a 1.150 megatones de TNT (trinitrotolueno) en un evento que sería 3.800 veces más potente que la explosión provocada por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima. Por eso la oportunidad de observarlo en 2029 es crucial para conocer y pronosticar el peligro.
Sin embargo, antes de eso, en marzo de 2021, cuando el asteroide pase a 16,9 millones de kilómetros de la Tierra, será visible para los telescopios, afirmaron los astrónomos. Estas observaciones mejorarán las estimaciones de su forma y rotación, permitirán hacer un mejor modelado en 3D e indicarán posibles deslizamientos de tierra y fallas estructurales, afirmó Yaeji Kim, de la Universidad de Auburn, en EE.UU. A partir de este conocimiento debería ser posible realizar estimaciones sobre lo que sucede en su interior.