El vino nos une, forma parte de la cultura y la identidad de nuestro país. Su consumo integra los hábitos sociales de la población argentina.
Además, contribuye al sustento de las provincias productoras. Con más de 900 bodegas activas, la industria vitivinícola es una de las 10 principales cadenas exportadoras del país.
¿Querés conocer toda la variedad de vinos argentinos? Si disfrutás de la bebida nacional, no te pierdas esta guía. ¡Salud!
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¿Por qué los vinos argentinos destacan en el mundo?
Si hablamos de símbolos, el vino es uno de los embajadores de la Argentina en el mundo. Tal es así que, a donde viajes, vas a encontrar vinos argentinos en las góndolas de los supermercados, en las cartas de restaurantes y en vinotecas.
En este sentido, nuestro país ocupa el sexto lugar entre los mayores productores vitivinícolas del mundo y el primero en Latinoamérica. Según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, el 74% de los despachos al exterior son vinos fraccionados.
En cuanto a los destinos, nuestro país exporta a más de 127 lugares. Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Brasil y Países Bajos reciben la mayor proporción. Ahora, ¿cuáles son las ventajas de los vinos de Argentina?
La diversidad de climas permite cultivar una variedad de cepas para elaborar una amplia gama de vinos. ¿El resultado? Vinos argentinos para todos los gustos. Argentina posee una diversidad de climas que permite producir vinos para todos los gustos.
Argentina posee una diversidad de climas que permite producir vinos para todos los gustos.
Además, quienes trabajan en el mundo del vino (enólogos/as, agrónomos/as, productores/as) siguen creando y descubriendo nuevos estilos. A su vez, continúan avanzando en la innovación de productos y procesos que acrecientan el valor agregado del sector.
La importancia de los vinos en Argentina va más allá de la cantidad y calidad de la producción. Nuestro país es un gran referente en materia de enoturismo.
Cada año, crece el número de visitantes que buscan conocer y disfrutar de la “ruta del vino argentino”.
El camino lo forman más de 200.000 hectáreas y 26.000 viñedos que se extienden de Norte a Sur. Allí, las bodegas ofrecen visitas guiadas, programas de cosecha, degustaciones y muchas actividades más.
¿Cómo empezó la historia del vino en Argentina?
El cultivo de la vid en Argentina tiene más de 400 años de historia. En 1493, los conquistadores españoles trajeron las primeras variedades a América Central que, a causa del clima, no prosperaron.
Cien años después, fueron introducidas en Perú, de ahí pasaron a Chile y luego a la Argentina. La expansión de los viñedos estuvo relacionada con el cristianismo, siendo los jesuitas los pioneros de la industria vitivinícola.
Las vides llegaron por Chile. Los sacerdotes jesuitas fueron los pioneros de la industria vitivinícola de nuestro país.
Las primeras vides se plantaron en Santiago del Estero, en 1557. Posteriormente, los cultivos se fueron extendiendo por el centro, oeste y noroeste de nuestro país.
Como relata el historiador Felipe Pigna en su libro “Al gran pueblo argentino, salud”, en Argentina había dos tipos de vinos: uno para ricos y otro para pobres. El primero provenía de Málaga y Francia.
Mientras que el de los pobres, era el conocido “carlón”, al que se le agregaba mosto cocido para evitar que se avinagrara. Como los centros de producción quedaban alejados de los de consumo (desde Mendoza a Buenos Aires y Santa Fe) se utilizaba este sistema para que el vino dure más.
¿Sabías que el carlón fue el vino más consumido de la historia argentina? Esta bebida, que se tomaba en las pulperías, dominó el escenario local durante cuatro siglos.
Popularización del vino
Como explica Felipe Pigna, el vino comenzó a popularizarse con los inmigrantes, quienes lo tenían incorporado a su dieta. La producción fue creciendo, al mismo tiempo que se abrían bodegas y se establecía un mercado interno.
Después de la Primera Guerra Mundial, se introdujeron cepas traídas de Francia, Italia y España. El suelo y el clima eran ideales para el cultivo de la vid, y permitían lograr excelentes resultados. Así, los vinos argentinos fueron adquiriendo mayor calidad.
A partir de los ‘90, algunas bodegas, favorecidas por la apertura de las importaciones, se empezaron a modernizar. Entre los cambios, por ejemplo, el acero inoxidable reemplazó a las piletas de hormigón y las barricas de roble.
Además, se incorporaron nuevas líneas de embotellado y etiquetado. A la vez que se incrementó el intercambio entre enólogos e ingenieros agrónomos de distintos países productores. La calidad se empezó a priorizar sobre la cantidad.
Modernización de la industria
La producción de vinos argentinos se fue adaptando a las demandas del mercado internacional. En los últimos años, alcanzó un desarrollo positivo en cuestiones técnicas, comerciales, de comunicación y conocimiento.
Los vinos locales han logrado posicionarse tanto en el mercado interno como en el externo. Tal es así que los vinos argentinos están en cartas de restaurantes y vinotecas de las ciudades más importantes del mundo.
En simultáneo, el universo del vino no deja de crecer. Esto se materializa en una prolífica producción de libros, guías y revistas especializadas. Al mismo tiempo que las regiones vitivinícolas incentivan caminos y rutas donde el vino es el protagonista.
Producción de vino
Para empezar, la uva es la materia prima para la elaboración del vino. Las hay tintas, blancas y rosadas, de muchísimas variedades, dependiendo de las condiciones geográficas y climáticas de cada lugar.
Lo que le da el color a la bebida se encuentra en la piel u hollejo de la fruta. Ahora, ¿cómo se hace el vino? Básicamente, a partir de un proceso natural en el que el azúcar, mediante la fermentación del mosto, se convierte en alcohol.
Para hablar del proceso de producción podemos mencionar tres fases:
Fase prefermentativa
Esta fase abarca todos los trabajos que van desde la cosecha de la uva hasta la obtención de mosto. Primero, se realiza la recolección de las uvas, más conocida como vendimia. Luego, la separación de los granos del escobajo (parte verde del racimo), hojas y restos.
Posteriormente, pasa a la prensadora, donde se rompe el hollejo liberando el jugo o mosto pero sin romper las semillas para que no transmitan gustos desagradables al vino.
Fase fermentativa
La uva prensada y su jugo se guardan en vasijas de acero inoxidable, madera o cemento. Allí, las levaduras comienzan a actuar y el azúcar de la pulpa se transforma en alcohol. Esto es lo que se conoce como proceso de fermentación.
El proceso de fermentación permite que los azúcares del mosto se transformen en alcohol mediante la acción de las levaduras.
A su vez, ocurre que las sustancias que están en la piel de las uvas tintas se mezclan en el jugo. A este proceso se lo denomina maceración y su duración varía de acuerdo al tipo de vino que se quiera obtener.
En el caso de las uvas blancas, el mosto pasa a una prensa que extrae el jugo y retiene los hollejos y partes sólidas. Esto es con el fin de impedir que le transfieran color al vino.
Fase posfermentativa
Una vez concluida la maceración, se procede a escurrir la parte líquida y separarla de los sólidos. Tras la fermentación, el proceso de producción del vino continúa con toda una serie de cuidados y seguimiento.
Algunos vinos se embotellan, etiquetan y salen directamente al mercado. Otros, en cambio, inician un proceso de crianza o envejecimiento en barricas. Allí, el vino va evolucionando y desarrollando diferentes características aromáticas.
Provincias donde se producen los vinos
La vitivinicultura argentina se extiende en 19 provincias. Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, en nuestro país hay 223.585 hectáreas cultivadas con viñedos.
Las uvas para vino podemos dividirlas en tres grandes clases: cepajes tintos, blancos y rosados. ¿Cuál es el porcentaje según las cepas? El Malbec es la variedad tinta insignia de nuestro país, alcanzando el 21% de los terruños cultivados.
Entre las cepas tintas también encontramos Bonarda (10%), Cabernet Sauvignon (8%) y Syrah (7%). En cuanto a las tierras destinadas a cepas rosadas, figura la Cereza (15%) y la Criolla Grande (8%). Entre las cepas blancas, la Pedro Giménez (6%). El resto de variedades ocupan un 25% de los cultivos.
A su vez, en Argentina podemos ubicar tres zonas de producción vitivinícola bien diferenciadas: Noroeste, Cuyo y Patagonia. Sin embargo, la región cuyana reúne el 90% de los viñedos del país.
La diversidad de condiciones climáticas y de suelos, permiten el cultivo de ciertas variedades en cada región. Conocé cuáles se producen en cada lugar.
Cuyo
Está integrada por las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis. Es la región vitivinícola por excelencia: más del 92% de la superficie con viñedos del país se encuentran allí.
Las altitudes varían entre los 500 y los 1.500 metros sobre el nivel del mar. Las escasas precipitaciones obligan a una agricultura de riego.
Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, en Mendoza más del 40% de la superficie cultivada es de variedades tintas. Se destacan las siguientes cepas: Malbec, Bonarda, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot y Tempranillo.
En San Juan, la zona de mayor cultivo es el Valle de Tulum. Se caracteriza por tener suelos arenosos, con pedregullo que facilitan el drenaje. Principalmente, se produce la variedad Cereza, Pedro Giménez, Bonarda, Syrah, Malbec y Torrontés.
En el caso de San Luis, la vitivinicultura es reciente y cuenta con un poco más de 100 hectáreas. Allí predominan las variedades tintas como Cabernet Sauvignon, Tannat, Malbec, Syrah, Merlot y Pinot Noir.
Noroeste
Esta región vitivinícola abarca el sur de la provincia de Salta, Catamarca y La Rioja y el noroeste de Tucumán. Donde mejor se cultiva la vid es en los Valles Calchaquíes, cuya altitud oscila entre los 1.000 y 2.000 metros.
Cafayate, en Salta, es la zona de mayor producción, donde los vinos Torrontés se distinguen por su calidad. Además, se cultivan variedades como Chenin, Cabernet Sauvignon, Malbec y Merlot.
Otras localidades productivas importantes son Andalgalá y Tinogasta, en Catamarca. Malbec, Syrah, Cabernet Sauvignon, Bonarda y Cereza son las cepas destacadas. En Chilecito, La Rioja, el Torrontés y el Cabernet Sauvignon.
Patagonia
En esta región, la producción se asienta en las márgenes del río Negro y el río Colorado. Abarca zonas de La Pampa, Neuquén, Río Negro y Chubut. Allí se obtienen lo que se denominan “vinos de zonas frías”.
Los inviernos húmedos y fríos y los veranos cálidos y secos crean las condiciones ideales para obtener vinos de alta acidez y gran frescura. El Merlot y el Pinot Noir encabezan la lista de los varietales.
Vinos argentinos famosos
En Argentina se cultivan alrededor de 200 variedades de uvas para vino. Esta diversidad permite a los hacedores abrirse paso a la creatividad y lograr combinaciones únicas. Conocé algunos de los vinos argentinos más famosos.
Malbec
Si pensamos en el vino argentino, el emblemático Malbec es el primero que se nos viene a la cabeza. No solo es la cepa más cultivada en el país, sino que sigue siendo el vino más elegido por los argentinos y las argentinas.
La gran ventaja es que esta cepa permite producir una gran variedad de vinos tintos, rosados, dulces, espumosos y hasta blancos. Los podés encontrar más livianos y de trago fácil, pero también con más cuerpo, concentración y crianza en roble. ¿Un dato importante? Los hay en todos los niveles de precio.
Cabernet Sauvignon
Conocida como “la reina de las tintas”, es la cepa más cultivada en todo el mundo. En Argentina crece en todas las regiones productoras, ya que ha logrado adaptarse a los distintos climas, suelos y topografías.
Se trata de una cepa muy versátil para elaborar vinos jóvenes y afrutados, de consumo inmediato, así como otros de mayor guarda, con más cuerpo y taninos. Es ideal para acompañar platos a base de carnes, estofados o salsas y quesos. Los más livianos son la pareja perfecta para las empanadas y los asados.
Torrontés
El vino Torrontés es de origen argentino, es decir, solo se hace en nuestro país. Se encuentra desde Salta hasta Río Negro y se está posicionando como la firma del vino blanco argentino.
Como dato de color, esta cepa surgió (en la época colonial) por el cruce genético de dos variedades: la uva negra y la moscatel de Alejandría. El Valle de Cafayate, en Salta, es famoso y reconocido por su producción de torrontés.
Es un vino que va muy bien con las comidas picantes y bien condimentadas. También es un buen compañero de la cocina regional del noroeste argentino: empanadas salteñas y tucumanas, y locro.
Mejores vinos argentinos
Elegir cuáles son los mejores vinos argentinos no es una tarea sencilla, más cuando hay tanta diversidad. Si bien los consumidores siguen siendo los principales jueces, en el universo del vino también hay críticos y degustadores que pueden o no levantar el pulgar.
Uno de ellos es el periodista inglés Tim Atkin, quien posee el título de “Master of Wine”. En la industria del vino es uno de los más altos estándares de conocimiento profesional.
Atkin elaboró el “Argentina 2020 Special Report”, uno de los informes sobre vinos argentinos más importantes para la industria y sus consumidores. Durante tres semanas en nuestro país, asistió a catas, visitó viñedos y conversó con enólogos.
En total, probó 1.736 vinos (tintos, blancos, rosados y efervescentes) de 331 bodegas. De ellos, 1.128 obtuvieron 90 puntos o más. Estos son los que ocupan los primeros 10 lugares:
1. Per Se Uní del Bonnesant 2018, Malbec, Valle de Uco, Mendoza (99 puntos).
2. Cheval des Andes 2017, Blend, Luján de Cuyo, Mendoza (98 puntos).
3. Michelini I Mufatto Certezas Semillón 2017, Valle de Uco, Mendoza (98 puntos).
4. Colomé Altura Máxima Malbec 2017, Valles Calchaquíes, Salta (97 puntos).
5. Noemía Malbec 2018, Valle de río Negro, Río Negro (97 puntos).
6. Per Se Iubileus 2018, Malbec, Tupungato, Mendoza (97 puntos).
7. Zuccardi Finca Piedra Infinita Malbec 2017, Valle de Uco, Mendoza (97 puntos).
8. Viña Cobos Volturno 2017, Blend, Luján de Cuyo, Mendoza (97 puntos).
9. Catena Zapata Adrianna Vineyard White Bones Chardonnay 2018, Valle de Uco, Mendoza (97 puntos).
10. Altos Las Hormigas Malbec Appellation Gualtallary 2018, Valle de Uco, Mendoza (96 puntos).
Más allá de este reporte, ¿cuáles son tus vinos argentinos favoritos?
24 de noviembre: Día del Vino Bebida Nacional
En 2013, a través de la Ley N° 26.870, el vino argentino fue declarado bebida nacional. Surgió con el objetivo de difundir las características culturales que implica la producción, elaboración y consumo del vino y sus tradiciones.
Argentina es el único país vitivinícola que declaró a su vino como bebida nacional. No hay dudas de que el vino es parte de nuestra identidad y de nuestra historia.
Tinto, blanco o rosado, con o sin soda, con o sin hielo, cada uno elige cómo vivir la experiencia y cultura del vino. Hay quienes sostienen que si un vino es bueno o no lo es, es pura subjetividad. El gusto es muy personal y varía de un individuo a otro.
¿Te acordás de la campaña “El vino nos une”? Fue una iniciativa promovida por la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) para visibilizar el arraigo que tiene el vino en la mesa de los argentinos. Acá te compartimos el video.
Conclusión
Los vinos argentinos son parte de la cultura nacional y símbolo de reconocimiento en el mundo. Nos acompañan desde hace más de 400 años.
La producción vitivinícola recorre nuestro país de Norte a Sur, alcanzando alrededor de 220.000 hectáreas. Cada región posee particularidades propias que dan como resultado vinos distintos y para todos los gustos.
Aunque el Malbec es la variedad insignia, también hay otras cepas tintas, rosadas y blancas que se destacan. El torrontés es una de ellas y, además, es nativa.
El vino está presente en las fiestas familiares, momentos especiales y de celebración. El vino nos une. Tal es el valor que tiene en nuestra identidad, que en el año 2013 fue declarado bebida nacional.
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