Claudio, de 75 años y diagnosticado con Parkinson hace cinco, decidió enfrentar los efectos de la enfermedad a través de la práctica del Tai Chi. Esta antigua disciplina china, caracterizada por movimientos suaves y fluidos, se convirtió en su refugio. Optó por unirse a clases adaptadas para personas con su mismo problema donde, a pesar de su inicial inseguridad debido a la pérdida de equilibrio, encontró un ambiente acogedor. El instructor adoptó los movimientos para ajustarlos a sus necesidades y con el tiempo, experimentó mejoras significativas. La rigidez muscular cedió y su equilibrio mejoró notablemente. Además, la concentración requerida en cada movimiento fortaleció su agudeza mental y redujo la fatiga.
La enfermedad de Parkinson, un trastorno neurodegenerativo que afecta el sistema nervioso central, es objeto de exhaustivas investigaciones en busca de tratamientos que alivien sus síntomas y ralenticen su progresión. En este contexto, un reciente estudio publicado en Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry, al que la Agencia de noticias científicas de la UNQ tuvo acceso, resalta el papel beneficioso del Tai Chi, un antiguo arte marcial chino, en el manejo de esta enfermedad.
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Reconocido por sus movimientos lentos y controlados que integran mente y cuerpo, este arte marcial es de interés en el ámbito de la salud y el bienestar. Sin embargo, descubrimientos recientes sugieren que sus beneficios van más allá y que desempeñan un papel crucial en el manejo de los síntomas del Parkinson.
¿Cómo se hizo la investigación?
Los investigadores monitorearon a dos grupos de pacientes con Parkinson durante más de cinco años, desde enero de 2016 hasta junio de 2021. El objetivo era determinar si la práctica a largo plazo de Tai Chi podía mantener mejoras en los pacientes con esta enfermedad. Para ello, 147 personas realizaron la actividad dos veces por semana durante una hora, mientras que 187 continuaron con su tratamiento estándar sin practicar Tai Chi. La gravedad de la enfermedad se evaluó al inicio y se siguió la progresión en noviembre de 2019, octubre de 2020 y junio de 2021.
El grupo de Tai Chi experimentó significativamente menos caídas, mareos y dolor de espalda. Se evaluaron otros aspectos, como la función del sistema nervioso autónomo, estado de ánimo, calidad del sueño, cognición y la prevalencia de complicaciones. La progresión de la enfermedad fue más lenta en este grupo, evaluada mediante escalas validadas. Además, menos pacientes necesitaron aumentar su medicación en comparación con el grupo de control.
El deterioro cognitivo también fue más lento, mientras que el sueño y la calidad de vida mejoraron constantemente. Este grupo también mostró una menor prevalencia de complicaciones, como disquinesia, distonía, alucinaciones, deterioro cognitivo leve y síndrome de piernas inquietas. Aunque se informaron caídas, mareos y dolor de espalda como efectos secundarios, fueron significativamente menores que con el resto de los pacientes.
Aunque este estudio es observacional y no puede establecer causalidad, los investigadores sugieren que la práctica podría tener efectos beneficiosos a largo plazo en la enfermedad, mejorando tanto los síntomas motores como los no motores y prolongando el tiempo sin discapacidad. Esto podría traducirse en una mayor calidad de vida, menos carga para los cuidadores y un menor uso de medicación.
Con todo, el enfoque integral y los beneficios duraderos del Tai Chi destaca la importancia de explorar terapias complementarias en la gestión de enfermedades crónicas, abriendo nuevas puertas hacia una atención más holística y centrada en el bienestar del paciente.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas