Alerta: ya detectan actividad del mosquito Aedes aegypti en la Ciudad de Buenos Aires

Integrantes del Grupo de Estudio de Mosquitos, de Exactas, encontraron huevos del insecto que transmite el dengue en “trampas” de dos puntos alejados; esto quiere decir que las hembras están picando.

16 de noviembre, 2023 | 11.22

Como ocurre desde hace un cuarto de siglo a partir de septiembre y hasta julio del año siguiente, el grupo de estudiantes y graduados que trabajan en el Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, “barre” todas las semanas los 200 km cuadrados de la ciudad de Buenos Aires para revisar 220 trampas (aproximadamente una por cada km cuadrado) que les permiten seguir de cerca la actividad del mosquito Aedes aegypti, el insecto que transmite el dengue, el zika, la chikungunya y la fiebre amarilla. Hace alrededor de tres semanas, en uno de esos frasquitos con agua que les ofrecen a las hembras un lugar ideal para depositar sus huevos, encontraron los primeros. Y poco después lo confirmaron en la otra punta del mapa.

Integrantes del GEM revisando las trampas

Según escribe Gabriel Stekolschik en NEXCiencia, el portal de divulgación de la facultad, el primer hallazgo se hizo en un sensor situado en el Oeste  (por el contrato de confidencialidad que firmaron con el gobierno de CABA, no pueden revelar el sitio exacto) y en las dos semanas siguientes tuvieron nuevos registros de huevos, pero en el lado Este, en puntos muy distantes del primer lugar. Eso indica que los mosquitos que están comenzando su temporada reproductiva no vienen de otro lado, sino que provienen de huevos que pasaron el invierno en estado de latencia en esos barrios y que, cuando empieza a haber condiciones ambientales adecuadas –un poco de agua en el recipiente donde están los huevos y temperatura suficiente– dan lugar a las larvas y de ahí salen volando los adultos, escribe Stekolschik.

Mosquito picando a través de la ropa

Ya desde la segunda semana de octubre empezamos a encontrar los primeros huevos –cuenta Sylvia Fischer, directora del GEM e investigadora en el Instituto de Ecología Genética y Evolución de Buenos Aires–. En los distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires empieza a haber adultos que están picando y cada semana son un poquito más que la anterior. O sea que en un mes vamos a tener bastantes mosquitos en todos los barrios y eso implica un poquito más de riesgo: si vienen personas infectadas desde otras regiones, porque ahora no estamos teniendo circulación de dengue, podemos tener otro brote como el que tuvimos a principios de este año, que fue muy importante”.

Huevos de Aedes aegypti

La investigadora explica que la temporada de dengue se alarga hasta los días más fríos porque en el verano hay muchos mosquitos y personas infectadas, eso tiene una cierta inercia y por más que empiecen los primeros fríos y las poblaciones de mosquitos se reduzcan, como ya está habiendo circulación, aumenta mucho la probabilidad de que siga habiendo casos.

“Durante el invierno no tenemos mosquitos adultos de aquí, por lo menos en Buenos Aires –explica Fischer–, porque esta especie no tolera bien las bajas temperaturas. Quedan sus huevos, que sobreviven unos cuantos meses esperando a que las condiciones sean favorables.  Eso tiene dos consecuencias: una se refiere a la transmisión de la enfermedad, que se interrumpe, porque para que haya transmisión sí o sí debe haber mosquitos que estén picando, y la segunda es que tienen la posibilidad de superar ese período desfavorable porque los huevos tienen una supervivencia muy alta.  Entonces, cuando aumenta la temperatura, las lluvias llenan recipientes o las personas riegan, nacen las larvas y empieza el ciclo de nuevo. Y se ve en toda la zona casi al mismo tiempo, porque huevos quedaron en toda la ciudad de los mosquitos que hubo la temporada anterior”.

La resistencia de los huevos es notable: durante un breve tiempo, hasta pueden tolerar el congelamiento. Las larvas necesitan temperaturas bastante más altas; los integrantes del GEM observaron que pueden completar su desarrollo a alrededor de por lo menos 12 grados.  Y  los adultos, para completar su ciclo de vida (alimentarse, picar, poner huevos) necesitan por lo menos 15 o 16 grados, en promedio.  Incluso si hay unas cuantas horas al día de 18° o 20° pueden estar activos durante ese período.

Larvas de mosquito en un frasco

El Aedes aegypti es un mosquito muy particular, diferente de los otros de la región en que no deposita sus huevos en lagunas, zanjas o charcos, sino que le gustan los recipientes, baldes, tachos, botellas, bebederos de animales, rejillas…

“La mayoría de las rejillas tienen un sistema como de sifón para retener un poquito de agua y evitar el escape de gases que pueden generar malos olores –destaca Fischer–. Y allí se pueden criar lo más bien. Hace unos años, hicimos un relevamiento en la Ciudad de Buenos Aires para analizar los tipos de criaderos que prefieren y el 20% de los que encontramos eran rejillas. Un montón. No solemos percibirlos como lugares en los que  se reproduzcan los mosquitos y no les prestamos mucha atención”.

Gracias a la cubierta que los protege, los huevos pueden permanecer en ambientes secos durante meses. Si una hembra puso huevos en un recipiente que tuvo agua y luego se secó, pueden sobrevivir hasta que llueva, o reciban agua y se generen las larvas. Bastan uno o dos centímetros cúbicos para que completen su desarrollo.

Integrantes del GEM revisando las trampas

“Estos insectos están extremadamente bien adaptados a todo lo que les ofrecemos –explica Fischer–. Por empezar, tienen una preferencia por la sangre humana. Pero, además, en la cercanía de los seres humanos suele haber una gran disponibilidad de estos ambientes acuáticos que les gustan para desarrollarse. Lamentablemente, por nuestros hábitos, el entorno del ser humano siempre está más asociado con la presencia de este mosquito que lugares donde no hay personas”.

Al contrario de lo que a veces se cree, los Aedes aegypti, no solo pican en los pies, sino que se sienten particularmente atraídos hacia esa parte de nuestro organismo. “Los pies emiten ciertos gases (el ‘olor a queso’), que los atraen bastante –comenta Fischer–. Por eso con frecuencia, cuando uno está en un patio o un jardín, se los ve circulando alrededor y pican en las piernas”.

Sylvia Fischer, directora del GEM

Como sería imposible que el Estado ingrese a cada una de nuestras casas a controlar, evitar la proliferación de estos mosquitos depende en gran medida de cada uno de nosotros. Para no fomentar su proliferación, la investigadora sugiere poner cierto orden en nuestro entorno como para que no se nos pasen desapercibidos recipientes arrumbados en lugares donde puede quedar agua si llueve. “Todo lo que no me sirve, lo descarto; lo que me sirve puedo guardarlo, pero de manera que no acumule agua. Si se trata de recipientes, los doy vuelta o los tapo –recomienda–. Con cualquiera de estas dos estrategias ya reduzco la posibilidad de criaderos.  Los bebederos de animales deben lavarse a diario y en las rejillas podemos tirar una vez por semana una pava de agua hirviendo. Esto mata mosquitos adultos, larvas y también huevos. Si tenemos plantas ‘enraizando’, suele creerse que basta con cambiar el agua una vez por semana, pero las larvas son muy ‘piolas’, entonces se quedan enganchadas en las raíces. Entonces, o hay que hacer una limpieza muy exhaustiva de las raíces cada vez que cambiamos el agua o tenemos que poner algún impedimento para que las hembras entren al recipiente. Yo les coloco una bolsita de plástico o de papel alrededor de la boca del frasco para que las hembras no puedan entrar”.

Integrantes del GEM, en el laboratorio

Acerca de la modificación de mosquitos a los que se les inyecta una bacteria denominada Wolbachia, que interfiere con la transmisión del dengue (una estrategia que se está ensayando en Colombia y otros países), la científica opina que “Es una discusión en proceso. Hay distintas iniciativas: introducirles cambios genéticos, irradiarlos para que sean estériles y liberar solo a machos con incompatibilidad reproductiva… Lo que pasa es que esto implica un desarrollo tecnológico muy costoso y la liberación de enormes cantidades de mosquitos, más que los que naturalmente están en el ambiente.  Ahí surgen algunos problemas: ¿cuánto estamos dispuestos a invertir en este tipo de estrategias y por cuánto tiempo pueden ser efectivas? Porque es probable que en algún momento el virus se adapte y encuentre la forma de atravesar la barrera que le impone esta bacteria y pueda continuar transmitiéndose. Pensando en soluciones más sostenibles a largo plazo, deberíamos ver cómo podemos lograr cambios de comportamiento para que el mosquito no sea exitoso en nuestro entorno”.

De acuerdo con la base de datos histórica del GEM, el inicio de la temporada reproductiva no varió mucho en los últimos años; suele ocurrir en la segunda semana de octubre. Pero lo que se observa es que aumenta la velocidad en que proliferan. Hace dos décadas, empezaba a haber una distribución bastante amplia en la ciudad a partir de mediados de enero o principios de febrero.  Ahora ocurre a partir de mediados o fines de diciembre, escribe Stekolschik.  También finaliza más tarde, a mediados de julio. Esto se atribuye al cambio climático, que estaría favoreciendo el crecimiento más rápido y persistencia de las poblaciones de mosquitos.

Con respecto a los brotes o epidemias de dengue, que dependen también de los casos importados que llegan, cada una de las últimas (registradas en 2009, 2016, 2020 y 2023) fue mayor que la anterior.

Como consejo final, Fischer sugiere ingresar a Internet o YouTube y buscar “larvas de Aedes aegypti. “Eso nos ayuda a saber qué es lo que estamos buscando, porque las larvas son muy distintas a los mosquitos adultos y con frecuencia las personas no las reconocen –concluye–. Muchas veces, cuando uno se las muestra, nos dicen ‘Ah, pero yo tengo esto en mi casa’ y nunca se habían imaginado que era una larva de mosquito. Mirar, eso es importante”.