Ana Devin tiene 36 años y la música es su pasión. Es cantante en una banda llamada RAMEN, productora artística de las fiestas Plop y Puerca, y jurado en el programa conducido por Marcelo Tinelli, Canta Conmigo Ahora. Hace unos meses recibió un diagnóstico que lo cambió todo y decidió contarlo en sus redes, donde tiene miles de seguidores que se interesaron por su historia: “Yo ya me estaba dando cuenta que cada vez que me resfriaba escuchaba muchísimo menos y la pasaba mal. No escuchaba mi voz que era lo que más me preocupaba a la hora de cantar”.
Pero lejos de quedar paralizada por el miedo, decidió juntar fuerzas y, además de ocuparse de su salud auditiva, se propuso compartir su experiencia para ayudar a otros: “Necesitamos más conciencia auditiva, que la gente entienda que esto es una problemática grave, que sucede, y que hay muchas personas con hipoacusia”.
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Cuando comenzó a darse cuenta que algo definitivamente andaba mal se encontraba en medio de las grabaciones del programa de Eltrece: “Estuve sentada al lado de Nacho Mintz (su otorrinolaringólogo y colega artista) algunas temporadas y fue él quien me agarró la mano los primeros meses de grabación y me dijo que era hora de hacer la prueba tonal. Él se daba cuenta que yo estaba todo el tiempo preguntando qué decía Marcelo, y qué decían mis compañeros al lado mío. A Marcelo en ocasiones no lo escuchaba. No le entendía. Hablaba el Puma Rodríguez arriba mío y yo no lo escuchaba”.
Luego de un tiempo se animó y acudió al médico, en donde le confirmaron lo que tanto temía: Ana tiene hipoacusia. “Mi reacción fue de mucha tristeza y de pensar que me iba a quedar sorda del todo”, contó en diálogo con El Destape, y agregó: “Cuando reaccioné, fue cuando mi amigo me hizo la receta de la audiometría y decía: ‘Examen hipoacusia neurosensorial’. Salí del consultorio, miré el papel y me puse a llorar”.
Pero lejos de quedar paralizada por el miedo, decidió juntar fuerzas y, además de ocuparse de su salud auditiva, se propuso contarlo en sus redes sociales para ayudar a otros: “Necesitamos más conciencia auditiva, que la gente entienda que esto es una problemática grave, que sucede, y que hay muchas personas con hipoacusia”.
La falta de conciencia: uno de factores que la llevaron al diagnóstico
El sonido es algo que siempre está presente, de acuerdo a la licenciada en fonoaudiología Kimi Hamasaki (MN 8512), quien además tiene como paciente a Ana Devin: “Hoy estamos en una era de hiperestímulos en todo sentido, y sobre todo en el auditivo que uno no lo puede comandar mucho. Si uno no quiere ver cierra los ojos, si uno no quiere hablar, cierra la boca, pero si yo no quiero escuchar es más difícil, excepto que tenga tapones hechos a medida, pero sin embargo, así, hay un montón de vibraciones que podemos percibir”.
Ana tiene en claro que uno de los factores que la llevaron a tener una pérdida de entre el 40% y el 50% de su audición es su constante exposición al ruido debido a su trabajo en boliches, como cantante y como música. “Yo siento que fui afectada por haber usado auriculares al palo toda mi vida y desde que se empezaron a usar los que van más adentro y más cerca del tímpano peor. Mi banda, la batería, hacer shows a la noche y trabajar en boliches, fueron algunos factores, contó y resaltó: “Yo me rompí mis propios oídos trabajando en la noche y escuchando música muy fuerte”.
La Presidenta de la Federación Iberoamericana de Acústica y de la Asociación de Acústicos Argentinos, Ing. Nilda Vechiatti, explicó en diálogo con El Destape que los trabajadores que se encuentran expuestos a ruidos fuertes constantemente, como los mozos, los bármanes, o los cantantes, muchas veces no son conscientes de que lo están. Además, explicó que “la contaminación acústica es la que se produce cuando existen contaminantes físicos tales como el ruido y las vibraciones, ya que cuando uno está expuesto a eso puede estar sintiendo cierto malestar o estar incómodo pero es algo que uno no puede evitar“. Respecto a este último punto, marcó la diferencia con la exposición al ruido en el ámbito laboral o por decisión propia con el uso de auriculares: “En general, cuando hablamos de contaminación acústica, hablamos de acústica urbana, o sea de ruido urbano, eso implica que este es el resultado de las actividades humanas que generen ruidos o vibraciones que son como residuos. El ruido del tráfico, el ruido de las industrias, que se propaga más allá de la industria y llega a los vecinos, el ruido de las actividades recreativas, por ejemplo la música que sale de un boliche bailable, es decir, todo ese ruido que no es de ambiente laboral, sino que es ambiente urbano”.
Respecto a esto, la ingeniera explicó que lo que hay que tener en cuenta es el nivel sonoro continuo equivalente: “todo depende de la dosis de ruido que recibas, es decir, a qué nivel estuve expuesto y durante cuánto tiempo. Y eso, en reiteradas veces”.
El estigma, como siempre, aparece
La concientización es hoy uno de los objetivos de Ana Devin. Ella sabe que tiene una herramienta para poder explotar y brindar información que rompa con los estigmas que existen sobre las personas con hipoacusia, sobre todo porque llevan consigo una discapacidad invisible. “Al no ser una discapacidad visible, la hipoacusia no se trata con la misma empatía y seriedad que se tratan otras discapacidades y en más de una oportunidad no le damos importancia a nuestra salud auditiva”, explicó en el video que publicó en sus redes cuando decidió contar el proceso por el que estaba atravesando.
“Desde que conté mi historia mucha gente me comenta cosas que no puedo creer”, reveló y añadió: “El otro día me mandó una chica un mensaje diciéndome que a la abuela como era grande y tenía 86 años la habían sacado el audífono porque total es vieja”. Respecto a esto, el otorrinolaringólogo y artista, Nacho Mintz (MN 129099) sostuvo que “el no escuchar bien puede generar aislamiento social, sobre todo en las personas mayores con hipoacusia porque suelen sentirse como un obstáculo y muchas veces se quedan fuera de las conversaciones”.
Y ella lo vivió en primera persona, hasta en su propia casa y con sus compañeros de trabajo quienes al principio les costó entender por lo que estaba pasando y cómo ayudarla: “En mi cotidiano no la estaba pasando bien. Viste que a la gente cuando le preguntás tres veces: ‘¿Qué?’, no le cabe mucho. Es hasta molesto para el otro”. En esta misma línea la licenciada Hamasaki sostuvo que “la mayoría de las personas que no escucha bien lo primero que hace es aislarse porque le da vergüenza, porque piensan que la gente va a pensar que tienen algún problema cognitivo y porque creen que es una patología de adulto mayor” y se refirió al peligro que puede presentar esta clase de pensamiento: “Hay que desmitificar todo esto para que las personas acudan a tiempo a hacerse los chequeos y no esperando justamente tener un síntoma”
Además explicó cómo hay que actuar frente a una persona con hipoacusia: “Lo primero que tiene que entender la gente es que no le tienen que gritar más todavía. Si usa audífono lo importante es hablarle de frente, articulado, pausado, y tratar de repetirle lentamente, pero no gritarle porque la voy a poner más nerviosa”.
Las problemáticas post diagnóstico: comprar los audífonos
Aunque parece que enfrentarse al diagnóstico es lo más difícil para el paciente, eso solo es el inicio de un camino que para muchos puede presentar varios obstáculos. Uno de ellos es, sin duda, adquirir los audífonos. “Hay un negocio muy grande de insumos, no solo los audífonos, sino otras millones de cosas dentro de la medicina que hace que la gente no pueda tener sus cosas porque los precios son desmesurados”, contó Ana, algo que la atraviesa por experiencia propia. Conseguir los suyos fue una situación que le causó bastante frustración: “Realmente el día que me fui a hacer la primera prueba del audífono y escuché, me emocioné. Escuché la voz de mi marido que estaba al lado y la escuchaba clara. Ahí dije: ‘Esto lo necesito, necesito escuchar así’. Hasta que me dijeron el precio. Cada uno sale alrededor de $400,000, no hay cuotas, no hay descuentos. Llamé a mi obra social y me avisaron que me cubría solo $10.000 por audífono, y es una obra social por la que pagó $30.000 o más”.
En ese momento llegó Kimi, su audióloga que le dio la posibilidad de tener un equipo: “Mi vida es muy mágica y tengo gente muy hermosa al lado mío. Apareció Kim, que me escribe por Instagram y me dice: ‘Yo te quiero regalar un equipo’”, pero aunque ella tuvo esta suerte sabe que no es igual para todos: “Hay personas que no pueden llegar a esa cantidad de dinero, sobre todo las infancias hipoacúsicas que necesitan mucho de los audífonos para no seguir perdiendo su audición y para poder escuchar”.
Respecto a esto, la licenciada Hamasaki contó que existe una ley en Argentina que es la N° 25.415 para recién nacidos, la cual, si tenés hipoacusia, advierte que la obra social debe cubrir los tratamientos, audífonos, prótesis y la rehabilitación: “El Estado tiene la obligación de acompañar a los pacientes que tienen pérdida auditiva. Por ley están completamente amparados. El tema es que la ley se cumpla. Una cosa es lo ideal y otra cosa lo que vemos en la práctica, que no es sencillo porque son todos aparatos caros. Las prepagas algunas cubren de acuerdo al plan que uno tenga, pero hay personas que aun así no pueden costearlo”.
La importancia de cuidar los oídos
Son los menos. Tanto Mintz como Hamasaki coinciden que la gente que va y se hace chequeos para ver cómo están sus oídos no se compara a quienes van al cardiólogo, o a un médico clínico, y eso es un problema. “La gente acude cuando está, como yo digo, en el horno con papas”, aseguró la audióloga. Y es grave porque la prevención en tu salud auditiva es el principal aliado: “La mejor manera de prevenir no es tener el mejor audífono que te puedas comprar, sino acudir a tiempo a los especialistas. La prevención y la promoción de la salud tiene que ser siempre el eslabón número uno, porque si yo agarro las cosas a tiempo todo tiene solución”.
También, destacó que “es importante que la gente pueda tener el conocimiento de que necesita acudir al otorrino, de que necesita hacerse un chequeo audiológico que, por ejemplo, para un niño es vital porque hace a la adquisición del lenguaje”. Respecto a esto, la Ley 25.415 plantea algo clave que todos los padres y madres deberían saber: los niños recién nacidos tienen derecho a que se estudie tempranamente su capacidad auditiva y se le brinde tratamiento en el caso de que lo necesite. Por lo que nos encontramos con una herramienta que hay que hacer cumplir.
Pero también es importante saber a qué síntomas estar atentos, y saber que puede pasarte en cualquier edad: “Zumbidos, acufenos o pitidos en los oídos, imposibilidad para mantener una conversación cuando dos o más personas están hablando, sensación de presión en los oídos, alteraciones de equilibrio, todos esos son síntomas sobre los cuales hay que estar atentos y acudir al especialista si surgen”, detalló Mintz. Por otro lado, sostuvo que “hay que educar a los jóvenes y explicarles que cuando estamos con los auriculares puestos con la música fuerte, estamos lesionando nuestros oídos todos los días”.
Ahora Ana ve un futuro prometedor. Con los audífonos se puede escuchar mejor, algo que le va ayudar en su profesión, sobre todo para poder afinar. Además, gracias a esto aprendió que tiene que proteger sus oídos para no seguir deteriorando su audición. “Cada vez que sientas algo diferente en tu audición andá a hacerte un chequeo, no te expongas a ruidos tan fuertes y si te vas a exponer usa filtros auditivos que se compran en cualquier lado y hay de todos los precios y de todos los tamaños”, aconsejó.