El problema de salud poco frecuente que imposibilita la imaginación

Estas personas viven más el tiempo presente y tienen menos pensamientos intrusivos. Se estima que menos del 5 por ciento de la población mundial la experimenta.

18 de junio, 2023 | 11.59

Si una persona desea imaginar un árbol, seguramente visualice en su mente un tronco marrón con una copa verde. Pero, ¿qué sucede si el individuo no puede ver esto? ¿Y si no puede representar mentalmente ninguna otra cosa? ¿Es posible que no pueda imaginar? Sí, y en ese caso se habla de afantasía. Se trata de la imposibilidad de crear representaciones visuales mentales. Por ejemplo, las personas afectadas no pueden crear imágenes mentales de objetos, personas o lugares familiares. “Existe un espectro de imaginación visual en el que hay personas que pueden imaginar y visualizar eso de lo que hablan mientras que hay otras que no pueden ver absolutamente nada”, cuenta Francisco Gallo, investigador del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), a la Agencia de noticias científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.

El término fantasía (phantasia) fue acuñado por primera vez por Aristóteles para describir el proceso cognitivo de crear representaciones mentales de cosas que no están presentes físicamente. Para referenciar la ausencia de esta habilidad se agregó el prefijo “a”. Fue el psicólogo y antropólogo británico Francis Galton quien habló por primera vez de este fenómeno en 1880. Sin embargo, recién en 2015 fueron retomadas las investigaciones, se trata de un campo poco estudiado y restringido en el que muchas personas que se ven afectadas por esta condición aún no lo saben. 

Según lo explorado hasta el momento, se estima que entre el 3 y el 5 por ciento de la población a nivel mundial tiene afantasía. Se trata de la carencia de una habilidad pero no de otras. Gallo ejemplifica: “Ellos pueden recordar a partir de la imaginación auditiva o la táctil. Incluso, hay un artículo que indaga sobre la generación voluntaria de imágenes, esto es que las personas evaluadas en ese estudio dicen que sueñan con imágenes pero no las puede visualizar durante la vigilia”.

A la hora de rememorar un acontecimiento, el científico detalla que las personas con afantasía recuerdan de una manera menos vívida y con menor detalle. A la vez, vivencian más el tiempo presente, poseen un mayor control sobre su propio pensamiento evitando la injerencia de pensamientos intrusivos.

“Hay una pregunta muy interesante que se le hace a las personas cuando se enteran que tienen afantasía que es: ‘Cuando escuchabas que alguien decía que en su mente tenía imágenes, ¿qué pensabas?’ y la respuesta suele ser ‘pensaba que se trataba de una metáfora’”, explica Gallo, licenciado en Biotecnología (UNSAM) y doctor en Medicina (UBA).

Mentes poco exploradas

Si en una punta del espectro de imaginación visual se encuentran las personas con afantasía y en el medio aquellos que pueden representar imágenes mentales con frecuencia, en la otra punta se encuentran los que vivencian la “hiperfantasía”. Esto es la facultad de poder visualizar de manera tan clara “como si estuviera viéndolo en persona, como si fuesen fotos”. 

Se calcula que entre el 15 y el 20 por ciento de la población mundial experimenta esta particularidad mental y algunos investigadores sostienen incluso que las imágenes generadas mentalmente son tan vívidas que pueden dar paso a recuerdos falsos.

Gallo recalca que tanto la afantasía como la hiperfantasía son campos poco estudiados porque no son conocidos ni por los propios individuos que lo experimentan. Sin embargo, ante el interrogante de la Agencia sobre qué sucede en el organismo, ensaya: “Esa es la gran pregunta que nos hacemos. Hay un único estudio que compara qué sucede en el cerebro de las personas con afantasía, de aquellos que poseen hiperfantasía y de los individuos con una capacidad intermedia promedio para generar imágenes visuales”.

Y explica: “Todas las personas tenemos en el cerebro una parte que se llama corteza visual (ubicada en la nuca) que es la que se encarga, junto con la corteza frontal, de procesar la información visual, es decir la que vemos a través de las retinas. Cuando alguien imagina, su corteza visual se enciende y trabaja porque está generando imágenes en el cerebro. Ahora bien, lo que se puede ver en este estudio es que las personas con hiperfantasía experimentan poco trabajo en esta región y su corteza visual está más controlada, mientras que aquellos que tienen afantasía tienen un trabajo muy intenso en esa zona al momento de intentar generar alguna imagen visual”.

De todas maneras, Gallo alerta que hay que tener prudencia ya que, por el momento, “es el único estudio que compara los distintos grados del espectro de imaginación visual”.

Una imaginación diferente

En suma, las personas con hiperfantasía y afantasía representan grupos de individuos que experimentan otro tipo de imaginación diferente a la que tienen aquellos que pueden visualizar de manera controlada. No obstante, en términos de Gallo, “no se trata de algo anormal, sino de otro tipo de experiencias”.

El especialista afirma: “Hay una presunción de que las diferencias individuales están dadas por fuera de una base de funcionamiento cerebral que es único para todos. Estas cosas nos hacen dar cuenta que, en realidad, hay diferencias de base en cuanto a cómo nosotros interactuamos con el mundo que pueden hacer de una experiencia algo totalmente distinto”.

El Laboratorio de Memoria y Sueño recluta gente que supone tener afantasía o hiperfantasía para realizar estudios y avanzar en las investigaciones. El contacto puede ser a través del sitio web o por la cuenta de Instagram.

 


 

Con información de la Agencia de Noticias Científicas