“Pedile a tu nuevo macho que te de plata”: los deudores alimentarios y la impunidad frente a madres que crían solas

Según información de la última Encuesta Permanente de Hogares, el 85% de las familias monoparentales están a cargo de una mujer. El desgaste, la sobrecarga y la injusticia contribuyen a la existencia de más mujeres pobres. Qué pasa dentro de esos hogares y qué sucede con la justicia. 

10 de junio, 2023 | 19.00

"Pedile a tu nuevo macho que te de plata", "Yo trabajo y la plata te la gastás vos", "Con la plata que te paso no te podés quejar", "Yo también tengo mi familia" son algunas de las frases y respuestas que reciben todos los días millones de mujeres que en nuestro país encabezan, con mucho esfuerzo y sacrificio, familias y hogares monomarentales, ante el pedido de cumplimiento del pago de la cuota alimentaria de sus hijes. 

El último sábado 3 de junio, en el marco de la conmemoración de un nuevo “Ni Una Menos”, decidieron visibilizarlas a través de un tendedero ubicado sobre las rejas de la Plaza Lavalle, frente a la sede de la Corte Suprema de Justicia. La cartelera inmensa combinaba dichas expresiones violentas con las fotos y datos de los deudores alimentarios. Ante el letargo judicial, la falta de respuestas institucionales y las múltiples violencias, la decisión de exhibirlos tiene el objetivo de quebrar la complicidad social y exponerlos ante sus entornos para que “la vergüenza cambie de lado”.

Una familia monoparental es un grupo familiar formado por una única persona progenitora con sus hijes a cargo. En Argentina este modelo ha crecido exponencialmente en las últimas tres décadas y se calcula que abarca a 1 de cada 10 familias. Pero además, según información de la última Encuesta Permanente de Hogares, el 85% de las familias monoparentales están a cargo de una mujer. Por eso se habla de familias u hogares monomarentales. 

En este marco, a la desigualdad estructural de género y el desequilibrio en las tareas de crianza y cuidados, se suma que la mayoría de las madres a cargo de estos hogares no reciben la cuota alimentaria de los progenitores y deben sostener solas la economía y el desarrollo de ese núcleo. En junio de 2022 un informe presentado por el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, arrojó una cifra escalofriante: el 67% de los padres no paga la cuota alimentaria o lo hace de forma eventual; sólo el 32% de los padres no convivientes abonan regularmente la cuota alimentaria; y en los casos que sí se cumple el pago mensual, sólo el 10% de las madres considera que el monto alcanza para cubrir gastos y necesidades de niños.

La abogada Gabriela Carpineti, a cargo de la Dirección Nacional de Acceso a la Justicia, viene trabajando la problemática desde marzo de este año a partir de operativos especiales en todo el país y, principalmente, la provincia de Buenos Aires. En estos espacios se busca asesorar y acompañar a cientos de madres que no pueden cobrar la cuota alimentaria de sus hijes: “Estando con la gente me di cuenta de lo grave y lo grande que es este problema en todo el país, y eso no lo puede resolver una sola funcionaria: necesitamos leyes nacionales que ataquen de lleno este problema. Tienen que ser leyes sensibles, pero inteligentes y realistas; creo que necesitamos diputados y diputadas bien formados en el tema se hagan cargo de esto, necesitamos personas que conozcan todos estos problemas judiciales en detalle, para poder cambiar  este problema de la gente”.

“Es difícil transitar la violencia sin red de contención”

Marcela Gómez Vizzoni es catamarqueña, pensadora y activista por los derechos humanos de la “Díada madre-hija/o”. Su propia experiencia de vida como madre y jefa de hogar la llevó a convertirse en referenta de la organización Hogares Monomarentales, una comunidad que nació, hace más de una década, a partir de un círculo de mujeres que empezaban a hablar de crianza y responsabilidad entendiendo que no se trataba solamente de temáticas de la vida privada o doméstica, sino que estaban plenamente atravesadas por lo político, lo social y lo colectivo.

“Somos hogares monomarentales porque hacemos hincapié no solamente en la configuración familiar, sino en visibilizar que necesitamos un domicilio, un techo, una casa donde sostener a la familia”, aclara la integrante de la Red de Mujeres Ecofeministas. “Es bastante difícil transitar la violencia sin red de contención y desde este movimiento queremos reivindicar a la compañera, a la otra congenere, hasta la desconocida que nos ayuda a bajar del bondi, que nos ayuda con las criaturas en el supermercado”, cuenta.

Actualmente son cientos de mujeres que comparten información e intervienen en las agenda políticas en todo el país y en las diferentes regiones. Su tarea es principalmente visibilizar y difundir sus reclamos. Recientemente realizaron una campaña denominada “¿Le preguntaste a tu amigo si cumple la cuota alimentaria?” con el objetivo de hablarle a los varones muchas veces cómplices de la violencia. 

“Maternar es un acto político”

El incumplimiento de la cuota alimentaria está contemplado como acto de violencia de género económica y patrimonial, según la Ley 26.485 de Protección Integral contra la Violencia hacia las mujeres. Si bien este tipo de violencia atraviesa todas las clases sociales y edades, obviamente impacta con mayor dureza en los hogares monomarentales y sobre todo de bajos recursos. Este comportamiento, tan generalizado y aceptado socialmente, perjudica directamente a la mujer al limitar sus recursos y su autonomía, pero también repercute de forma directa  en el crecimiento y la vida de sus hijes. Esto también es un componente de la feminización de la pobreza.

“Sostener un hogar en estas condiciones de vida tan desfavorables es mucho sacrificio, es dejar de comer para que alcance. Implica a veces tener que prescindir del empleo, que además no abunda. Porque salir a emplearse para poder pagar a una cuidadora, es cambiar el dinero, entonces implica muchísimo sacrificio. Por eso también hablamos de que maternar es un acto político”, relata la integrante del movimiento por la reforma judicial feminista. Y agrega: “Sostener un hogar significa muchas veces postergar carreras profesionales, o tener un empleo registrado donde podamos tener seguridad social, y nos condiciona la vida, o sea, afecta directamente las condiciones de vida que repercuten en la salud”. 

Con respecto al derecho y bienestar de niños, niñas y adolescentes lo que sostienen desde el movimiento social Hogares Monomarentales es que el incumplimiento perjudica directamente el derecho al bienestar porque las madres terminan siendo la única persona responsable en el hogar: “No es solamente darles de comer. Que se vulnere la asistencia alimentaria perjudica directamente al sostén de su pleno desarrollo”.

“Pedimos que realmente el acceso a la justicia tenga un abordaje comunitario”

Quienes han transitados años enteros luchando contra trámites judiciales y burocráticos señalan que las herramientas institucionales que las mujeres tienen hoy a disposición para hacer cumplir sus derechos son inaccesibles y dificultosas, no solo por la falta de perspectiva de género, sino por la lejanía física, geográfica, en el lenguaje: “Al poder judicial hay que aggiornarlo. Nuestro movimiento integra una campaña por una reforma judicial feminista, y en ese sentido pedimos que realmente el acceso a la justicia tenga un abordaje comunitario, que se pueda realmente considerar otro tipo de organización, por ejemplo, un fiscal por comuna, por barrio, que también de lo que pasa en el territorio”

Por un lado, Gómez Vizzoni reconoce y pondera la creación y puesta en marcha de algunas políticas públicas direccionadas a las temáticas de género desde los organismos nacionales y provinciales, como también las iniciativas paliativas llevadas a cabo por el Programa Registradas, creado por el Ministerio de Trabajo de la Nación, para promover el acceso y la permanencia del empleo de las trabajadoras de casas particulares, garantizar sus derechos y su inclusión financiera.

No obstante cuestiona que muchas instancias estatales todavía no han incorporado la mirada de género en su dinámica ordinaria y terminan siendo cómplices y hasta reproductoras de la violencia económica.  En este punto, el ejemplo más grave es lo que ocurre con ANSES en cuanto a la regulación y administración de las asignaciones familiares, situación que ha sido denunciada por diferentes organizaciones feministas y de mujeres víctimas de violencia. Lo que ocurre es que el organismo sigue considerando a los “varones progenitores deudores no convivientes” dentro del mismo grupo familiar que la madre. Y como el varón tiene un empleo registrado o es monotributista, el régimen de asignaciones familiares previsto en la ley 24.714 le impide a muchas mujeres poder acceder a la asignación universal por hijo para protección social (AUH) o limita su percepción. Mientras el sistema entienda que uno de los dos progenitores tiene trabajo, no corresponde la AUH a pesar de que ese padre no pague la cuota alimentaria.

“Cuidar, maternar y sostener económicamente todo sola”

Cecilia Bertolino (50) es licenciada en Periodismo con perspectiva de género y DDHH, y forma parte de la Red federal de Familias Monomarentales. Su vida está fuertemente atravesada por la violencia económica ya que, en 2014, al separarse del progenitor de sus tres hijos, comenzó a transitar y sobrevivir el camino “de cuidar, maternar y sostener económicamente todo sola”. 

El incumplimiento alimentario, además de ser un tipo de violencia económica según la Ley 26.485, en el ejercicio actúa como violencia emocional y psicológica hacia las mujeres y sus hijos: “Para nosotras implica tener dos o tres trabajos, implica terminar destruidas física, mental y emocionalmente. Implica, cuando son chiquititos, hacer malabares con todo. Porque además para reemplazarte a vos tenés que pagarle a alguien más y si no la podés pagar, es una cadena de mujeres precarizadas. La sobrecarga es tremenda, no hay horas de descanso, no hay espacio para el ocio, para la diversión o el autocuidado. Se va perdiendo también la capacidad de sonreír, de reírte, de ser feliz, de disfrutar con tus propios hijos”. 

En este proceso, indefectiblemente, los niños, niñas y adolescentes también se ven perjudicados por la ausencia de su progenitor y porque la falta de recursos va condicionando sus posibilidades: “El autoestima se ve tocado por la falta de seguridad. Estos incumplidores le fallan a sus palabras, juegan con el ‘voy’ o ‘no voy’, ‘te voy a buscar’, ‘no te voy a buscar’. Esa ausencia esta cruzada con la ausencia económica porque ningún deudor alimentario ama bien, ama sano. Un padre que abandona económicamente también abandona cuidados. Porque el dinero es tiempo, el tiempo es dinero. Hay mujeres que aguantan que no les pasen un mango porque se reparten los cuidados. Pero no está bien porque terminamos aceptando migajas”.

“Los hijos subsisten, sobreviven, pero tienen un montón de consecuencias. La vida se empieza a reducir solo a la escolaridad. Más allá de lo material, les afecta también lo anímico porque viven con madres sobrecargadas, con madres con poco tiempo, poco espacio para el disfrute, con pocas reuniones familiares. En general, las mujeres que estamos en esta situación estamos solas – relata la comunicadora y militante de la Red federal de Familias monomarentales - en las barriadas es diferente porque las mujeres ahí estamos en tribu. En los barrios populares hay más comunidad, más tribu. Las de clase media estamos más solas”.

La persistencia en el tiempo y la limitación permanente modifica gestos y comportamientos de la vida cotidiana. Cecilia advierte que, como consecuencia de esta problemática, desde chiquitos les niñes adquieren una relación con el dinero constante que no deberían: “Saben todo lo que cuesta, saben los precios, están atentos a la plata, les preocupa la plata porque escuchan que mamá dice todo el tiempo ‘no puedo’”. 
 

¿Te voy a dar plata a vos para que te la gastes con tu macho nuevo?

 

La violencia de género económica o patrimonial significa que el poder se ejerce a través del control monetario, de la restricción de las posibilidades de autonomía de la mujer y sus hijes a través de una intervención directa en sus recursos. No obstante, para muchas personas estas situaciones de vulnerabilidad son naturalizadas en la vida privada o difíciles de percibir, y en algunos casos la dependencia económica obliga a las mujeres a permanecer en relaciones violentas.

El dinero para estos hombres tiene un sentido de poder, de dominio, tiene un sentido fálico. Una de las frases que identifica esta lucha que todos repiten es ‘¿te voy a dar plata a vos para que te la gastes con tu macho nuevo?’ o ‘no te voy a dar plata a vos ahora que no estamos juntos’”, explica la comunicadora. Y agrega: “Muchos forman nuevas familias o están con una nueva pareja y gastan, pero en los hijos no, los hijos caen en está volteada. El daño intencional es hacia la mujer. El eje central de la problemática es la violencia de género, y es terrible porque es en contra de la mujer y trina dañando a los hijos, porque la mujer es un objeto”.

La investigadora identifica que, para el hombre, la violencia económica es una forma de reestablecer el dominio que se rompió con el fin del vínculo sexual: “Al separarse el dinero para él tiene sentido de dominio, poder. Es el eje central de la desigualdad. La mujer queda sobrecargada y el hombre libre, con tiempo y energía. La mujer tiene que precarizarse, tomar dos o tres trabajos para sostener su casa y a la vez cuidar. Es una guerra diaria de subsistencia. Y esto se relaciona con las otras violencia, o sea, es interseccional. Muchos hombres amenazan, extorsionan con lo sexual, obviamente. Muchas mujeres demoran en separarse por la manutención, o acceden a encuentros sexuales que ya no quieren. Tenemos compañeras que se han suicidado, lamentablemente, no han aguantado. Y hay casos de femicidios por la discusión de la cuota, por la plata”.

“Descubrí que todo lo que yo vivía era político”

Cecilia es una de las víctimas de las fallas de un Estado desconectado del territorio y las vidas reales. En 2018, estando ella desocupada, deja de percibir por parte de ANSES el pago por la Asignación Universal por Hijo. Lo que sucedía es que el progenitor, que ya estaba ausente desde hacía cuatro años en cuanto a alimentos, dinero y cuidados, había mejorado su situación fiscal y sus ingresos, y, aún estando divorciada, pasaban el tope para las asignaciones: “Ahí entendí que es gravísimo que seguimos atadas desde el Estado a la Patria Potestad, aunque no existe más en la Ley, porque los hijos llevan el apellido paterno. Este es un eje clave de esta lucha”. 

Con el tiempo empezó a entender que esto no le pasaba solamente a ella sino que atravesaba a todas las clases sociales y generaciones. “Fue ahí que empecé a pensar en investigarlo, como todo lo que hacemos las feministas, el dolor, la impotencia, la bronca, la furia, la fuga, interior, canalizarlo en militancia, activismo y estudio. Así que fui atravesando todos los rincones de esta problemática, el judicial también”, relata la Directora del medio autogestivo Identidad Feminista. Y agrega: “Termino en 2021 haciendo una tesis de grado, para la Licenciatura en Periodismo, donde investigo la problemática puntual y descubrí que todo lo que yo vivía era político, y también la violencia institucional del Estado a través del sistema de injusticia, como le decimos, patriarcal”.

Su activismo arrancó en 2018 cuando empieza a militar y dar charlas sobre esta violencia. En pandemia, junto a la Lic. Paola Urquizo y la Dra. En políticas sociales, abogada y docente UBA, Claudia Hasanbegovic, iniciaron el camino de lo que hoy es la Red Federal de Familias Monomarentales: “La Red surgió en pandemia como catarsis y necesidad de juntarnos para no seguir luchando solas. Creció y hoy la integramos junto con la Asociación civil M.O.T.A, la colectiva @criando.solas,  Género y Trueque, y Quinta Olaque participaron también el sábado en la movida del Tendedero”.

Desde su creación, han realizado múltiples campañas de visibilidad y sensibilización de la problemática, en activismo digital y territorial, como los tendederos de deudores alimentarios que son una modalidad de activismo estable para diferentes fechas del año. La idea nació en México y se replicó en nuestro país con una postura punitivista, ante el hartazgo por la falta de respuestas institucionales. Como dicen la frases: “Que el miedo cambie del lado y la vergüenza también” o “Si no hay sanciones ni justicia, entonces que la vergüenza los alcance”. Se trata de mecanismos para evidenciar a quienes durante décadas tuvieron la comodidad del silencio y la impunidad.

Si bien desde la Red Federal apoyan otro tipo de medidas como la creación del Registro Nacional de Deudores entienden que se trata de políticas paliativas: “Llegar a inscribir a un deudor en el Registro Nacional o Provincial de deudores alimentarios lleva años, plata, por el mismo poder judicial. El incumplidor paga 3 meses de doce al año, miserias, migajas para las hormigas, y ya entonces no lo ponen porque ‘tiene intención de pagarte’. Entonces, estas herramientas son muy eficaces mediáticamente, pero en la realidad son de mentira”. Lo que pretenden desde la Red es que el Senado finalmente sancione la Ley para la creación del Registro Nacional de Deudores pero que sea de acceso público, como en México, no de acceso privado para el poder judicial. 

Además participaron de un encuentro internacional organizado con 80 mujeres de 11 países de América Latina, España y Estados Unidos. En el Congreso de la Nación, junto a Diputadas feministas, están trabajando una serie de proyectos para lograr que se debatan y sean aprobados en el corto plazo. Algunos de ellos son el proyecto de Ley 1010 para que Anses reconozca a las Familias monomarentales; el proyecto de Ley FACA (Fondo de Asistencia de cuota alimentaria ) de la Diputada socialista Mónica Fein.

“El que tenemos es un sistema judicial misógino y patriarcal de terror”

Iniciar el camino del reclamo judicial ante el incumplimiento de la cuota de los progenitores no es una decisión fácil.  Según el informe del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, de las 6.442 mujeres víctimas de esta violencia solamente el 10,7 % logró una cuerdo sin intermediación; el 39,1 lo hizo o intentó por vías legales; mientras que el 33% no eligió el camino legal ni tampoco pudo concretar un acuerdo. Esto es consecuencia de un sistema ineficiente y lento que termina desalentando a las mujeres.

“Las herramientas que tenemos hoy para reclamar son nefastas y no hay en todos los territorios. Además los abogados y abogadas de oficio que te suelen dar no se mueven, menosprecian a las mujeres que estamos padeciendo esto, te tienen esperando. Y las madres solas no somos buenas clientas para el sistema privado. Entonces es una ruta imposible. Y  por más que tengas un abogado con perspectiva de género, también terminan chocando contra un poder judicial sin perspectiva, que minimiza, que toma este tema como si fuera un conflicto conyugal y privado, cuando es un problema político”, advierte Bertolino. Y concluye: “Siguen subestimando los reclamos de las mujeres como si fuera que les queremos sacar plata a los hombres para banalidades. El que tenemos es un sistema misógino patriarcal de terror. Nos revictimizan, nos re violentan. Acá no es solo reforma judicial, acá la trasformación con perspectiva de género debe ser profunda.”