¿A qué edad los gustos musicales dejan de cambiar? ¿Es normal asentarlos y simplemente escuchar la misma música el resto de la vida? ¿Cuándo se apaga la llama por lo nuevo? El ser humano escucha música prácticamente desde que nace. Y con cada experiencia, su cerebro asocia la información ofrecida en las melodías y las integra como parte de un recuerdo o un sentimiento. Así, puede ser que, al escuchar un tema en particular, se acuerde de una vivencia agradable del pasado o de la persona amada.
¿Por qué sucede esto? En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Martín Liut, investigador y docente de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), director del proyecto Territorios de la música argentina contemporánea (TEMAC), asegura: “No es lo mismo escuchar música en la infancia, la juventud, la adultez y la vejez porque nuestras vidas cambian mucho y con ellas los hábitos con la música”. Y agrega: “Hay estudios que sostienen que la música que escuchamos en la adolescencia suele ser la que queda como el centro de nuestras playlists”.
Música, usos y apropiaciones
De acuerdo con la plataforma de música Deezer, una encuesta realizada a sus usuarios mostró que a partir de los 30 años las personas dejan de buscar música nueva. Para este estudio participaron 1.000 británicos de los cuales, el 60 por ciento afirmó que normalmente solo escuchan las canciones que ya conocen. Este dato arrojó que la edad máxima en la que las personas se animan a experimentar y escuchan música nueva eran los 30 años. La misma encuesta indicó que, por debajo de los 24 años, las personas suelen escuchar diez o más pistas nuevas a la semana.
En todo caso, el estudio demuestra que el interés por las novedades musicales se apaga después de la tercera década. Y, según los protagonistas, esto sucede porque a esta edad las personas ya están abrumadas por la cantidad de opciones disponibles o porque su estilo de vida cambió mucho, ya sea por sus trabajos o por que deben cuidar de niños pequeños.
Del longplay al streaming
Los cambios tecnológicos habilitan una nueva configuración social emergente a partir de la cual se observan aperturas e innovaciones de las prácticas musicales. En ese sentido, Liut sostiene que los medios con los que accedemos a la música también pueden contribuir a cambios profundos en los hábitos de uso: “Concretamente, el streaming parece haber dejado atrás medio siglo de músicas organizadas a partir de ‘discos’. Se inició con los Longplays, es decir los discos de vinilo de larga duración, y se continuó con los CD. Hoy las playlists combinan ‘canciones sueltas’. Un ejemplo de un músico que toda su vida pensó sus canciones organizadas en discos es Charly García”, afirma.
¿Puede la tecnología afectar la forma en que las personas encuentran y experimentan la música nueva? Una reciente investigación realizada por Spotify muestra cómo puede cambiar la voluntad de explorar nueva música según la edad. Específicamente, la compañía descubrió que los comportamientos de los usuarios tienden a cambiar con el tiempo y que, si bien los más jóvenes exploran menos contenido en general, lo que buscan es más diverso en comparación con los usuarios mayores.
Según este estudio, los usuarios más jóvenes son “consumidores habituales generalistas” que tienden a consumir una amplia variedad de música. Por su parte, los usuarios de mayor edad son “exploradores especializados” que están constantemente entregando un “conjunto de contenido más limitado”, que es similar a lo que ya conocen. Los oyentes mayores de 45 años fueron los menos diversos en los perfiles que Spotify midió, lo que sugiere que las preferencias tienden a dosificarse con el correr de los años.
Con todo, la música es una de las principales expresiones de la cultura y asume un papel protagónico en la creación y difusión de significados, y un rol social relevante, como forma de creación de identidad, entretenimiento y socialización. Por eso, más allá de la edad, lo importante es escucharla.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas