Durante décadas, la imagen de un gato bebiendo leche se convirtió en un icono cultural, transmitido por películas, dibujos animados y publicidad. Sin embargo, hoy en día sabemos que esta creencia es un mito, y es importante aclarar que darles leche a los gatos no es solo innecesario, sino que puede ser perjudicial para su salud.
La mayoría de los gatos adultos son intolerantes a la lactosa, el azúcar que se encuentra en la leche. Este problema es bastante común en muchos mamíferos, incluidos los humanos. Los gatitos recién nacidos tienen la capacidad de digerir la lactosa gracias a la lactasa, una enzima que les permite procesar la leche materna. Sin embargo, a medida que crecen y pasan a una dieta sólida, la producción de lactasa en su organismo disminuye significativamente.
¿Por qué los gatos no digieren la lactosa?
La intolerancia a la lactosa en los gatos es bastante común y es una consecuencia natural del proceso de crecimiento. Tal como sucede en los humanos, a medida que el gato crece, su cuerpo reduce la producción de lactasa. En los primeros días de vida, los gatitos dependen de la leche materna, que les proporciona los nutrientes necesarios para su desarrollo. Sin embargo, al alcanzar las tres semanas de vida, los gatitos ya comienzan a comer alimentos sólidos, y su organismo reduce gradualmente la producción de lactasa, la enzima que les permite digerir la lactosa.
Este fenómeno ocurre de manera similar a lo que sucede en muchos seres humanos, quienes en su niñez pueden digerir la lactosa, pero al llegar a la adultez, algunos experimentan dificultades para hacerlo. Así como algunas personas pueden sentirse mal al consumir productos lácteos, los gatos adultos no tienen la capacidad para procesar la lactosa y, por ende, sufren efectos adversos.
¿Qué pasa si mi gato toma leche?
Cuando un gato adulto ingiere leche, la lactosa no digerida llega al intestino grueso, donde se fermenta y provoca molestias digestivas. Según la organización benéfica Cats Protection, de Reino Unido, esto puede llevar a síntomas como diarrea, cólicos y distensión abdominal. Además, la fermentación de la lactosa genera gases, lo que agrava el malestar estomacal. Si no se controla, este malestar puede incluso llevar a problemas más serios como la deshidratación.
El veterinario especializado en nutrición felina, Carlos Gutiérrez, afirma que la diarrea es un síntoma bastante común de la intolerancia a la lactosa. En algunos casos, los gatos que sufren estos problemas pueden buscar salir más seguido al exterior para hacer sus necesidades, lo que puede hacer aún más difícil detectar el problema si no estás atento.
Estos síntomas, que suelen manifestarse varias horas después de la ingesta (entre ocho y doce horas), pueden generar molestias graves, sobre todo en los gatos que ya tienen un sistema digestivo sensible. El consumo de leche en adultos no solo es innecesario, sino que puede alterar su bienestar.