Las víctimas de la Secta Yogui de Mar del Plata podrían recibir reparaciones de entre 35 y 61 millones de pesos por los daños materiales y morales que sufrieron. Este fue el pedido realizado por la querella que representa a cinco de las víctimas de la secta que funcionaba en el Hotel City, ubicado en pleno centro de la ciudad costera. Son tres los acusados de explotar sexual y laboralmente a decenas de personas bajo "la fachada" de ser "un instituto dedicado a la enseñanza de yoga".
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La Defensoria Pública de Víctimas (DPV) se encarga de defender a las víctimas de la secta marplatense. A lo largo del debate oral, iniciado en septiembre de 2021, dieron cuenta que en el Hotel City funcionaba "una organización criminal con rasgos de secta religiosa", con "distribución de roles" y una estructura "jerárquica", que durante casi cinco décadas se dedicó a "captar a víctimas vulnerables" para apoderarse de sus bienes y explotarlas sexual y laboralmente.
Por este motivo, la Defensoria solicitó al Tribunal que ordene una reparación integral para cada una de las víctimas, que van de los 35.496.480 pesos a los 61.641.200, por los daños materiales sufridos, como la explotación laboral, sexual y psicológica, y los perjuicios morales a causa de las "torturas y vejámenes" padecidos, en algunos casos durante décadas.
Para que la reparación se haga efectiva, la DPV pidió que se disponga el decomiso del Hotel City, departamentos, cuentas bancarias y automóviles pertenecientes a la organización delictiva, a fin de ser destinados a satisfacer las reparaciones integrales. Además, pidió que se disponga la prioridad de las víctimas en el cobro.
La "Secta Yogui"
La Secta Yogui funcionaba desde hace décadas en el Hotel City, ubicado sobre la Diagonal Alberdi al 2600, en pleno centro marplatense, hasta que fue desarticulada en julio de 2018. El líder de la organización era Eduardo Nicosia, también conocido como Swami Vivekayuktananda, quien estaba encarcelado desde 2018 en la penitenciaría de Ezeiza. Se hacía llamar como “la reencarnación de Jesucristo” y decía que los golpes que recibían los “fieles” de su parte tenían que ser considerados como una “bendición”.
En el juicio desarrollado en el TOF marplatense están imputados Silvia Cristina Capossiello, Sinecio de Jesús Coronado Acurero y Luis Antonio Fanesi, quienes cumplen prisión preventiva y siguieron la audiencia de manera remota desde el Complejo Federal 1 y la Unidad 31, en Ezeiza.
Los tres están acusados de integrar "una organización criminal" cuya "estructura fue utilizada para cometer delitos", tanto en Venezuela como en Argentina, desde principios de la década de 1970 hasta su desarticulación, y la fiscalía pidió una semana atrás que sean condenados a penas de entre 17 y 40 años de cárcel.
Además del Hotel City, se incluyeron dos departamentos ubicados en la Ciudad de Buenos Aires, cuentas bancarias en la Argentina y en el extranjero, dinero en efectivo secuestrado en el marco de los allanamientos a la sede de la organización, un auto y dos motorhome.
Cómo funcionaba la secta
La DPV detalló que, a partir de la prueba producida en el debate, se podría afirmar que desde los años ‘70 y hasta el 3 de junio de 2018 funcionó una organización delictiva con rasgos de secta de naturaleza religiosa que utilizaba la apariencia de un ministerio o grupo de yoga con influencias de la filosofía hindú para captar personas aprovechándose de su situación de vulnerabilidad, trasladarlas, acogerlas, explotarlas y reducirlas a la servidumbre.
Se detalló que "las víctimas aportaban bienes y dinero a la organización", y luego sufrían "aislamiento con el mundo exterior", "interrupción de vínculos con familiares y afectos", "falta de educación formal" en el caso de los menores, "vigilancia constante", "torturas" y "abuso sexual".
En el marco de esa organización, afirman desde la Defensoría, nacieron hijos e hijas del líder de la organización y mujeres del grupo, que fueron inscriptas/os como hijas/os de otros miembros de la congregación, alterando y ocultando su verdadera identidad.
Si bien no es posible establecer la fecha exacta de inicio de sus actividades, se encontraría probado que en el año 1968 ya funcionaba el Instituto de Estudios Yoguisticos Yukteswar, que habría actuado como una pantalla para identificar personas vulnerables y captarlas para su explotación.