“Era una gran hija… Si volviera a nacer, la volvería a tener”, sostiene orgullosa a El Destape Marta Montero, mamá de Lucía Pérez, adolescente de 16 años que fue brutalmente asesinada durante octubre del 2016 en Mar del Plata. A 2.311 días del crimen, todavía se sigue demandando justicia y un Poder Judicial que esté a la altura de una causa que no tiene resolución. Este martes 7 de febrero, frente al Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 2 de la ciudad balnearia, se dará inicio al segundo juicio luego de la anulación de la sentencia sin perspectiva de género que absolvió a los dos acusados en el primer proceso.
Pero más allá de la causa y de la violencia que siguen ejerciendo sobre Lucía, es importante hablar sobre quién era la joven que hasta el día de hoy es una de las principales banderas del feminismo y del movimiento Ni Una Menos. “Era una persona buena, buena de verdad. De esas personas que piensan en vos y te ayudan, si te pasaba algo enseguida te preguntaba cómo estabas o qué pasaba, o mismo me decía a mí ‘me parece que tal persona no está bien, no la veo bien, creo que algo le pasó’. Era muy preocupada y ocupada con los demás. Y ni hablar por los animales, ella veía un animal en la calle, un perro o un gato y si era chiquito se lo traía... Siempre buscaba la forma de ayudarlos”, recuerda su mamá en diálogo con este medio.
Más allá de que "siempre estaba mirando al otro" para ofrecerle una ayuda, Marta no duda en mostrar todo su orgullo cuando tiene que recordarla como hija. “Era la mejor hija, siempre me esperaba cuando yo llegaba de trabajar a las 3 de la tarde. Yo me levanto muy temprano a la mañana y vuelvo cansada.. Y ella me decía ‘mamá, ¿querés que te haga unos masajes en los pies?’ o sino me esperaba con mates… Me esperaba sentada en la escalera, yo llegaba y nos quedábamos charlando”, recuerda. Y agrega: “Siempre fue una hija presente. Era buenísima, amorosa, una persona preciosa desde donde la mires”.
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Lucía era solidaria, amorosa y no tenía problemas con nadie. Así la recuerdan todos los que la rodeaban en vida y también quienes demandan justicia después de su muerte. “Le iba muy bien en biología, le gustaban las ciencias naturales y la naturaleza. O algo relacionado con los animales, veterinaria o algo de eso”, explica sobre cómo veía a su hija en un futuro. Y suma: “Estaba en su colegio, en un acto para recordarla, y una profesora de ella me dijo ‘vos Marta siempre decís que a ella le gustaba biología pero para mí Lucía hubiese sido una gran artista’. Era posible también que hubiese estudiado algo relacionado con el arte, pintaba y dibujaba muy bien en remeras, a lápiz negro o en tiza pero en papel”. Además, le gustaba tejer atrapa-sueños, bijouterie, hizo un curso de uñas esculpidas, andaba en skate e hizo clases de surf.
“Cuando uno tiene esa edad, quiere aprender y hacer todo. Eso era Lucía. Con 16 años estaba en ese momento. Estaba descubriendo lo que le gustaba y lo que quería hacer. Era una persona con muchas ideas, muchos pensamientos y con mucha iniciativa”, agregó Marta.
“Me acuerdo que una vez un compañero se había descompuesto y se había desmayado por no comer, entonces vino y enseguida me preguntó si podíamos ayudarlo económicamente porque con los compañeros iban a juntar plata para darle cosas al chico que estaba atravesando una situación complicada. Era de ocuparse, le nacía estar ahí. Todavía no tenía independencia para ir a ayudar o cocinar en un comedor o en una iglesia pero daba a entender que podía seguir el camino de lo social”, comentó Marta.
La sentencia que no deja descansar en paz a Lucía
El 26 de noviembre del 2018, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 condenó a los sospechosos por el crimen de Lucía, Matías Farías y Juan Pablo Offidani, a ocho años de prisión "por tenencia de drogas para ser vendidas a menores de edad" pero absolvió a ambos de los cargos por femicidio y abuso sexual agravado. A pesar del pedido de perpetua por parte de la fiscalía y la querella, el Poder Judicial decidió violentar nuevamente a la adolescente.
“Fue dificilísimo, me acuerdo de ese día y fue terrible, demoledor. Estábamos con mi esposo y mi hijo, nos miramos cuando dieron la sentencia y no entendíamos. Cuando dijo que quedaban absueltos por el femicidio pensamos que faltaba una parte del fallo”, rememoró. Y añadió: “Se hizo un silencio ahí adentro, nadie dijo nada. Nos levantamos y nos fuimos, la sala estaba llena de periodistas y nos preguntaban cosas. Lo único que me salió en ese momento fue decir ‘hay otra instancia y la vamos a seguir, acá no terminó nada’. Me acuerdo clarito de esas palabras tan frías y duras, tan calculadora si querés con el diario del lunes”.
“No sé cómo pude decir eso. Yo seguí igual todo el tiempo que duró el proceso porque, si no lo tomaba de esa manera, era caerse de nuevo; si no lo tomaba así, me vencía”, sostuvo.
Marta recuerda como si no hubiese pasado el tiempo esa salida del Tribunal y el acompañamiento de todas las chicas, de todas las edades, que aguardaban a la familia llorando sin entender qué era lo que había ocurrido. “Creíamos que no era real, que no era cierto. Me acuerdo que hicimos una marcha hasta el centro, no se hizo ningún disturbio ni nada, les pedí a las chicas que nos fuésemos tranquilas y que íbamos a cambiar la sentencia, que no iba a quedar así. Me acompañaron, siguieron juntas siempre”, resaltó. Y cumplió.
Además aseguró que ese apoyo, de esas mujeres llorando de dolor por Lucía que hicieron propia su causa, fue muy importante porque "sirvió para que nos demos cuenta de que juntas podemos hacer todo esto que hicimos".Y subrayó, más allá del acompañamiento a la familia: “El feminismo nos une y nos saca lo mejor de todas. Juntas tenemos mucho poder, tenemos que saber usarlo pero te asegura que podemos hacer cosas muy buenas”.
La mamá de Lucía resalta, en varias ocasiones, que no recuerda haber llorado porque "era tan grande el dolor que no me daba tiempo a poder llorar, cuando a vos te supera lo que te está pasando no podés llegar a esa ‘relajación’ de que te caiga una lágrima" y remarca "creo que estaba en ese estado de indefensión de decir ‘y bueno, ¿qué hacemos ahora?’, y ahí seguí". Sobre su actitud ante el violento fallo, sostuvo que fue clave "para decir que no me iban a vencer, que no iba a bajar los brazos" y asegura que no sabe qué hubiese ocurrido si no lo afrontaba de esa manera. “No estamos preparados para esto, jamás en la vida pensé que me iban a matar a una hija. Si no te ponés como con una escafandra para poder salir a la calle, te vence. Es inconsciente, nunca me lo planteé, uno como estrategia de supervivencia termina actuando de esta manera”, comentó. Tras la decisión del Tribunal debían seguir trabajando: presentar un escrito, que acepten el reclamo y luego que analicen si anulaban o no el fallo.
La anulación del violento fallo y el nuevo juicio
El 12 de agosto del 2020, el Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires anuló el vergonzoso fallo de la absolución y ordenó la inmediata realización de un nuevo juicio con debates “con la premura que el caso amerita”. Los jueces a cargo señalaron que la decisión contenía “intolerables prejuicios” y “suposiciones basadas en estereotipos de género”. Al conocer la decisión, Montero recordó: “Anular la sentencia era tener la posibilidad de tener un juicio justo por el femicidio. Me acuerdo que Casación me llamó como seis veces porque yo no contestaba el teléfono. Cuando me dijeron, me quedé muda. No sé si lloré, te endurece tanto todo ese proceso… Es muy difícil, me emocionan pocas cosas, te transformás en una persona muy dura. Cuando me pasan estas cosas siempre quedo en un estado de inercia, quedo ahí flotando, no expreso ni llanto ni alegría o tristeza”.
Inmediatamente se pusieron a trabajar para el nuevo juicio y por cómo se dan las cosas, la mamá de Lucía asegura que no piensa en las cosas a medida que pasan, sino en lo que se viene. Nunca se quedó en su casa, siempre golpeó puertas, mandó escritos, se presentó en lugares, apuró un juicio que demasiado tiempo se tardó en llegar. “Si te quedás tranquila, pasan 20 años y todavía seguís esperando el juicio”, señaló. Desde la anulación hasta la fecha del segundo juicio pasó mucho tiempo; y tras conocer que se realizaría en 2023, durante mayo del año pasado, hicieron que la espera se extienda 9 meses más. “Pasar todo este proceso de nuevo es un tema difícil. El jueves tuvimos una audiencia, de presentación de pruebas y tener que volver a verle la cara a esa gente, a los abogados defensores, de nuevo con los mismos planteos… No es fácil, pero es lo que toca. Tenemos que prepararnos de la mejor manera para que esto no nos elimine ni nos golpee, para que podamos tener justicia por Lucía”, agregó.
Ante la anulación por la falta de perspectiva de género y tras la implementación de la Ley Micaela, cree que esta vez "va a ser diferente" y si no es así, Marta aseguró que no van a permitir que sea como fue hace casi seis años. Acompañados por el Estado, el Ministerio de Mujeres, personas y familias con sus propias pérdidas, lucharán por un fallo a la altura de las circunstancias. “Lo que pido y deseo es que se juzgue a derecho con perspectiva de género, teniendo en cuenta que Lucía era menor, una adolescente con todo lo que ello conlleva. Con la droga de por medio, abusan de ella, ese abuso de poder con el que trabaja esa gente. No hay manera de que esa gente pueda salir a la calle y tener relaciones con una piba como Lucía. Una piba de la edad de ella, nunca va a mirar a esa gente”, dijo firme.
“La única manera de tenerlas y poseerlas como ellos hacen, es esa. Eso debe ser castigado con todo el peso de la ley, las dos personas fueron cómplices del hecho, debe haber una perpetua. Si la perpetua es la máxima, debe ser la máxima condena. Eso sería lo correcto para lo que hicieron con Lucía y espero que así sea”, concluyó.