Paula Salto, la atleta santiagueña que fue noticia por contar que buscaba desesperadamente a su segundo bebe dado en adopción al nacer, sin su consentimiento y presionada por su ex pareja, hoy puede decir que su vida cambió: encontró a Sebastián, el hijo por el que ella corrió durante años con sus datos escritos en una remera. Ese mismo Sebastián fue quien leyó la nota de El Destape y buscó la manera de contactarse con Paula para darle ese abrazo que ella tanto anhelaba.
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“Él se entera que yo lo estaba buscando el día que El Destape publica la historia. Unos amigos de Sebastián -que son seguidores del diario- leyeron la crónica y le mandaron el link a él”, comenzó relatando Paula Salto con mucha emoción. Fue el viernes 20 de septiembre a la una de la mañana. Sebastián le echó un vistazo a la nota pero enseguida se fue a dormir ya que al otro día era el cumpleaños de su madre adoptiva. El sábado se despertó y se fue al festejo. En medio de la comida, Sebastián se acercó a su mamá y le comentó que Paula -su madre biológica- lo estaba buscando. La mujer tuvo una reacción genuina: intentó reconstruir los momentos posteriores a su nacimiento para ver si coincidía su historia con la que estaba escrita en el diario.
El domingo, Paula se levantó temprano para ver la Maratón de Buenos Aires desde la computadora. No pudo correr como en otras oportunidades, pero decidió hacerle el aguante a sus amigos desde su casa. “Al rato me acosté porque estaba cansada, y a eso de las 13:30 me desperté, miré mi celular y vi la notificación de dos solicitudes de mensajes de Instagram”. Ella suponía que eran mensajes de personas que le brindaban apoyo en su lucha por encontrar a su hijo. Pero no, una de esas dos personas era un chico que se llamaba Sebastián. “Me había mandado un mensaje que decía: Hola Pau, por los datos que yo tengo, y por la información que diste en la entrevista con El Destape, creo que soy el Sebastián que estás buscando”.
La reacción de Paula al leer ese mensaje no fue la que muchos esperarían. No saltó de la silla ni nada por el estilo. Solo respiró hondo. Según lo que ella contó, en otra ocasión la quisieron extorsionar, entonces ahora no quería generarse falsas expectativas. La mujer tomó su teléfono y empezó a escribir la respuesta. Cuando estaba a punto de enviarle un ´bueno, contame´ recibió otro mensaje de él. Era una foto del acta de nacimiento. “Cuando vi eso se me paralizó el corazón y al instante supe que era Sebastián”, confesó Paula con la voz entrecortada. Inmediatamente, le hizo capturas al chat y entró a la cuenta de Instagram de Sebastián. Le mandó una solicitud y miró su foto de perfil. “Era muy parecido a su padre biológico”. Al mismo tiempo, Sebastián le decía: “Espero que estés sentada jajaja”. Paula Salto no lo podía creer. Y su cuerpo tampoco. Su pecho parecía que se desinflaba. Sentía alivio y felicidad.
Después de eso, los dos se pasaron sus números de teléfono. Vía WhatsApp cada uno contó resumidamente lo que estaba haciendo de su vida, y coordinaron un encuentro para el sábado 28 de septiembre a las 12 del mediodía en una plaza en Belgrano. “Yo soy muy impuntual pero ese día llegué media hora antes. Imaginate que estuve toda una semana comiéndome las uñas por la ansiedad que me generaba verlo luego de tantos años”, comentó la maratonista, quien durante 36 años corrió miles de kilómetros -obteniendo 37 medallas y dos podios- para volver a tener en sus brazos a su hijo que había dado en adopción bajo la presión de su ex pareja. “Me quedé sentada en un banco de una plaza, y cuando lo vi acercarse sonriendo, le dije: Sos Sebastián, y él me respondió: Si, hola”. Al instante se generó ese momento tan soñado por Paula. El abrazo. “Mi nivel de oxigenación pasó los cien. Sentí algo tan fuerte que no podía dimensionar cómo seguía parada”. Cuando pudieron recomponerse, eligieron un banco para sentarse, él preparó el mate y empezaron a conversar.
“Él no me estaba buscando a mi como tampoco a su padre"
Fueron cuatro horas donde cada uno contó su historia de vida. Hablaron de estudios, proyectos pero también de la adopción. “Él no me estaba buscando a mi como tampoco a su padre. El no sentía la necesidad de hacerlo. Tampoco descartaba la idea iniciar la búsqueda de nuestro paradero en el futuro. Pero hoy por hoy no tenía la necesidad de saber más de lo que ya sabía”. Avanzada la conversación, Sebastián le dijo a Paula que no tenía que pedirle perdón, ya que él creía que no tenía nada que perdonar. El muchacho acepta la vida que le tocó, y agradece que lo hayan criado con tanto amor y respeto. Pero cuando se enteró que Paula lo estaba buscando, no dudó en hallar la forma de contactarse. Sebastián sentía que tenía que hacerlo por ella; para que Paula pudiese encontrar la paz. Sin embargo, luego de haberse visto, van a intentar construir un lazo, pero sin apuros ya que creen que esa es la clave para que funcione.
El mismo sábado Paula volvió a su casa a las 10 de la noche. “Creo que fue la primera vez que dormí bien. Con eso te digo todo. Creo que esa noche morí y al día siguiente volví a nacer”, sentenció la mujer que hasta el día de hoy no puede creer que el reencuentro se haya hecho realidad. Es que, a partir del domingo 29 de septiembre, su vida y la de Sebastián cambiaron por completo. “Yo, desde que tengo 20 años, todos los días me levantaba pensando en qué lugar estaría Sebastián. Si leía su nombre en el noticiero, me fijaba la edad de la persona para ver si coincidía. Pero ese domingo me levanté sabiendo que mi hijo estaba bien”, expresó Paula. “Y todo esto me genera sensaciones encontradas. Por un lado, tristeza, porque pasaron muchos años. Recuerdo que acaricié su piel y me despertó la misma ternura que cuando lo vi nacer. También me causa euforia porque lo logré, porque después de ser humillada y maltratada, logré eso que tanto quería. Y sobre todo alegría, porque la mitad de mi vida que me faltaba ahora la tengo conmigo”, agregó con mucha emoción.
El miércoles 18 de octubre de 1988 a las 13:35, Paula Salto dio a luz a su segundo hijo a quién llamó Sebastián. Ni bien lo alzó, empezó a llorar. Los médicos le preguntaron qué le pasaba y ella no les contestó. Pero por dentro estaba abrumada pensando en lo que iba hacer. Su pareja le había dado un mensaje contundente: que abandonase al niño ni bien naciera. Esa noche de miércoles, Paula padeció un episodio de psicosis puerperal; estos estados provocan una pérdida del sentido de la realidad, alteraciones del contenido del pensamiento y del comportamiento. Al día siguiente, ni bien amaneció, amamantó a su hijo, lo apoyó en la cuna, y salió de la habitación.
Los años pasaron y ella logró rearmar su vida. Encontró en su primer hijo Cristian la fortaleza para salir adelante. Consiguió una nueva casa, un nuevo trabajo y obtuvo su primer título como Auxiliar de Enfermería. A pesar de que el camino fue duro, poco a poco se fue recuperando: “Tuve que aprender a perdonar, aceptar que no tuve opción, para poder sanar mi alma”. En esa misma línea, empezó a atenderse con una psicóloga, quien le sugirió empezar una actividad para que se sintiese mejor. Pero lo que no sabía Paula es que ese sería el puntapié de su gran lucha. “Me dijo que todos los días caminase una hora para liberar tensiones o para aprender a llevar esa mochila que tenía en la espalda”. Sin embargo, un día común y corriente, la mujer santiagueña se propuso dar la vuelta a la plaza corriendo, y fue la decisión más acertada. A partir de ese entonces, Paula Salto entrenó día y noche para mantener su mente estable. La mujer sabe que el deporte fue clave en el proceso de recuperación y autovaloración: “El atletismo es lo que me sacó de eso. No me imagino sin correr. Cuando corro paso por muchos estados, de tristeza, alegría, esperanza, euforia, pero es lo mejor que encontré”.
Hoy, luego de 36 años, la plaza vuelve a tener protagonismo. Ese espacio a cielo abierto era el lugar indicado para que Paula y Sebastián pudiesen reencontrarse; para que pudiesen dejar su pasado atrás y volviesen a empezar. “Obvio que voy a seguir corriendo, y voy a hacer una remera que diga: Encontré a Sebastián”, remarcó la maratonista quien nunca va a dejar de tomar al atletismo como un deporte especial. Ella corriendo no sólo alcanzó su gran anhelo sino que también sanó su alma. Hoy Paula consiguió esa paz que tanto buscaba.