Una vez más Argentina está en vísperas del lanzamiento de un nuevo satélite. Esta vez, a pesar de la demora que introdujo la pandemia del COVID-19 y luego un cambio de calendario en el esquema de Cabo Cañaveral, el país está a un paso de que un nuevo desarrollo nacional despegue. En plena misión de campaña, se prevé que la puesta en órbita de otro paso en un proceso que tiene una década.
El Saocom 1B es un hito porque completará una misión. En el momento en el que esté en órbita, junto a su hermano “gemelo”, el Saocom 1A conformará la primera constelación de satélites argentinos, un hito que sólo lograron un puñado de países en el mundo. En tándem los dos trabajarán para monitorear el territorio, brindar soporte sobre la gestión del agua y pronosticar algunas catástrofes naturales como incendios o inundaciones. Esta tecnología tiene como principal ventaja que cuenta con una fuente propia de energía y no depende, por ejemplo, de la luz solar para llevar adelante la captación de imágenes. Además, puede generarlas aunque el clima sea adverso
Esto será posible a partir de una compleja tecnología de observación de la Tierra que representa un mejora con respecto a los sensores ópticos. Se trata de un instrumento activo que consiste en el radar SAR que trabaja en “banda L” del espectro electromagnético. El satélite, finalmente, estará activo cuando llegue a una altura de órbita de 620 kilómetros y las barridas sobre el país tardan, aproximadamente, veinte minutos que tienen el de generar hasta 225 “fotos” diarias. Son imágenes que, a través del radar, brindan información constante sobre el estado de los suelos, el agua, la actividad volcánica y cualquier otra aplicación requerida.
“La aplicación también depende de los requerimiento de los usuarios, en este casos también puede ser el INA o el INTA”, sostuvo a El Destape Josefina Pérès, Jefa del Proyecto Saocom. La campaña de lanzamiento del satelite ya está cerca de terminar y la puesta en órbita es casi un hecho. Sin embargo, antes de llegar a este punto, el proyecto de la constelación lleva más de una década. “Yo ingresé en 2011, al principio cualquier desarrollo se hace mayormente en papeles, después pudimos seguir creciendo y llegamos al modelo que se convierte en prototipo”, explicó a este medio.
El domingo 7 de octubre de 2018, la CONAE logró poner en órbita el primero de este tipo de satélites. Lo hizo a través mediante un Falcon-9 de la empresa fundada por Elon Musk, SpaceX. Esa campaña fue un escalón más en el proyecto que finalmente concluirá su misión con el lanzamiento del Saocom 1B. En ese sentido, Pérès sostuvo que fue un proceso “a largo plazo con muchos vaivenes” y agrego que eso “se siente en la velocidad de avance, de aceleración porque todo lo que sea industria satelital genera eso aunque sea lento”. Bajo este mismo criterio, agregó que “el proceso es lento porque te equivocas, hay errores, pero siempre avanzás y aprendés de ellos”.
El satélite cuenta con tres paneles solares y una antena radar de 35 metros cuadrados que se convirtió en única en el país. Antes de esta aventura, la tecnología en Argentina no existía. La antena nació a partir de que la Comisión Nacional de Energía Atómica le pidió a Invap que evalúe este desarrollo. Al respecto, Pérès sostuvo que este accionar “desafió muchísimo al sistema científico nacional” pero que más allá de este avance puntual, una de las mayores beneficios que generó el proyecto fue que “derrama un conocimiento aun mayor”. Bajo este mismo punto analizó que, ahora, la CONAE tiene “un laboratorio de materiales que nace por el desafío de haber hecho el Saocom”.
Hasta ahora, durante estos diez años, el proyecto requirió el trabajo de unas 80 empresas e instituciones. En total son aproximadamente 900 personas que participaron. “Todos ya somos profesionales que hemos crecido por formarnos en un proyecto de esta magnitud”, añadió Pérès a este portal y, además, agregó: “tenemos un nicho de profesionales que tuvieron que trabajar a partir de esta tecnología”.
En cuanto al lanzamiento, existe una comisión que está encargada de toda la campaña desde Cabo Cañaveral. Aproximadamente 18 personas viajaron a Cabo Cañaveral, en Estados Unidos para seguir los pasos correspondientes. “La parte técnica es muy parecida a la de 2018. Tuvo algunos cambios, pero principalmente hubo que reformular por la situación propia de la pandemia del COVID-19”, comentó Pérès.
Bajo esta nueva configuración, el principal temor eran las comunicaciones, ya que la imposibilidad de contacto por el riesgo de contagio, llevó a exagerar las medidas. En total, la campaña de lanzamiento cuenta con la participación de más de 50 profesionales de distribuidos en Estados Unidos y en la Argentina, en las provincias de Córdoba y Río Negro y en la Ciudad de Buenos Aires.
Una vez que el Saocom 1B se lance y se separa, el Centro de Control en Córdoba, tomará el control del satélite. Allí empezará a desarrollar una serie de actividades críticas, que abarcarán cerca de 36 horas, dedicadas mayormente al despliegue de la antena radar. En este caso, también será un nuevo desafío, ya que el centro tendrá que tomar posesión de la constelación completa.