A pesar de la reivindicación de la lucha contra la inseguridad en Santa Fe por parte de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el gobernador Maximiliano Pullaro, la violencia no cesa. Un grupo de ladrones llevó a cabo un golpe comando a una joyería de Rosario: ingresaron en el local vestidos como policías en pleno horario de atención al público y se llevaron una gran cantidad de dinero. El dueño del local intentó evitar el robo, pero sufrió fuertes golpes por parte de los agresores.
El episodio ocurrió cerca de las 19 horas del miércoles en la joyería Fernández, ubicada en la galería Libertad, en Sarmiento al 800. Parecía una jornada normal de trabajo, pero de repente tres hombres —dos de ellos vestidos con ropa similar a la de las fuerzas de seguridad— ingresaron al local.
Los ladrones amenazaron con sus armas a las cinco personas que se encontraban dentro del local. El dueño, identificado como Eduardo Fernández; dos de sus empleadas; y dos mujeres que se encontraban comprando.
Uno de los criminales redujo al hombre, quien se defendió a los golpes e intentó impedir que se lleven objetos de valor. A pesar de recibir un culatazo, Fernández trató de atrapar a uno de los ladrones antes de su huida, pero no lo consiguió.
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Dos de los delincuentes llenaron los bolsos con la mayor mercadería posible y se retiraron del lugar en un Toyota Coral gris, el mismo vehículo en el que llegaron. El robo duró un minuto y medio aproximadamente, pero la tensión y el miedo duró mucho más. Tiempo después, se montó un gran operativo policial en la zona.
En un diálogo con Telefe Noticias Rosario, Fernández relató cómo fue el hecho: “Me golpearon y me robaron, entre tres o cuatro delincuentes, porque vi que había otro afuera”. Además, aseguró que “los sujetos que entraron lo hicieron violentamente, sin decir nada, y con pistola en mano fueron hacia la caja”.
Golpe comando, una modalidad similar de robo
Un golpe similar tuvo lugar en septiembre del año pasado en la localidad de San Justo, provincia de Buenos Aires. Dos hombres vestidos como agentes de la Policía Federal Argentina (PFA) se presentaron en una joyería, ubicada en la peatonal de la calle Ignacio Arieta, a tres cuadras del Palacio Municipal y de la Comisaría Primera.
Los ladrones tenían un papel en sus manos, que simulaba ser una orden de allanamiento. Sin embargo, todo era mentira: tres empleadas rápidamente fueron reducidas, los delincuentes llevaron a las víctimas a un cuarto situado en el fondo del negocio y las obligaron a darles todas las pertenencias. Uno las retuvo en esa oficina, mientras su cómplice intentó retirar la CPU de una computadora y envió mensajes a través de su celular.
Tras poco más de dos minutos, finalmente huyeron del local con objetos cuyo valor asciende a varios millones, señaló Pablo, dueño del lugar.
“Toda la parte de arriba (de la vidriera) era de gargantillas pesadas. Se llevaron todas las alianzas y otro montón de cosas. Es imposible calcular el valor exacto de lo robado. Hablamos de varios millones de pesos. Como en todo negocio, siempre hay un lado oscuro. Normalmente esas cosas no se vuelven a vender, es raro. O se funden, se hacen lingotes y se van para afuera”, dijo en tono de resignación.