El 9 de julio se recuerda lo sucedido en esa fecha en 1816 durante la sesión del Congreso de Tucumán, cuando las Provincias Unidas del Río de la Plata proclamaron su Independencia política de la monarquía española y renunciaron a cualquier otra dominación extranjera.
Los movimientos independentistas comenzaron a entrar en ebullición después de que en mayo de 1810, comenzaran las discusiones sobre cuándo y cómo se declararía efectivamente la Independencia. Por aquel entonces, los miembros de la Junta Grande no lograron un acuerdo y la decisión se postergó hasta 1816, después de la organización final del plan continental del general José de San Martín.
España se había liberado de los franceses y el rey Fernando VII había vuelto al trono y se predisponía a recuperar los territorios americanos que estaban en manos de los revolucionarios. El ejército realista había comenzado a avanzar por toda la región derrotando a una parte de los movimientos independentistas americanos.
Finalmente, en julio, Ignacio Álvarez Thomas en reemplazo del Supremo Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata, José Rondeau, convocó a un Congreso General Constituyente en San Miguel de Tucumán.
Cada provincia eligió un diputado cada 15 mil habitantes y la primera sesión se inició el 24 de marzo de 1816 con la presencia de 33 diputados de los 34 elegidos. El debate se centró en la forma de gobierno. La mayoría de los participantes estaban de acuerdo con establecer una monarquía constitucional, que era la forma más aceptada en Europa.
Según las crónicas de la época, el martes 9 de julio de 1816 estaba soleado y a eso de las dos de la tarde los diputados del congreso comenzaron a sesionar.
Tras arduas discusiones, finalmente los representantes firmaron la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica y la afirmación de la voluntad de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” y “de toda otra dominación extranjera”.