La economía mundial depende de muchísimos factores. Las economías nacionales y regionales son determinadas por elementos internos y externos difíciles de predecir.
El elevado nivel de contagio del nuevo coronavirus ha provocado la implementación de medidas preventivas en todo el mundo. Países como Argentina han priorizado desde el primer momento la salud y vida de sus ciudadanos.
Otros, como Estados Unidos o Brasil, han optado por cuidar la economía por sobre los riesgos sanitarios. Sin embargo, las trágicas consecuencias de esta decisión, a la larga, también desencadenan en efectos económicos.
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Estado actual de la economía mundial
La pandemia de COVID-19 es una crisis no solo a nivel sanitario. La economía mundial se ve inevitablemente afectada por la emergencia. La producción, el comercio y el sistema financiero no pueden escapar de las consecuencias de la pandemia y las restricciones que esta provoca.
En marzo, se derrumbaron todas las bolsas de valores. El precio del barril de crudo bajó un 24,1 por ciento. La producción industrial China cayó por primera vez en tres décadas.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) tuvo que adaptar su pronóstico de crecimiento mundial. Del 2,9 por ciento, se ajustó al 2,4, con la advertencia de que la prolongación de la pandemia puede resultar en un índice de apenas 1,5 por ciento.
El Fondo Monetario Internacional hizo sus proyecciones de retroceso y crecimiento para los años 2020 y 2021 sobre la base de una perspectiva no solo económica, sino también epidemiológica. Los valores son del -3 y el +5,8 por ciento, respectivamente.
El Banco Mundial prevé que los índices globales de pobreza volverán a crecer por primera vez desde 1998. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) destacó que la falta de empleo, como producto de la pandemia, dejará a millones de personas en la indigencia.
En cuanto a cambios a largo plazo, se estima que la economía mundial no dejará de estar signada por la globalización. Pero puede que estemos de cara a un funcionamiento más regionalizado en torno a polos como Europa, América del Norte y Asia Oriental.
Crisis del petróleo. ¿Qué tanto afectó?
Las restricciones al tránsito y la actividad, producto de la pandemia de coronavirus, tuvieron un efecto inmediato en la demanda de combustible. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) acordó, en consecuencia, un recorte de la producción.
Sin embargo, en el mes de abril, el barril estadounidense West Texas Intermediate (WTI) cayó por primera vez en su historia a valores negativos. El petróleo europeo Brent tocó sus valores mínimos desde 2003. En los países del Golfo, la caída fue de más del 20 por ciento.
La disputa de precios entre la OPEP y Rusia se sumaron a los impedimentos para el equilibrio del mercado petrolero. Si bien dicho conflicto fue finalmente resuelto con un acuerdo de tope de producción, el precio del commodity no dejó de caer.
Explicado en términos simples: en una economía mundial frenada por la pandemia, hay más petróleo del que se necesita. Las reservas de crudo no dejan de aumentar. En Estados Unidos, la capacidad de almacenar está llegando a su límite. En Argentina, la demanda local funciona a la mitad.
A la drástica caída de los precios del crudo se le suma la cancelación de proyectos de los perforadores. Toda la industria petrolera se ve afectada, lo cual puede repercutir en la vida de miles de trabajadores en todo el mundo.
En Argentina, la petrolera nacional no es inmune a la crisis del sector. La venta del surtidor se desplomó un 80 por ciento. La producción en Vaca Muerta pasó de 170.000 barriles en marzo a 130.000 en mayo.
El Sindicato del Petróleo pactó un recorte de salarios del 70 por ciento con el objetivo de mantener los puestos de trabajo. Son 20 mil trabajadores y 400 PyMEs las que trabajan brindando servicios a las grandes empresas de sector.
Desde el ministerio de Desarrollo Productivo, se piensan estrategias para garantizar la continuidad de la actividad, aunque sea con mejores niveles de productividad. A su vez, se determinó un precio de referencia para el barril de petróleo local. Esta medida es la informalmente denominada “barril criollo”.
El mes de julio trajo un respiro: los precios del crudo comenzaron a subir y Neuquén pudo exportar el 20 por ciento de su producción. Esto fue favorecido por la política del barril criollo.
Europa
España e Italia son los países europeos que más vidas perdieron como producto del coronavirus. El Reino Unido, España, Bélgica y Suecia se vieron también muy perjudicados y todos enfrentan importantes caídas de sus respectivos PBI.
El país con peor pronóstico económico en la región es Italia, en donde se estima una baja del 9,1 por ciento del PBI. Son varios los países europeos que están experimentando su peor momento económico desde la Segunda Guerra Mundial.
El Banco Central Europeo estima que la economía de la eurozona podría caer hasta un 12 por ciento en el 2020. Frente a este pronóstico, los gobiernos han instaurado ya la “nueva normalidad”, para comenzar a reparar los daños económicos.
Europa parece estar en términos temporales unos pasos más allá que nosotros. En este sentido, al igual que pasó durante el mayor pico de contagios en España e Italia, podemos observar para aprender.
Las medidas que dan forma a la nueva normalidad europea, así como los resultados que el viejo continente alcance, servirán sin duda de inspiración para países como el nuestro, que se encuentran unos pasos más atrás.
Asia
El COVID-19 tuvo su origen en China y se dispersó rápidamente por los países asiáticos. Las extremas medidas que debieron tomarse para hacer frente a la propagación del virus tuvieron un inevitable efecto sobre la economía.
El distanciamiento social y cierre de fronteras es particularmente nocivo para los sectores que no cuentan con el trabajo virtual como posibilidad. La producción fabril en China sufrió una fuerte desaceleración.
Esto impactó, además, a sus principales países exportadores, como Corea y Japón. A su vez, empresas manufactureras de todo el mundo dependen de insumos importados de China. La economía mundial sufre los efectos de la pandemia como un todo.
Al igual que el virus —que se propaga de persona en persona y pasa de región en región—, los efectos económicos de la crisis sanitaria funcionan en cadena. El freno de la producción china y la falta de transporte dejan sin insumos a fábricas en todo el mundo. Esto, su vez, tendrá sus propias consecuencias.
Sin embargo, a esta altura, la propagación del virus en China ha disminuido. Su economía vuelve lentamente a la normalidad, acrecentando la expectativa de que los efectos de la falta temporal de suministros en la economía mundial no sean mayores.
El FMI tiene altas expectativas para el país que dio origen al virus. La temprana recuperación de la actividad productiva tendría como resultado un crecimiento económico del 9,2 por ciento para el 2021.
Sin embargo, para el sur de Asia el panorama no es tan positivo. Se estima que la caída económica en la zona será la más drástica en cuatro décadas.
América del Norte
Como ya ha sido mencionado, el 12 de marzo la bolsa estadounidense registró su peor jornada desde el lunes negro de 1987. El FMI pronostica un retroceso de la economía estadounidense de hasta el 5,9 por ciento este año.
Por el momento, Estados Unidos es el país con mayor cantidad de contagios y muertes confirmados. La emergencia parece estar lejos de su fin. Se espera, sin embargo, un alza en su economía del 4,7 por ciento para el 2021.
En mayo, la tasa de desempleo alcanzó el 20 por ciento en el país. Este número comenzó a repuntar en junio, gracias a la creación de empleos y la relajación de las medidas de prevención en algunos estados.
Según los economistas, se estima que el año terminará con una tasa de desempleo del 10 por ciento. Este sería un valor comparable al que resultó de la crisis financiera de 2008.
Según el economista James Galbraith, son tres los factores que mayor daño provocarán en la economía estadounidense. Por un lado, el cambio en la producción y demanda global de productos. Un claro ejemplo de esto es la ya mencionada crisis petrolera.
En segundo lugar, la carencia de puestos de trabajo. La falta de estabilidad en las economías personales impactará, a su vez, en el consumo. Por último, traerá problemas el endeudamiento como pilar de las economías familiares y corporativas.
Por su parte, en Canadá, la tasa de desempleo llegó a su nivel más alto desde 1976. La contracción económica en este país inició en el mes de marzo. En mayo comenzó, no sin controversia, la reactivación de sus actividades.
En México, la economía cayó un 21,6 por ciento en mayo. Son datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Esto supera ampliamente el descenso económico récord hasta el momento. Había sido en 1994-95, durante el llamado “efecto tequila”.
El presidente López Obrador aseguró que ya se “tocó fondo” en cuanto a la crisis económica provocada por el COVID-19. Esto con un optimismo provocado por ver desacelerado el ritmo del desempleo desde abril a la fecha.
Según el Fondo Monetario Internacional, la contracción de la economía mexicana como producto de la pandemia será superada solamente por España, Italia y Francia.
Centroamérica
La interrupción de los servicios turísticos, producto de la pandemia, genera un gran impacto en las economías de América Central y el Caribe. Dicho sector es de vital importancia en las economías de la región.
La reducción de actividad de Estados Unidos tiene también sus efectos, por ser este el más importante socio comercial de la zona. La caída de la economía estimada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) es del -2,3 por ciento en América Central y del -2,5 por ciento en el Caribe.
África
La pandemia se extendió rápidamente por el continente africano. La mayor cantidad de casos se concentran en Sudáfrica, Argelia, Egipto y Marruecos.
La Comisión Económica para África de Naciones Unidas (UNECA) advirtió que el crecimiento económico del continente decaerá del 3,2 al 1,8 por ciento. Esto representa un triste escenario para una región que gozó de un crecimiento económico prometedor en 2019.
Según las estimaciones del Banco Mundial, la región de África subsahariana entrará en recesión por primera vez en un cuarto de siglo. Esto como consecuencia de la falta de empleo producida por la crisis epidemiológica.
Los principales factores relacionados al coronavirus que impactan directamente a la economía africana son: la crisis del petróleo, el descenso de las remesas de emigrantes a sus familias, la recesión del sector turístico y la reducción de las exportaciones.
Oceanía
Australia y Nueva Zelanda se vieron favorecidas frente a la pandemia, por la distancia geográfica que los separa de otros países. Gracias a esto y a estrictas medidas tomadas sin demora, el brote de COVID-19 fue rápidamente controlado en Oceanía.
Sin embargo, no resultó ajena a los efectos negativos de la pandemia. Las economías de ambos países están fuertemente vinculadas al comercio con China. El freno del turismo, el comercio y la construcción provocó una contracción del 10 por ciento a la economía australiana.
Los gobiernos de Nueva Zelanda y Australia idearon en conjunto una estrategia de “burbuja de viajes” para reactivar el turismo. Así, evitan los riesgos de recibir pasajeros de países afectados por el coronavirus.
En una Nueva Zelanda ya libre de casos de COVID-19, el gobierno nacional tomó fuertes medidas de estímulo dirigidas a la reactivación de la economía.
Al mismo tiempo, la “Estrategia asiática para la recuperación y reconstrucción después de COVID-19” propone la reactivación de los intercambios entre Oceanía y los países asiáticos.
Suramérica
La realidad de los países de Sudamérica es diferente a la de aquellas regiones cuyas naciones cuentan con mayores reservas. La crisis económica de la zona desborda los límites temporales y causales de la pandemia.
Según las predicciones del FMI, la huída del capital externo a mercados más seguros será extrema. Incluso peor que durante la crisis de 2008. Además, la región se verá fuertemente afectada por la interrupción de insumos provenientes de China.
Los últimos años han sido de bajo crecimiento para la región (0,4 por ciento entre 2014 y 2019). Según la CEPAL, la contracción de la actividad económica en 2020 será del 5,3 por ciento. Esto representa la mayor caída de la historia.
América del Sur se ve afectada por: la reducción de comercio internacional, la caída de precios de los productos primarios, la huida del capital externo por el inevitable aumento del riesgo y el declive de las condiciones financieras a nivel mundial.
Brasil y Venezuela se ven particularmente afectados en su condición de productores de petróleo, tras la caída del precio de dicho commodity.
Economía argentina después del COVID-19.
Según las predicciones del Banco Central, se estima una contracción de la economía nacional cercana al 0,5 por ciento del PBI. Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que dicha caída será del 2 por ciento.
El mismo organismo señala que el nuestro sería el único país del G20 en sufrir un retroceso del PBI. Estima, sin embargo, un alza del 0,7 por ciento en 2021.
Durante la emergencia sanitaria y la crisis generalizada en la economía mundial, el riesgo país argentino superó los 3.600 puntos. Frente a esta situación, el gobierno trabaja en un acuerdo con los bonistas y el mercado financiero para negociar el pago de la deuda externa.
En cuanto al empleo, tal como se ha mostrado en el video difundido por la presidencia en junio, la economía argentina se está reactivando. Para entender esto es importante conocer la diferencia entre las situaciones en el Área Metropolitana de Buenos Aires y el resto del territorio.
Contamos con otro dato alentador, a pesar de la emisión récord de pesos que está teniendo lugar debido a la pandemia. La inflación de la primera mitad del año fue menor a la registrada en el periodo desde 2017.
Comercio en Argentina
La contracción en el sector comercial en el contexto actual fue inevitable, tanto en la economía mundial como en Argentina. La merma en la demanda mundial y el descenso del precio de los commodities representan el primer recorte en los ingresos de divisas.
Las exportaciones de soja y derivados, carnes, vinos y congelados al mercado Chino han sido interrumpidas. El turismo, por otro lado, ha sufrido un drástico freno en este país, como en todo el mundo.
Inversiones en Argentina
En cuanto a las inversiones, debemos pensar principalmente en Vaca Muerta. La crisis del petróleo frustró los planes iniciales del gobierno. Las intención de recibir inversiones para la explotación del yacimiento neuquino deberán reevaluarse en el nuevo contexto mundial.
¿Estamos cerca a una nueva crisis financiera mundial?
La incertidumbre sobre el impacto del COVID-19 en la economía mundial dispara la volatilidad de los mercados. Se sabe que los efectos negativos en el sector productivo tendrá su correspondencia inevitable en el mercado financiero.
El aumento del riesgo pone en juego el equilibrio de los mercados de valores. Desde el brote de la pandemia, los precios de los activos de riesgo han sufrido caídas equivalentes a las de la crisis de 2008.
Los bancos centrales del mundo optaron por recortar las tasas de interés indicativas. Otra medida adoptada en la economía mundial por parte de los bancos centrales ha sido la inyección de liquidez adicional al sistema financiero.
Además, los bancos centrales han optado por reactivar programas que dieron resultados durante la crisis financiera mundial. Estos tienden a la compra de activos de mayor riesgo. Se trata de medidas destinadas a sostener la disponibilidad de crédito asequible a la población y el sector productivo.
Es evidente que la confianza en el mercado financiero ha sido deteriorada. La fragilidad provocada por la crisis sanitaria mundial es innegable. Está en manos de los bancos centrales del mundo, proteger la estabilidad del mercado financiero para evitar una crisis como la del 2008.
Conclusión
El Fondo Monetario Internacional menciona entre los efectos de la pandemia problemáticos para la economía mundial: el endurecimiento de los mercados financieros, los desajustes de oferta/demanda y el derrumbe de los precios de materias primas y del petróleo.
Estos problemas son particularmente complejos en países como el nuestro, que ingresa en esta difícil etapa de la economía mundial, arrastrando años de crisis económicas internas. La falta de reservas y la fragilidad del sistema sanitario obligan a las economías en desarrollo a destinar mayores esfuerzos a paliar los efectos del COVID-19 en la población.
En relación a esto último, el FMI señala que las medidas para reducir el contagio y proteger vidas se justifican a largo plazo, más allá de los efectos inmediatos que tengan en la economía.
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