A partir del comienzo de la pandemia del COVID-19, no sólo en la Argentina sino en todo el mundo, se promovió el consumo de numerosos productos que contienen dióxido de cloro o derivados asegurando que tenía propiedades curativas contra la enfermedad. Fue en nuestro país que se hizo famoso este compuesto químico luego de que Viviana Canosa le haga propaganda en su programa de televisión donde tomó en vivo desde una botella. En aquel momento, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) había salido a desmentir la peligrosa información falsa.
Sin embargo, muchas personas siguieron la recomendación y días después de la fake news impulsada por Canosa, un niño de cinco años, de Neuquén, murió luego de que sus padres le suministren en compuesto tóxico. Actualmente, un beba de ocho meses lucha por su vida en Rosario luego de que su madre le diera de tomar dióxido de cloro, supuestamente, por error. La niña permanecía en “grave estado” pero estable y con asistencia mecánica respiratoria, informaron este jueves fuentes sanitarias. La bebé “tiene lesiones directas por la ingesta en tubo digestivo alto, a nivel de esófago y estómago”, asimismo, “presenta lesiones en pulmón, que denominamos neumonitis químicas por los gases del producto”.
Qué es el dióxido de cloro
El dióxido de cloro (ClO2) es un gas de color amarillento-rojizo que se descompone rápidamente en el aire y es soluble en el agua. Al entrar al contacto con el aire, la luz solar rompe las moléculas de dióxido de cloro formando cloro gaseoso y oxígeno. Por otro lado, al entrar en contacto con el agua, durante la oxidación de la materia orgánica, el dióxido de cloro se reduce al ión clorito. A estos iones de clorito también se les conoce coloquialmente como “clorito” los cuales, de manera similar al dióxido de cloro, son sustancias muy reactivas.
MÁS INFO
Su alta reactividad permite la eliminación de bacterias y otros microorganismos que puedan encontrarse en el agua. Es por ello, por lo que el dióxido cloro se utiliza dentro del proceso de potabilización del agua (donde el clorito y el clorato suelen ser productos secundarios de desinfección más comunes de la reacción del dióxido de cloro con compuestos orgánicos disueltos en el agua). Adicionalmente, el dióxido de cloro también es utilizado como blanqueador en fábricas de papel y se ha utilizado como agente descontaminante de superficies en zonas públicas.
Qué provoca la ingesta del dióxido de cloro
Lo cierto es que aquellas personas que ingieran dióxido de cloro pueden tener síntomas como:
-
irritación de la boca, el esófago y el estómago,
-
un cuadro digestivo irritativo severo, con la presencia de náuseas, vómitos y diarreas,
-
además de graves trastornos hematológicos, cardiovasculares y renales.
Asimismo, el consumo de este compuesto químico puede dar lugar a complicaciones respiratorias debido a la modificación de la capacidad de la sangre para transportar oxígeno. Mientras que su inhalación a través de nebulizadores puede generar edema pulmonar, broncoespasmos, neumonitis química y edema de glotis e incluso producir la muerte.
En este marco, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), había advertido a la población no consumir productos que contengan dióxido de cloro o sustancias relacionadas (clorito de sodio, hipoclorito de sodio, lavandina) ya que no hay evidencia científica sobre su eficacia para el tratamiento de COVID-19 u otras enfermedades y no posee autorización alguna por parte de este organismo para su comercialización y uso. “En consonancia, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), emitió un documento sobre la posibilidad de efectos adversos que podría causar la ingesta del producto en cuestión. Por ello, se recuerda a la población no utilizar productos no autorizados, ya que se encuentran fuera de lo establecido en la normativa vigente”, completó la Anmat.