COVID-19: se necesita la tercera dosis para mantener altos los anticuerpos contra Ómicron

Lo asegura un estudio de científicos del Conicet que analizaron durante un año cómo variaba la respuesta inmune de 100 voluntarios que habían recibido la Sputnik V.

17 de marzo, 2022 | 16.39

Al mismo tiempo que descienden diariamente la notificación de casos, internados en terapia intensiva y fallecidos, también parece hacerlo el interés de la población en recibir la dosis de refuerzo (tercera o cuarta, según el caso). Mientras más del 90% recibió por lo menos una dosis y más del 80%, dos, apenas el 40% completó el esquema de vacunación recomendado ahora que la circulación del virus es mayormente en su versión Ómicron. Aunque esta variante es más infecciosa y ya mostró en diversos estudios que escapa en mayor medida a los anticuerpos neutralizantes, muchos vacunatorios aparecen semivacíos.

Sin embargo, un trabajo de investigadores de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (Inbirs) que acaba de publicarse en The Lancet Infectious Diseases, vuelve a mostrar, como se constató con varias de las disponibles, que la respuesta inmune inducida por dos dosis de vacuna antiCovid es “subóptima”, lo que respalda la indicación de una tercera dosis para reforzar la protección.

“La primera conclusión de este estudio, que se publicó en forma de ‘carta al editor’, es que necesitamos la tercera dosis sí o sí”, subraya uno de los autores, el inmunólogo Jorge Geffner, del Inbirs.

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“Para protegerse resulta clave que las personas adultas se apliquen la dosis de refuerzo en el momento indicado. Varios estudios están demostrando de manera contundente que la tercera dosis aumenta de manera muy significativa el nivel de anticuerpos neutralizantes que bloquean esta nueva variante”, coincide en un comunicado de la FIL Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular de esa institución y líder del equipo que desarrolló los tests para medir presencia de anticuerpos en la sangre CovidAR.

El trabajo presenta los resultados de un año de seguimiento a 100 voluntarios vacunados con las dos dosis de Sputnik V entre enero de 2021 y el mismo mes de este año. A lo largo de ese lapso, los científicos midieron periódicamente el nivel de anticuerpos contra SARS-CoV-2 con el test CovidAR IgG y evaluaron la capacidad de los sueros obtenidos de personas vacunadas para impedir la infección (neutralizar) del virus original aislado en Wuhan, China, y de la variante Ómicron, aislada y caracterizada en el país.

Ellos pudieron constatar cómo variaba la respuesta de anticuerpos y su capacidad neutralizante a lo largo del tiempo y después de cada dosis de la inmunización.

Resultados locales

“El mérito que tiene este trabajo es que sigue a personas vacunadas con SputnikV a lo largo de un año –explica Geffner–. Es un control bastante largo, con toma de muestras a los 40 días de completado el esquema de dos dosis, a los seis meses y a los 12 meses”.

Lo que descubrieron es que la cantidad y capacidad neutralizante de los anticuerpos generados por la vacunación siguen una dinámica diferente. Se pueden tener  buenos niveles de anticuerpos, pero con baja neutralización   

“Midiéndolos con el test CovidAR, vimos que a los seis meses de completado el esquema los niveles de anticuerpos disminuyen 12 veces; y al año, 26 o 27 veces –puntualiza Geffner–. Ahora, cuando quiero estimar la capacidad neutralizante no es sencillo. No mido cantidad, sino actividad. Y si a los seis meses la cantidad baja 12 veces, la actividad neutralizante, frente a la variante convencional (la de Wuhan), disminuye solo cuatro veces. Y al año, once veces. Hay una diferencia, porque los anticuerpos bajan mucho en concentración, pero aumentan su funcionalidad, la afinidad con la que se ‘pegan’ al virus (en este caso, al dominio RBD, una parte de la proteína Spike, que permite el ingreso del coronavirus a las células). A eso se le llama ‘maduración’ de la actividad. Entonces, a los seis meses, ¿neutralizan más o menos? En conjunto, neutralizan menos, bajan en cantidad, pero adquieren cierta funcionalidad superior”.

La pregunta que se hicieron entonces los científicos fue si esa maduración de la afinidad era suficiente frente a la variante circulante, Ómicron BA.1.  “Y lo que vemos es algo muy parecido a lo que se observó con Pfizer y Moderna –destaca Geffner–. Cae estrepitosamente la neutralización. Por ejemplo, a los 40 días de recibida la segunda dosis de Sputnik V, la capacidad neutralizante disminuye 60 veces. Esto ocurre porque esta variante tiene más de 30 mutaciones y las vacunas se diseñaron contra el virus original de Wuhan. Entonces, nuestra conclusión es que aún cuando existe un proceso de maduración de la afinidad de los anticuerpos, es absolutamente insuficiente para enfrentar a Ómicron. Hay que darse la tercera dosis”.

Aunque no está incluido en este trabajo, sino en otro que tienen en preparación, los científicos observaron que la tercera dosis sí aumenta mucho la capacidad neutralizante. “Se demostró con otras vacunas y nuestros datos preliminares también lo hallaron con Sputnik.  Si a dos dosis de Sputnik se le agrega una de Astra Zeneca o de Pfizer, la protección aumenta mucho”.

Y agrega Gamarnik: “Ómicron presenta una alta capacidad de evadir la respuesta inmune montada por el individuo vacunado. Esto se expresa en una notoria disminución en la capacidad de los anticuerpos inducidos por la vacuna para bloquear la infección cuando se lo compara con dicha capacidad para bloquear a  la variante original B1 (que ya no circula en nuestro país)”. Esta aparente falencia es la que revierte una tercera dosis.  La capacidad neutralizante baja, pero solo cinco veces. “No tanto como para comprometerla en forma decisiva”, dice Geffner.

Por otro lado, ensayos realizados en distintos países coinciden en que la vacunación de refuerzo que combina plataformas diferentes (por ejemplo Sputnik V con Pfizer/BioNTech, Moderna, Sinopharm o AstraZeneca) representa una opción sumamente efectiva a fin de acelerar la vacunación y aumentar los niveles de anticuerpos neutralizantes contra la variante Ómicron. Esta es la estrategia indicada por el Ministerio de Salud de la Nación.

“Este estudio se complementa con otros que analizan la efectividad en la vida real, en cada momento de la pandemia y con una estricta vigilancia epidemiológica. Todos los que aún no se aplicaron la dosis de refuerzo y ya pasaron cuatro meses desde la segunda dosis es importante que vayan a vacunarse”, enfatiza en el comunicado de la FIL Nicolás Kreplak, médico clínico y Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires.

¿Y la cuarta?

Paradójicamente agregar una cuarta dosis, salvo en casos específicos (como los inmunosuprimidos) no parece ofrecer muchos beneficios. Al menos, es lo que muestra la experiencia de Israel, donde se estudiaron los resultados de su aplicación en 274 personas. “Parece que hubiera un ‘techo de inmunidad’”, dicen los autores de un trabajo preliminar (https://www.nature.com/articles/d41586-022-00486-9).

“En términos de seguridad, la evidencia que hay muestra que [la cuarta dosis] es segura (sólo no hay que recibir más de tres vacunas de vectores virales [que usan una versión modificada del virus]) –explica Daniela Hozbor, bioquímica del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata, especialista en vacunas–. En lo que hace a mejorar inmunogenicidad y eficacia, los pocos estudios realizados sugieren que no sería necesaria ahora”.

“Se sabe que en pacientes inmunosuprimidos una cuarta dosis es buena –coincide Geffner–. Ahora, como indicación en general, no, no hay evidencia todavía. Tal vez en algún momento vamos a necesitar dosis de refuerzo. Tal vez tengamos que dárnosla cada 12 meses, como la antigripal. Pero hoy por hoy el desafío es avanzar con la tercera, porque si bien nosotros estamos con niveles muy bajos de infecciones, y eso es muy bueno, en Europa están en ascenso”.

Para el científico esto puede deberse a que se descuidaron todas las medidas de prevención no farmacológicas, a que los que se inmunizaron hace mucho pueden estar perdiendo capacidad protectora y también a que en algunos lugares está prevaleciendo la variante Ómicron BA.2, que es entre un 30 y un 40% más de infectiva que la BA.1. “Creo que es un combo de las tres cosas, pero demuestra que la pandemia no es cuestión del pasado y se necesita la tercera dosis para estar mejor protegido”, concluye Geffner.

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