Están en la trinchera. Son la primera línea de combate contra el Covid-19, pero están precarizados, son maltratados y ninguneados. Son los trabajadores de los equipos de salud de Córdoba, que realizaron un masivo paro por 24 horas con una caravana de autos esta tarde a las 17, que recorrerá el centro de esta Capital, pasará por la Casa de Gobierno y terminará con la lectura de un documento en la esquina del bulevar San Juan y la avenida Vélez Sársfield.
Uno de los líderes del colectivo Médicos Autoconvocados de Córdoba, Raúl Audenino, señaló que “en Córdoba en 2011 teníamos en el sistema público de salud 14.500 trabajadores, hoy, una década después, con más habitantes y en medio de una pandemia, tenemos 12.500 trabajadores; dos mil menos, eso habla de una política de Estado regresiva y que no le importa la salud pública”.
Por la pandemia del Covid-19 en esta provincia mediterránea se contagiaron 800 profesionales de los equipos de salud, entre médicos, paramédicos, enfermeros y personal de otras especialidades; de los cuáles 30 murieron.
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Salvar vidas, a costa de arriesgas la suya
Este fin de semana murió por Coronavirus el cardiocirujano Alejandro Coppa que trabajaba en el hospital “Domingo Funes” de Santa María de Punilla y la clínica Sucre.
Matías Salemme, un empresario gastronómico cordobés recordó a El Destape que sus padres, ambos médicos murieron por Covid en octubre pasado, con diferencia de sólo una semana: “Mi papá Gustavo tenía 67 años y mi mamá Adriana tenía 62, no eran ancianos, estaban en plenitud, derrochaban vida y estaban trabajando, jugándose sus vidas para salvar otras. Les tocó y pasó esto. Cuando te toca de cerca te das cuenta de un montón de cosas que empezás a valorar. Crean o no, estén o no de acuerdo, el virus está y nos tenemos que cuidar”.
“Nuestro básico es de $ 29.990, tengo 15 años de antigüedad y dos títulos", recuerda la médica Valeria Orbelli
Gustavo Salemme trabajaba en la ART Asecor y murió el 9 de octubre; mientras que su esposa Adriana era médica del Hospital Privado y murió una semana después, el 16 de octubre.
Valeria Orbelli trabaja en el servicio de Salud Mental del hospital “Arturo Illia” de La Calera, una ciudad del Gran Córdoba: “Nuestro básico es de $ 29.990, tengo 15 años de antigüedad y dos títulos. En el sistema de salud provincial se está atendiendo con normalidad, es falso que sólo se atienden pacientes Covid, yo trabajo todos los días, dos días presencial y otros tres en forma virtual o presencial según se requiera, además de las guardias. En nuestro servicio de Salud mental se incrementaron las consultas por la pandemia, nosotros tenemos más pacientes en la franja que va desde los 16 a los 25 años, que se han visto afectados por el encierro. Y notamos un aceleramiento en el deterioro cognitivo y casos de demencia senil en adultos y adultos mayores; propio del encierro y de lo que nos está sucediendo”.
Valeria está divorciada y es madre de un pequeño de tres años de edad, es jefa de hogar y completa sus ingresos en su consultorio privado: “Las condiciones de trabajo no son las mejores, y no hablo solamente desde lo salarial; sino de las presiones que recibimos del Gobierno, del maltrato y las amenazas. Directamente nos dicen “si no te gusta, te trasladamos” y ese traslado es una sanción”.
Esteban Fodanu es psiquiatra del Instituto Provincial de Alcoholismo y Drogadicción (IPAD), donde además se desempeña en el Comité de Capacitación y Docencia: “Nosotros vamos al paro, entre otras cosas, porque por la pandemia el 25% de nuestra planta no viene a trabajar por patologías preexistentes y esa trabajo recae sobre el otro 75% que está sobrecargado en sus tareas”.
Este psiquiatra explicó que “cuando el Gobierno decidió contratar personal, no lo hizo a tiempo y con salarios muy bajos, con contratos precarios”.
“En lo que va del año sólo recibimos un aumento del 9%; cuando la inflación en 2019 fue del 47% y en 2018 llegó al 48%"
Fodanu le contó a El Destape que “nuestro director, Walter Caram, solucionó todas aquellas cuestiones que le planteamos y están a su alcance; como por ejemplo el sistema de guardias espejo, para que no nos contagiemos todos los médicos en las guardias. Cuando desde el Ministerio de Salud se dieron de baja las guardias espejo, en el IPAD nuestro director las mantuvo para preservar nuestra salud”.
Sin embargo, la huelga de tuvo un acatamiento total en el IPAD porque “en lo que va del año sólo recibimos un aumento del 9%; cuando la inflación en 2019 fue del 47% y en 2018 llegó al 48%. Nuestro salario básico está muy por debajo de la Canasta Básica. Además del atraso salarial, reclamamos dignidad, porque tenemos compañeros monotributistas con dos, tres y hasta cuatro años de antigüedad. O sea, no tienen aguinaldo ni vacaciones”.
Esteban Fodanu señaló que “para poder tener un salario medianamente digno, además de trabajar en la Provincia, tenemos que trabajar en el sector privado; pero allí, la situación tampoco es la mejor. Las obras sociales como el APROSS provincial o el PAMI nos paga menos de $ 200 por consulta. Y lo que agrava la situación es que no somos empleados de planta en las clínicas y sanatorios, sino que somos monotributistas y las consultas por obras sociales las pagan a los tres o seis meses. Nosotros cobramos de acuerdo a lo que quiere la empresa, no en forma directa por las prestaciones a obras sociales, porque no podemos llevar un control acabado de las consultas. Las empresas de salud, con estas demoras en los pagos, se autofinancian a costa de los trabajadores de la salud”.
"Abrieron todo, se multiplicaron los casos y nos dejaron solos en la primera línea de combate"
Pablo Igarzábal está cansado. Trabaja en el Hospital Córdoba en el servicio de Clínica Médica, pero desde marzo lo pasaron a la atención de pacientes Covid-19: “En Córdoba se abrió la economía, se abrieron las actividades y el Ministerio de Salud no modificó los protocolos. Abrieron todo, se multiplicaron los casos y nos dejaron solos en la primera línea de combate. El esfuerzo que hacemos es sobrehumano, estamos cansados, estresados, sobreexpuestos y además en contacto directo con el Covid. Doy gracias a estar vivo”.
Igarzábal es médico de planta “a secas”, porque “no hay concursos para cargos de conducción desde hace 20 años. O sea, te ponen a desempeñar tareas, pero no te las pagan”. Para llegar a fin de mes, este médico cordobés hace lo que hacen todos sus colegas de los equipos de salud: trabajar en el sector privado.