La reveladora historia detrás de uno de los avances para detectar el COVID-19: 2001, capacidad instalada y trabajo en equipo

El avance es el logro de un trabajo que lleva más de 20 años. Ahora son visibles, pero la importancia de la investigación previa llevó a esta actualidad.

12 de julio, 2020 | 11.00

La pandemia del coronvirus develó un panorama de incertidumbre. En pleno avance del virus las dudas se multiplicaron y había dudas sobre como Argentina podía reaccionar ante lo desconocido. Además de la crisis sanitaria, la situación presentó un nuevo desafío: estar a la altura para combatir al COVID-19. Allí aparecieron los médicos para mitigar los avances de la enfermedad, pero también los científicos que desarrollaron instrumentos nacionales para hacerle frente a la amenaza.

Desde la ciencia, la búsqueda empezó por lo básico: cómo se podía comenzar a batallar sobre el virus. La detección rápida es uno de los pilares de la lucha. Así mientras en diversos lugares había desesperación por insumos, en el país se generaron herramientas propias para el combate: la soberanía científica a disposición de la resolución de los problemas que trajo la pandemia. Desde barbijos “inteligentes” hasta kits de testeos. Entre ellos uno fue el test de diagnóstico molecular que se desarrolló entre la Universidad de San Marín (UNSAM), la Universidad de Quilmes y dos pymes tecnológicas: Chemtest y Productos bío-lógicos (PB-L). De este último desarrollo, que fue presentado hace un mes, se pueden producir hasta 100 mil kits por mes.

Todo arrancó el 14 de marzo con una llamada telefónica. Marcos Bilen, investigador de la UNQ y uno de los fundadores de PBL, le dijo a El Destape que este nuevo avance científico empezó cuando el Dr. en Biología Molecular de la UNSAM, y fundador de Chemtest, Diego Comerci, se contactó con él ese sábado a la noche. “Habíamos quedado en trabajar juntos hace un tiempo. Se estaban conformando investigaciones por el COVID-19 y empezamos. Nunca lo habíamos hecho. Nos dijo de hacer algo y arrancamos”. Ninguno de ellos trabaja solo. El equipo de la Universidad de Quilmes estuvo liderado también por Daniel Ghiringhelli, Cristina Borio y Ana Ventura. Por su parte, además de Daniel Comerci, por la Universidad de San Martín estuvieron Andres Ciochini y Juan Ugalde que, en charla con este medio, sostiene que “este es un trabajo en equipo muy grande”.

Con el financiamiento específico de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de Presidencia, del Ministerio de Tecnología e Innovación y de la Agencia I+d+i, alcanzaron este avance que se tornó emblemático. Las universidades que desarrollaron el kit son dos instituciones emplazadas en el pleno conurbano bonaerense. Además, en ambos casos, llegaron por la decantación de un trabajo previo. En este sentido, Ugalde indicó a este medio que “es un orgullo para la universidad. Demuestra que estábamos preparados y que estábamos haciendo las cosas bien, con un crecimiento sostenido. Lento, pero sostenido”. Sobre la UNQ, Bilen manifestó que en su caso es una línea de “investigación que lleva más de diez años trabajando en esto”. Justamente, el año pasado este mismo equipo había desarrollado un kit para detectar el dengue y la clamidia.

Esta capacidad instalada que ahora da respuesta es el fruto de largos años de trabajo y que tiene una historia detrás. La génesis de Productos Bió-Lógicos, por ejemplo, fue en pleno 2001, en medio de la explosión causada por el Gobierno de Fernando De La Rúa y las políticas económicas de Domingo Cavallo. Bilen, fundador de esta empresa, estaba recibiéndose en ese año. “Estaba todo caro, todo explotado. No se podía investigar, entonces empezamos a pensar en hacer productos nacionales porque no se podía importar”, recordó. En medio de la fuga de cerebros, él decidió quedarse en el país y apostar al desarrollo de la actividad en Argentina. Sus socios, bajo este mismo concepto, aceptaron estudios en el exterior pero con el objetivo de retornar.

Después de años de lucha, de mejoras y de análisis, finalmente PBL se formalizó con Sociedad Anónima a mediados de 2008-2009. Es una pyme que provee insumo biotecnológicos a centros de investigación en todo el país y que demuestra tener esa capacidad de instalación. Sin embargo, Bilen también recuerda que “con el Gobierno anterior volvimos a ver lo mismo que en 2001: la desidia ante la ciencia, las pymes y el conocimiento”. Por eso, ante la caída de demanda interna, Productos Bio-Lógicos comenzó a exportar a Brasil.

La generación que ahora está a cargo de estos desarrollos muestra una coincidencia. La gran mayoría atravesó el final de los noventa y principios de los dos mil. En el caso de Juan Ugalde, investigador y co-fundador de Chemtest, la historia también tiene un legado familiar. Es hijo de Rodolfo Ugalde, fundador del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad de San Martín. Según su perspectiva, “esta situación excepcional te hace más visible y parece un logro del momento, pero está emparentado con años de trabajo”.

El IIB de la Universidad se formó hace más de veinte años, en 1997, y ha logrado avances científicos que, en este contexto de pandemia, se hacen más palpables. Sin embargo, se han realizados eslabones previos para llegar a este final. Al respecto, Ugalde, decano del instituto que fundó su padre sostiene que “esto nació con una idea de visión a futuro, un trabajo de largo plazo”. En este mismo sentido, ahora cuenta que “esto no hubiese pasado si hace veinte años alguien no pensaba a futuro. La filosofía del instituto es 'yo construyo para que otro pueda construir algo mejor sobre lo que yo construí”.

En momentos de pandemia, las respuestas llegaron desde la ciencia. De manera rápida, veloz y efectiva. Los dos investigadores consultados por este medio coincidieron en los días de trabajo arduo en el laboratorio. En el desarrollo técnico trabajaron investigadores e investigadoras recibidos en las universidades públicas y becarios del CONICET. Bilen, sobre ellos, sostiene que “son pibes geniales, que trabajan, y que son comprometidos”.

 Entre esos becarios estuvieron, desde la UNQ, Cristina Borio, Julian Bergier, Lucas Ripoll, Victoria Nugnes y Damian Presti. En PB-L, además, Vanina Rodríguez, Cristian Mobilia, Marcelo Romero y Melisa Da Silva. Mientras que por UNSAM y Chemtest participaron  Luciano Melli, Josefina Caillava, Analía Novak, Stella Maris Landívar, Tamara Laube y Agustina Carreño.

Todos lograron uno de los tantos avances que produjo la ciencia argentina para dar respuestas al COVID-19. Hoy se hace visible en un contexto de estrés y de dificultades, pero nada hubiese ocurrido sin los veinte años detrás.