La profundización de la crisis, como consecuencia de la pandemia y las restricciones establecidas consecuentemente por el Estado, han agudizado la situación de vulnerabilidad de miles de familias de Paraná, Entre Ríos. Un relevamiento realizado por una de las ONG que más trabaja en la temática, Suma de Voluntades, da cuenta de que se ha duplicado el número de personas que debe asistir regularmente a un comedor o merendero para acceder a un plato de comida o a una taza de leche caliente. Entre marzo y julio, además, se ha cuadruplicado el número de raciones que semanalmente se preparan gracias a las donaciones de voluntarios, comerciantes y vecinos de la capital: de 1700 a 7400.
"Con el Banco de Alimentos hemos llegado a elaborar 11 mil platos en una semana. La gente viene desesperada a buscar algo para comer. Muchas veces no es para ellos mismos, sino que para las ollas populares que se organizan en las barriadas" explicó a El Destape, Anabella Albornoz, presidenta de la entidad.
Como consecuencia de la pandemia y la cuarentena, muchos trabajadores informales vieron sus ya magros ingresos reducidos a cero: "Está muy complicada la situación, pese a que un sector acceda a beneficios del Estado, en la mayoría de los casos no es suficiente. Son personas muy vulnerables, y como se cortaron los trabajos informales, muchos que se ganaban un peso cortando el pasto, hoy no pueden acceder a ese dinero. Si bien se habilitó el tránsito, todavía hay muchas restricciones”.
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La recesión, cada vez más profunda, ha expulsado a la necesidad de ser asistidas a personas que antes no pasaban por esa situación. "Nos ha pasado de conocer gente que viene y llorando nos cuenta que es la primera vez que tiene que buscar un bolsón. Algunas, por suerte, ya pudieron volver a sus actividades, pero otras no" señaló Albornoz.
El contexto excepcional, la creciente demanda y el aumento exponencial de personas a las cuales tenderles una mano, significó además un rediseño de las propias estrategias de la ONG: "Hemos decidido hacer platos más económicos para tener más raciones, por ejemplo. Tratamos de no soltarle la mano a la gente, porque sentimos que no podemos decir que no. Vamos tapando agujeros toda la semana. La gente siente esa mano y necesitamos apretarla. Hay mucha incertidumbre y muchos sinceramente no saben qué hacer".
Suma de Voluntades cuenta actualmente con 140 participantes activos, algunos de los cuales están colaborando desde sus casas por ser grupos de riesgo. Muchos otros, de manera anónima, son parte de la cruzada solidaria: "Es imposible hacer lo que hacemos sin ayuda de la gente. Sostener la estructura de la institución, no sólo desde lo económico, es un esfuerzo muy grande. Y la solidaridad de los vecinos es increíble. Es, incluso, esperanzadora, porque la salida es colectiva. Nos vamos a pensar en comunidad y vamos a salir fortalecidos. La mejor demostración es que, cuando la situación se puso más difícil, fue la gente de los lugares más vulnerables la que sacó sus ollas para cocinarle al barrio".
El rol del Estado
Desde el Estado, por otro lado, se ha intentado fortalecer el trabajo de ONGs y entidades barriales, a través de programas que complementen el trabajo de las instituciones intermedias. Se hizo con ayuda alimentaria, de productos de limpieza e higiene y con ropa de abrigo, en la mayoría de los casos. Asimismo las autoridades reconocen que la situación de vulnerabilidad de muchos vecinos no comenzó con la pandemia, sino que excede a esta gestión y se traslada a una pobreza estructural de décadas.
“No soy el primer ni el único intendente que llega a la conclusión de que la pandemia agravó y profundizó todas las desigualdades sociales. Y esto se notó desde el principio” indicó a El Destape, Adán Bahl, intendente de Paraná.
El presidente municipal explicó que la capital entrerriana, tiene, con sus diferencias, casi la misma fisonomía de otras ciudades capitales: “Tenemos mucha concentración poblacional en barrios en donde desde hace mucho tiempo se vienen acumulando demandas estructurales e infraestructurales y en donde los vecinos viven del día a día. Y este sector fue el que precisamente se vio más afectado con la cuarentena. El desafío fue armar una red de contención que nos permita ayudarlos a cumplir con las medidas sanitarias recomendadas”.
Para brindar asistencia, la Municipalidad de Paraná organizó tres líneas de trabajo:
1) La entrega de módulos alimentarios. Para eso se diseñó un sistema de turnos, y así poder respetar el distanciamiento social.
2) El refuerzo a los comedores y merenderos comunitarios, que vieron incrementada su demanda. Hoy son 70 los comedores que se asisten y más 130 merenderos que atienden a casi 12 mil chicos menores de 14 años.
3) La habilitación de la cocina de los jardines maternales, para asistir tanto a las familias de los jardineritos como a los vecinos de la zona en general. Ahora, por recomendaciones del COES local, hubo que descentralizar esa tarea en las Comisiones Vecinales, para evitar la aglomeración. Pero desde ahí se distribuyen alrededor de 1300 viandas diarias.
“Junto con la asistencia alimentaria distribuimos productos de higiene y limpieza, sobre todo para quitar un poco de peso a los presupuestos de las familias, y que puedan dedicar esos recursos a la alimentación o vestimenta. Y antes de que comience el invierno, y en articulación con el gobierno de la provincia, distribuimos frazadas y abrigo. En Paraná, tenemos un taller textil municipal, y con aportes propios, confeccionamos alrededor de 5 mil frazadas” explicó Bahl.
El intendente remarcó la participación de organizaciones sociales que fueron de vital importancia para llevar adelante el trabajo contra la pandemia: “Hay que destacar la acción y el compromiso de las distintas organizaciones territoriales como clubes, comisiones vecinales, parroquias y de todos los vecinos que se organizaron para que nadie quedara afuera. Gracias a eso, pudimos detectar rápidamente donde estaba la necesidad y hacer llegar la ayuda”.
Como parte de la batería de medidas delineadas contra el COVID-19, el gobierno de Paraná lanzó el Programa Cuidarnos, orientado particularmente a los barrios, y que tiene como eje a los centros de salud municipales: “Desde ahí trabajamos la concientización y desarrollamos redes de articulación entre instituciones y organizaciones para fortalecer los métodos de prevención buscando disminuir la circulación del virus”.
En los últimos días, y ante el crecimiento exponencial de casos en la capital –aún zona de transmisión por conglomerado de coronavirus- la Intendencia tomó a su cargo el alquiler de 100 habitaciones en hoteles, para alojar a quienes deben cumplir el asilamiento mientras esperan los resultados de los hisopados: “También hemos puesto a disposición el Centro Educativo Municipal de Integración (CEMI) para atender casos positivos que cuenten con sintomatología leve de COVID-19”.
Acciones similares se han encarado desde la Provincia, con el Ministerio de Desarrollo Social al frente. En total, se han distribuido más de 20 mil frazadas y 7 mil conjuntos de abrigo, bufandas y gorros, confeccionados por emprendedores entrerrianos, en todo el territorio provincial, a través del trabajo articulado con los gobiernos locales.
“Desde mayo estamos trabajando en una estrategia de distribución de frazadas en toda la provincia. De esta forma realizamos la entrega a más de 200 localidades, entre juntas de gobierno, comunas y municipios, lo que posibilitó llegar a los entrerrianos y entrerrianas que tienen necesidad de abrigo, en un trabajo articulado con los gobiernos locales que son quienes garantizan el principio de inmediatez”, explicó la ministra de Desarrollo Social, Marisa Paira, a fuentes oficiales de la Casa Gris.
“Además, hemos fortalecido el eje productivo con las cooperativas, y firmado más de 30 convenios con municipios para la compra conjunta de frazadas a experiencias de la Economía Social de la provincia”, agregó la titular de la cartera social.
Por su parte, el subsecretario de Fortalecimiento de las Organizaciones Sociales, Juan Arbitelli, destacó que “hace varios años el Ministerio de Desarrollo Social viene trabajando con la compra de las frazadas como producto final, es decir que son los talleres y las cooperativas quienes se hacen cargo de todo el proceso, lo cual es un avance en la evaluación productiva. Y este año son más de 20 millones de pesos los que el gobierno de la provincia ha invertido en esta política pública”.