Para complicar todavía más el intrincado problema de la obesidad, la Organización mundial de la salud acaba de agregar una pizca de inquietud. Dio a conocer nuevas directrices sobre edulcorantes artificiales en los que desaconseja su uso: "Reemplazar los azúcares libres con edulcorantes artificiales no ayuda a controlar el peso a largo plazo. Las personas tienen que considerar otras formas de reducir el consumo de azúcares libres; por ejemplo, comer alimentos con azúcares naturales, como frutas, o alimentos y bebidas sin azúcar –afirma Francesco Branca, director de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la OMS en un comunicado de la entidad internacional–:[Estas sustancias] no son factores dietéticos esenciales y no tienen valor nutricional. Las personas deberían reducir la dulzura de la dieta por completo, comenzando temprano en la vida, para mejorar su salud”.
La recomendación, aclara, se aplica a todas las personas, excepto a aquellos con diabetes preexistente, e incluye todos los edulcorantes no nutritivos sintéticos, y naturales o modificados que no están clasificados como azúcares que se encuentran en alimentos y bebidas manufacturados, o que se venden solos. Incluyen el aspartamo, el ciclamato, la sacarina, la sucralosa y la stevia, entre otros. No concierne a los productos de cuidado e higiene personal, como las pastas de dientes, cremas para la piel y medicamentos.
Esta conclusión surge de una amplia revisión de toda la evidencia disponible (Health effects of the use of non-sugar sweeteners: a systematic review and meta-analysis https://www.who.int/publications/i/item/9789240046429). El trabajo sugiere que, aunque en ensayos clínicos aleatorizados a corto plazo los edulcorantes se relacionaron con una mayor pérdida de peso en comparación con las personas que consumían azúcar, su uso a largo plazo "puede tener efectos indeseables, como mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos”. Y subraya que estos resultados son coincidentes con los de otras revisiones sistemáticas recientes.
Sin embargo, al mismo tiempo advierte que la nueva guía se basa en estudios observacionales de asociación y que por lo tanto tienen un bajo nivel de certeza, ya que podría ocurrir que aquellos que consumen comestibles con edulcorantes tengan mayor riesgo de obesidad o diabetes desde el vamos; es decir, que el vínculo observado podría confundirse con las características iniciales de los participantes del estudio y los complicados patrones de uso de estos ingredientes. De modo que la recomendación se consideró como “condicional”; es decir, que las decisiones de política pública basadas en ella exigirán una discusión adaptada al contexto de cada país.
“Los edulcorantes no nutritivos como reemplazos de azúcares no son la solución para resolver la obesidad y el sobrepeso –opina Victoria Tiscornia, investigadora del Área de Políticas de Alimentación Saludable de la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC Argentina)–. En esta nueva guía, la OMS recomienda que los edulcorantes no se usen para el control de peso y la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles. Esta indicación alcanza a toda la población: adultos, embarazadas, mujeres lactantes, niños, niñas y adolescentes. El objetivo es brindar evidencia acerca del uso de los edulcorantes no nutritivos que pueda ser utilizada en el diseño de políticas”.
Según explica Tiscornia, la recomendación de la OMS se realizó siguiendo el procedimiento utilizado para la redacción de guías, que incluye la revisión de evidencia por un grupo de expertos de distintas disciplinas y países, y una evaluación de la calidad de la evidencia.
“Es importante tener en cuenta que los productos alimenticios que contienen edulcorantes son, en su mayoría, ultraprocesados (sobre los que hay amplia evidencia de su impacto negativo en la salud), que desplazan el consumo de alimentos naturales –destaca la especialista–. Dado que los azúcares libres se encuentran a menudo en productos con perfiles nutricionales indeseables, la simple sustitución de los azúcares libres por edulcorantes no significa una mejora en la calidad general de la dieta. Para que esto suceda, los azúcares deberían reemplazarse por productos naturales o mínimamente procesados. En la Argentina, la Ley de Promoción de la Alimentación saludable conocida como ‘ley de etiquetado frontal’ contempla el contenido de edulcorantes en los alimentos y alerta a la población de su contenido en productos procesados y ultraprocesados a través de la leyenda precautoria ‘Contiene edulcorantes, no recomendable en niños/as’. Los más conocidos y comúnmente usados son: sorbitol, xilitol, esteviósido, sacarina, aspartamo, ciclamato, sucralosa, manitol, acesulfamo-K, neohesperidina, stevia. La ley protege especialmente a la población infantil, ya que establece que los productos que contengan leyendas precautorias o al menos un sello de advertencia no podrán ser publicitados a niños, niñas y adolescentes, y tampoco podrán ofrecerse y promocionarse dentro del entorno escolar. Es importante su correcta implementación, y el diseño y promoción de otras políticas que mejoren el entorno alimentario de la población para prevenir las enfermedades crónicas no transmisibles”.
En la nueva guía, se subraya que si bien los edulcorantes artificiales pueden ser útiles para reducir el consumo total de calorías, es posible que no sean tan efectivos como se pensó inicialmente y que podrían conducir a un mayor consumo de alimentos o a antojos de dulces. Diversos estudios vienen sugiriendo, además, que pueden alterar la composición del microbioma, la comunidad de bacterias intestinales que juegan un papel crucial en distintos aspectos de la salud, incluido el metabolismo y la función inmunológica. Otros, que su sabor dulce desencadena una respuesta a la insulina, y afecta la sensibilidad a esta hormona o el metabolismo de la glucosa.