Con horarios insólitos para la Argentina (de una a cuatro de la madrugada y de siete a 10 de la mañana), acaba de transcurrir la primera semana de reuniones del Grupo II del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), que complementará el informe publicado en agosto del año pasado. Las sesiones culminarán el 25 y el informe se dará a conocer el 28 de este mes.
“¡Es abrumador! –bromea la doctora en ciencias de la atmósfera, y ex viceministra de Ciencia y Tecnología, Carolina Vera, integrante del Bureau del cuerpo, integrado por los presidentes y vicepresidentes de cada uno de los tres “grupos de trabajo”–. Si hay encuentros que, para mí, deberían ser presenciales son éstos. Por varias razones, pero en especial, porque se aprueba un documento muy sensible que se revisa línea por línea”.
Para hacerse una idea de la complejidad de la tarea que tienen entre manos, basta con mencionar que participan 270 autores (entre los cuales tres son investigadores argentinos: Matilde Rusticucci, Pablo Peri, y Paulina Martinetto), y que se recibieron 16.348 comentarios en la primera ronda de consultas, 40.293 en la segunda, y 5.777 al borrador final. Las citas bibliográficas son más de 34.000.
La segunda parte del Sexto Informe de Evaluación será la revisión más completa de los impactos climáticos y de cuánto podemos adaptarnos a ellos realizada desde 2014. Para que los horarios afecten y beneficien por igual a los representantes de más de 190 países distribuidos en todas las latitudes, los horarios se distribuyen en forma equitativa. Este reporte es el quinto que se aprobará desde 2016, año en que se inició el sexto ciclo del organismo dependiente de las Naciones Unidas y completa el que se presentó en agosto del año pasado. “En esa fecha, aprobamos el reporte general sobre las bases físicas del cambio climático –explica Vera–. Esta segunda parte se concentra en el análisis de cómo influyen en la vulnerabilidad y la adaptación. Y en marzo se hará lo mismo con el informe sobre mitigación”.
En el trabajo anterior se detallaron las amenazas climáticas, se mostró cómo aumentaron las olas de calor y de frío, se concluyó que los gases de efecto invernadero que proceden de actividades humanas causaron un calentamiento global de aproximadamente 1,1º C en comparación con el período de 1850 a 1900, y que se espera que esa temperatura mundial alcance o sobrepase 1,5° C de calentamiento en los próximos 20 años, lo que llevó al secretario general de la ONU, António Guterres, a alertar que la humanidad está en “código rojo”. Este reporte mostrará cómo se combina esto con las condiciones de vulnerabilidad y exposición de los distintos sistemas.
“El impacto del cambio climático resulta de una combinación entre los efectos físicos y la vulnerabilidad –destaca Vera–. Que se produzca una ola de calor no quiere decir que sí o sí tendrá consecuencias negativas. Por ejemplo, las personas mayores son más vulnerables que los jóvenes, del mismo modo en que si uno vive en una casa de chapa tendrá más perjuicios que si dispone de aire acondicionado. El informe del Grupo de Trabajo II presentará esa evaluación de distintos sistemas, tanto los naturales (terrestres, de agua dulce, océanos, costas…) como los humanos. ¿Qué ocurre con la producción de alimentos, con las materias primas, con las ciudades, con la salud...? Y también qué rol juegan la pobreza, las condiciones de vida y el desarrollo sostenible. No consideramos el cambio climático de forma aislada, sino en el contexto de los otros problemas socioambientales”.
Este análisis, además, no solo se hace en el nivel global, sino también regional. Habrá un capítulo dedicado a América del Sur y Central, a Europa, a Norteamérica, a África y Asia. Y también se pondrá el foco en las regiones polares, las montañas, los mares para concluir con un informe para tomadores de decisión sobre cómo se pueden manejar los riesgos.
Aunque aclara que las conversaciones se desarrollan en la más estricta confidencialidad, Vera subraya que el quinto informe arrojó dos conclusiones importantes: confirmó que la mayor mortalidad por el cambio climático se da en las comunidades de menores ingresos y que los que sufren las mayores pérdidas económicas son los desarrollados. Se calcula que entre 1970 y 2019, más del 91 % de las muertes generadas por los peligros meteorológicos, climáticos e hídricos ocurrieron en países en vías de desarrollo.
“Es lo que sucede cuando se produce un huracán en el Caribe –ilustra la científica–: pasa por Miami, en la Florida, y tal vez hay pérdidas millonarias, pero no se muere nadie; pero cuando arrasa Haití, puede haber cientos de víctimas mortales. Este reporte nos dará más detalle sobre esta interrelación entre el clima y los problemas sociales”.
Las anomalías de temperatura dependen de la combinación del cambio climático con la variabilidad natural del clima. “La zona con mayor calentamiento del planeta es por ahora la ubicada en las latitudes altas del hemisferio Norte –comenta Vera–, pero lo que para las personas puede ser una buena noticia, porque en lugar de tener que soportar -20º C, el termómetro tiene marcas por encima de 0º C, no lo es para los ecosistemas adaptados a temperaturas más frías”.
En su Informe Especial sobre Calentamiento Global a 1,5º C, el IPCC destaca que incluso si se fija esa meta para los próximos 20 años, el mundo se enfrentará a graves impactos. Pero éstos empeorarían de forma significativa con 2 °C de calentamiento, y aún más, con niveles más elevados. Investigaciones recientes muestran que superar el límite de 1,5 °C podría provocar impactos irreversibles y graves consecuencias, en especial para la seguridad alimentaria y los seres humanos.
“Las reducciones necesarias para no superar ese límite son muy grandes y sostenidas –explica Vera–. Como para hacerse una idea, si no queremos sobrepasar el grado y medio en 2040, deberíamos reducir anualmente un 5% las emisiones de gases de invernadero, que es equivalente a lo que redujimos en 2020 por la pandemia, cuando se ‘detuvo’ el mundo. Y hay que hacerlo sin frenar el desarrollo. Esto nos muestra la envergadura del problema que enfrentamos”.
Según la especialista, incluso con un calentamiento de 1,5º C, se multiplicarán los impactos. “Si una ola de calor es tan intensa que se produce una vez en diez años, con 1,1ºC (como ocurre ahora) es más probable que suceda casi tres veces más, en un mundo de un grado y medio, cuatro veces más, y en un mundo de cuatro grados, casi 10 veces más. Es impresionante y está calculado también para eventos de lluvia, para sequías... Lo estamos viviendo: temperaturas de más de 40 grados en Buenos Aires. Si me hubieran preguntando hace 10 o 15 años, hubiera contestado que esto se puede producir una vez por la variabilidad natural del clima, pero ahora estamos viendo lo que los números nos estaban anticipando y con una aceleración dramática. Estaba acostumbrada a proyectar cosas que no ocurrían, pero lamentablemente están sucediendo”.
Muchos de los fenómenos meteorológicos extremos que el mundo experimentó en el último año fueron atribuidos al cambio climático, afirma un comunicado del IPCC. Se descubrió que la ola de calor de la costa del Pacífico, de junio de 2021, hubiera sido “prácticamente imposible” sin este proceso. El cambio climático aumentó las probabilidades de los grandes incendios forestales que arrasaron California y Oregón (como ahora sucede en la Argentina), el calor extremo en todo el Mediterráneo y las graves inundaciones que se experimentaron en Europa Occidental. En septiembre, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) relacionó con esta alteración del clima la mayor sequía de la historia del suroeste de Estados Unidos. A su vez, en Siberia, los incendios forestales liberaron en un año la misma cantidad de CO2 que produce Alemania. En noviembre, las lluvias torrenciales e inundaciones en Columbia Británica, se agravaron de tal forma que obligaron a 17.000 personas a abandonar sus hogares.
El IPCC es un diálogo entre ciencia y política que vincula a representantes de los países con los científicos. “Los que estamos en el ‘bureau’, decidimos cuándo y de qué temas deben hacerse los reportes –cuenta Vera–. Se realiza un proceso de selección de autores y comienza la etapa de redacción del documento que pasa por varios borradores hasta que se llega a la versión final. Primero lo revisa la comunidad científica y después se les remite a los gobiernos. Al final, hay una sección que se llama ‘Resumen para tomadores de decisión’, de unas 20 páginas, y eso se aprueba en estas sesiones. En estas dos semanas, el panel en su conjunto tiene que aprobar palabra por palabra, figura por figura. Se va presentando cada oración de este resumen; los gobiernos tienen que aceptarla o pueden hacer recomendaciones, que con frecuencia terminan mejorando el contenido. Es un debate muy interesante, que les da a los científicos una idea más clara de lo que un tomador de decisión quiere escuchar, qué información le es relevante. La riqueza del IPCC es justamente esa combinación, el diálogo entre gobiernos y científicos, y un proceso de elaboración muy cuidado, donde cada paso tal vez no sea perfecto, pero es transparente, está validado”.
Los informes completos de evaluación científica se publican cada seis o siete años. El último se completó en 2014 y proporcionó el principal aporte científico al Acuerdo de París. El próximo, del Grupo de Trabajo III, sobre mitigación, será en marzo. Este ciclo finalizará en la segunda mitad del año con una síntesis de todo lo elaborado hasta ahora.