Como un paciente al que le vuelve a subir la fiebre después de que se creía curado, la cifra de contagios de coronavirus en Argentina notificados ayer (9.336, un 75% más que el día anterior y la más alta desde el 19 de agosto), el porcentaje de positividad (13,4%, claramente por encima del 10% recomendado por la OMS), y un aumento lento, pero constante de personas en terapia intensiva (803 vs. 734 hace una semana) son todos indicadores de que el coronavirus sigue a las puertas de casa, y que no se puede dar por terminada la pandemia, como se venía aconsejando.
La semana de Navidad empezó con una suba pronunciada de notificaciones y colas en centros de testeo, especialmente en las grandes ciudades. En particular, en Córdoba, donde el ascenso de la curva es, en palabras de especialistas en monitorear los números, “impresionante”. Y aunque autoridades sanitarias locales recomiendan no tener tanto en cuenta los casos notificados, sino más bien las internaciones y muertes, que se mantienen “planchadas” o “desacopladas”, en el mundo se insta a no repetir los errores ya cometidos y actuar ya para prevenir que una multiplicación meteórica de casos, aunque sean más leves, sature el sistema de salud.
Algunos, como el senador por la provincia de Corrientes Martín Barrionuevo, que ausculta diariamente los datos distribuidos por el Ministerio de Salud de la Nación, consideran que hay que preocuparse, pero no alarmarse, ya que esto es lo que se esperaba desde el momento en que empezó a circular la variante Delta, que domina el escenario epidemiológico local. “Tenemos que tomar con pinzas el número de casos notificados –afirma–. Hoy no estamos en la misma situación que cuando no teníamos vacunas; se nota claramente cómo se desacoplan las muertes y las internaciones. Ahora, eso no indica que no se vaya a poner en tensión el sistema sanitario, porque Delta elude la protección de las vacunas contra la infección y ahora a ella se le suma Ómicron”.
Hace varias semanas, ya matemáticos, bioinformáticos y analistas de datos venían anunciando que esto iba a suceder, simplemente porque advertían el crecimiento exponencial de los contagios: “Me da la impresión de que está pasando lo que venimos marcando desde hace dos meses –comenta el físico Jorge Aliaga, exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA–. Se tarda el mismo tiempo en pasar de 400 a 800 que de 4000 a 8000, esa es la característica de lo exponencial. Lo que pasa es que cuando los casos van de 400 a 800, a nadie le parece demasiado, y cuando suben de 4000 a 8000, todo el mundo ‘pone el grito en el cielo’. En CABA, Neuquén y Rio Negro, que ya venían mal desde hace semanas, se da el mismo crecimiento exponencial y no tiene porqué cambiar hasta que no lo haga el comportamiento de las personas. Algunos sostienen la hipótesis de que las vacunas dejaron de tener efectividad. Si fuera así, en enero los casos seguirán subiendo. Si empiezan a bajar, no será porque las vacunas de golpe empiezan a proteger, sino simplemente porque las personas salen, viajan y al estar al aire libre, se contagian menos. En Córdoba, la explosión [los casos diarios notificados pasaron en diez días de algo más de cien a 2000] pareciera ser por Ómicron. Solo me hace dudar que el número esté distorsionado por el hecho de que se detecta muy bien, habría que analizar un poco eso”.
El bioquímico y analista de datos Santiago Olszevicki, coincide: “Los casos están creciendo a la velocidad esperada para Delta –afirma–. En Córdoba, ya con mayoría de Ómicron, los contagios crecen más rápido aún. Porqué suben ahora y no lo hicieron hace dos meses, no lo sé. Todas las hipótesis parecen formularse con el diario del lunes”.
El bioinformático Rodrigo Quiroga, investigador del Conicet en la Universidad Nacional de Córdoba, destaca que estamos ante dos fenómenos diferentes. “Una cosa son los casos por Delta, que crecen a una velocidad no tan rápida y es todavía la variante dominante en todo el país por lejos, salvo en Córdoba –explica–. Eso está generando un aumento de casos que viene con la misma tasa exponencial desde hace bastante. De alguna manera, lo habíamos controlado, pero volvieron a subir debido a que bajó un poco la inmunidad colectiva (por la caída, con el correr de los meses, de la protección frente a infección que ofrecen las vacunas) y también al aumento de la actividad social que se da en diciembre (con multiplicación significativa no solo del número de reuniones, sino también de participantes), además de eventos masivos, tanto deportivos como culturales, muchos de ellos, puertas adentro. Todo eso implica un alto riesgo de contagio. Córdoba, por su parte, está con un aumento explosivo de casos: en diez días pasamos de 118 a 1866 casos reportados. Esto claramente se debe a la variante Ómicron, que además de ser mucho más contagiosa se propagó más por todos estos eventos masivos. Ya tuvimos múltiples eventos de supercontagio en cenas, fiestas de fin de año, de colegios y empresas. Fue como echar leña al fuego”.
De acuerdo con Quiroga, la variante Ómicron seguramente va a circular muy rápido por el resto del país y se van a estar viendo números récord de casos en muy poco tiempo. Así, tendremos dos pandemias en paralelo: la de Delta y la de Ómicron. “La gravedad de la enfermedad causada por Ómicron todavía es desconocida, pero en el Reino Unido parece estar generando una cantidad de internaciones similar o un poquito menor que las que provoca Delta”, detalla.
Quiroga sugiere evaluar la posibilidad de prohibir eventos masivos por lo menos hasta fin de año. “Es la medida que mayor impacto permitiría tener con relativamente bajo costo –comenta–. Después, habría que ver cómo siguen los casos y las internaciones, y volver a evaluar. Y, sobre todo, retomar los cuidados: barbijos, distancia, ventilación, reducir el tamaño y frecuencia de reuniones sociales, continuar con la vacunación, completar esquemas, recibir dosis de refuerzo. Pero eso no va a ser suficiente para frenar esta ola de contagios. Resta ver cuánto impactará en las internaciones, y eso va a demorar un tiempo en observarse: primero, vamos a ver una gran cantidad de casos, con muy pocas internaciones y fallecidos, porque el virus hoy está circulando principalmente entres los jóvenes. Entonces, el crecimiento de internaciones va a demorar más de lo normal en observarse, pero no quiere decir que no vayan a ocurrir”.
Y resume la socióloga Sol Minoldo, asesora del Comité de Emergencia de Córdoba: “No se me ocurre otra hipótesis para lo que estamos viendo en la provincia más que la propagación de Ómicron, las fiestas de egresados, las reuniones de fin de año y los eventos masivos, sin aforo, a puertas cerradas. Todo eso es un combo muy explosivo. Y a la concurrencia masiva, se le suma un relajamiento en cuidados como usar barbijo de calidad bien colocado y mantener distancia”.
Aunque no quiere hacer interpretaciones aventuradas, Mauro Infantino, creador del sitio covidstats.com.ar, en el que analiza estadísticas de la Argentina, Colombia, México y Perú, es algo más optimista. Considera que la subida en CABA se parece bastante a la del año pasado durante las fiestas (con las diferencias que podrían esperarse luego de la vacunación), pero que en Córdoba el fenómeno es diferente: “La pendiente es demasiado empinada, lo que indica que probablemente esté impulsada por Ómicron”, dice. Y enseguida agrega: “Lo que sí creo es que estamos mejor preparados que la mayoría de los países donde vemos que [crecieron las olas]. Tenemos una gran cobertura de vacunación (igual o mejor que en la mayoría de Europa) y muchas infecciones previas (como Sudáfrica). Si seguimos su camino, el sistema de testeo podría saturarse, pero el desacople de hospitalizaciones y fallecidos va a ser enorme”.